Un dilema con olor a naftalina

Habitantes de un barrio de Luis Guillón denuncian que una empresa química contamina el aire con naftalina y amoníaco, y aseguran que a varios les causó enfermedades en las vías respiratorias. La empresa lo niega, pero reconoce que su intención es irse a un polo industrial, por lo que convocó a los vecinos a dialogar, a fin de conseguir apoyos que le faciliten los fondos para la mudanza.

Lomas de Zamora, 26 marzo (AUNO).- Un grupo de vecinos de la localidad de Luis Guillón, partido de Esteban Echeverría, denuncia que una empresa contamina el aire con residuos de naftalina y amoníaco, y que esto les provocó enfermedades respiratorias. El gerente Comercial de la planta niega la existencia de tal contaminación y dijo que la firma seguirá produciendo con sus 50 operarios, aunque se manifestó dispuesto a llegar un acuerdo con los vecinos a fin de que se les facilite un crédito bancario que les permita trasladarse a un polo industrial.

Hace diez años (2001), los vecinos empezaron a sentir que había “olores raros”, que les picaban las fosas nasales y los ojos, además de malestares en los pulmones y las cuerdas vocales que “mejoraban” cuando esos olores cesaban.

“Los chicos sangraban por la nariz y se presentaron casos de asma de piel, como si fuese un sarpullido, un enrojecimiento muy grande que genera picazón. En la salita regalan bronco dilatadores como si fuesen caramelos. Mi hija tuvo una crisis asmática”, contó Claudia Cacace una de las voceras del grupo de vecinos que denuncia.

También aclaró que un habitante de allí, Mario Garribba, químico y ex trabajador de la empresa Química Monte Grande S.A., les aseguró que la polución radicaba en que las combinaciones de gases resultantes del trabajo con naftalina u amoníaco son “tóxicas” emanadas desde allí, y que ocurrían porque no eran neutralizados por “chorros de agua” antes de salir al exterior porque el purificador “estaba roto”.

Por otro lado, el gerente Comercial de esa firma, Alberto Selvaggi, pidió a AUNO que Garribba no dijera “estupideces”, que “no hay ningún purificador averiado” y que “parece que quedó resentido” porque lo despidieron.

Asimismo, destacó que ellos trabajan “legalmente bajo todas las normas de seguridad” junto a ingenieros y abogados “especializados que les salen caros”.

No obstante, Cecace cuenta que padeció dolores de garganta que le dificultaban la ingesta de alimentos y disfonía, hasta que consultó un otorrinolaringólogo que la mandó a realizarse estudios en las cuerdas vocales y le diagnosticó “alergia y falso cierre de glotis (las cuerdas vocales quedan un poco abiertas y por eso la disfonía), ya que ante el aire contaminado la glotis intentaría cerrarse”.

Otra de las voceras Graciela Liguori dice tener el filtro de las fosas nasales “quemadas” por haber pasado diez años “aspirando naftalina” y aseguró que llegó “perder la voz” y que fue atendida por una fonoaudióloga con la que empezó un tratamiento en el que por un tiempo “estaba bien”, pero empeoraba cuando había “olores fuertes”.

Selvaggi admitió hay días en los que se “expiden olores nauseabundos” que son una “parte normal” del proceso industrial y que “todo químico produce olores” pero negó que alguno de ellos polucionara.

De todos modos, según informó Liguori, “el prejuicio más grande” está fuera del predio, porque los gases salen como un “rociador” que crea una “nube tóxica” que se traslada y “contamina donde cae”.

El apoderado de la empresa aseguró que no buscaban “molestar a nadie”, que son “laburantes” y que está dispuesto a “negociar con los vecinos” ya que lo “mejor sería trabajar juntos” con el fin de que un banco les concediera un “crédito para poder mudarse” a un polo industrial, que es lo que “realmente quieren”.

No obstante, Selvaggi advirtió que los trabajadores no van a “descontinuar la empresa” o dejar a “50 familias sin trabajo” por culpa de unos vecinos que “no pueden quejarse de los olores” porque “compraron una casa enfrente a una química”.

Además, destacó que Química Monte Grande S.A. es una empresa “totalmente argentina” a la que “no le sobra el dinero”, distinto de la antigua dirección de la misma planta bajo el nombre de Ashton chemical S.A. que era mitad Estadounidense.

Selvaggi afirmó que recibirá a todos los vecinos que “no vengan a pelear” a que vean las instalaciones de la química, sin embargo, ni Claudia Cacace ni Graciela Liguori desean acercarse al predio.

Liguori argumenta que no pretende “entrar en ningún tipo de franeleo” y reseñó que bajo la dirección de Bertolucci la empresa admitió que ellos “contaminaban”, que si le pagaban la medicación era porque “algo mal estaban haciendo” y que está “cansada” de tener que “pedir permiso para poder respirar”.

En cambio, Cacace tiene “miedo” de ser la “cara visible” debido a que no sabe con qué “grupo de gente” está hablando y consideró que si es “impune que ellos contaminen”, entonces va a ser “impune que ellos lastimen alguien de su familia”.

A su vez, ambas vecinas tienen otro inconveniente ya que “todos se quejan” pero son pocos los que las “acompañan en la lucha”, porque “no se comprometen por comodidades o por trabajar dentro de la química”.

Cacace comenzó con las denuncias en 2005, recurrió a la Municipalida de Esteban Echeverría, al área de Control Ambiental y a la Autoridad de la Cuenca Matanza Riachuelo, pero “nadie hace nada” y se “pasan la pelota” unos a otros: “Acumar dice que Control Ambiente es el organismo autorizado para clasurar la química y viceversa”.

En mayo del año pasado, luego de un fax que Cacace le envió al gobernador Daniel Scioli, el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS) mandó a un inspector que firmó un acta de infracción que admite grado de contaminación tres y olor a naftalina.

Sin embargo, la clausura recién llegó en noviembre y sólo para la máquina averiada, por lo que la química continuó produciendo. “Somos Quijote contra los molinos de viento porque la corrupción está por encima de todo, todo se resuelve con un billete y a nosotros se nos cortan los caminos y se nos acortan los tiempos porque vivimos enfermos y nos vamos desgastando, física y psicológicamente. No puede ser que tengamos que pedir permiso para poder respirar”, manifestó Cacace.

Por el momento, los habitantes aledaños anticiparon que seguirán enviando cartas al gobierno provincial y están juntando firmas para que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner pueda atenderlos, no obstante aseveraron que no les corresponde “ir casa por casa tocando un timbre”, que eso es “obligación del Estado” y pidieron que el organismo que esté designado para “hacer algo” respecto de la química, ejerza la función que debe cumplir”.

JR–AFD
AUNO–26-03-12

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