Soldado argentino, soldado británico

En otro escrito, ‘Juan López y John Ward’, de 1985, Borges volvió a homenajear a partícipes de la guerra por Malvinas. Esta vez se trata de un sóldado argentino y de otro británico.

Horacio Raúl Campos

LOMAS DE ZAMORA, mar 23 (AUNO) – La guerra por las Islas Malvinas también fue recordada por Borges en_ Los conjurados_ (1985) en su escrito ‘Juan López y John Ward’. El homenaje a tres años del enfrentamiento bélico no está excluido de la ideología borgeana que divulgó durante casi toda su vida de escritor.

En unas pocas líneas narra la historia mundial y la división política de los países y por ende la balcanización de América del Sur, aunque ello esté sutilmente elidido. Unos tienen pasado heroico y derechos; otros, agravios, próceres de bronce y demagogos, escribe. Siempre para Borges, sólo el pasado es heroico.

“El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras”, dice en las primeras líneas del homenaje.

La ubicación de ambos soldados que se enfrentan en Malvinas a su vez conforman otros homenajes dentro del homenaje central: “López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote”.

Obvio que el río inmóvil no es otro que el Río de La Plata y en el caso del soldado británico Ward en las afueras de la ciudad de donde es el Padre Brown, el personaje central de la cuentística de Chesterton quien se había inspirado en un prelado. ¿De qué manera un río puede ser inmóvil? Sólo el capricho de la ficción conservadora puede exhibir un río inmóvil.

Borges en este caso como en el poema ‘Milonga del muerto’ no condena la guerra y menos a quienes embarcaron a los soldados a ese conflicto: la dictadura argentina y el gobierno ultraneoliberal británico.

Recordemos que Borges había escrito en el prólogo al libro La moneda de hierro, el 27 de julio de 1976: “Sé que este libro misceláneo que el azar fue dejándome a lo largo de 1976 en mi recobrado país”. Un canto a la dictadura.

Después, en el poema que nos ocupa, dice: “El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender”, escribe para desentenderse de los personajes y sistemas del mundo de la experiencia real que generaron la guerra.

El argentino López, definido por Borges como “El otro”, que había nacido a orillas del río, “profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en una aula de la calle Viamonte”. Y los dos son Caín y Abel, a la vez.

AUNO 23-03-12
HRC

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