Lomas de Zamora, octubre 13 (AUNO) – La literatura de Avellaneda quiere retomar su lugar de privilegio que alguna vez supo tener de la mano de grandes escritores como Alejandra Pizarnik y Néstor Perlongher. Quiere dejar de ser el muncipio de paso entre el conurbano y la Capital Federal. Para recuperar la mística, la escritora y periodista Marina Cavalletti trabaja para reactivar la movida cultural de este distrito a través de la poesía y propone “extender redes con gestores culturales de los municipios linderos” para “integrar al conurbano sur”.
En una confitería de la Avenida Mitre, a metros del puente Pueyrredón, que conecta Avellaneda con la Ciudad de Buenos Aires, las meseras se mueven casi tan rápido como los autos que surcan la calle. Los clientes toman café, comen medialunas o un sándwich de jamón y queso, pagan y se van. Otros compran pan y facturas. Aves de paso. A paso cortito pero firme, Cavalletti entra al bar. Su vida suele ser ajetreada. La comparte entre ser corresponsal de un diario salteño, profesora universitaria, editora de libros de poesía, poeta y gestora cultural.
“Antes en Avellaneda había una movida más intensa. Pero durante los años ’90, cuando Eduardo Duhalde era gobernador de la Provincia, todos los bares y centros culturales cerraban a las tres de la mañana. Esto provocó el cierre definitivo de varios lugares que no se podían sostener como microemprendimientos y la gente de acá comenzó a ir más a Capital”, entiende la poeta. Aunque rescata que “ahora se reactivó un poco” la actividad cultutal “en Avellaneda, Domínico y Wilde”.
Con el objetivo de darle un nuevo impulso a la movida literaria, el mes pasado Cavalletti coordinó, junto autoridades del municipio, la “Primera Semana de la Poesía” en la Casa de la Cultura de Avellaneda. Como no trabaja en la Municipalidad, aclara que lo hizo “ad honorem”.
Orgullosa por este primer paso, recalca que se ha “marcado un precedente en un género tan complejo como lo es la poesía, que es difícil de difundir”. Pero no se queda ahí.
Ahora su nuevo fin “es extender las redes con otros gestores culturales de los municipios linderos para que el año que viene se puedan hacer ciclos con sus poetas”. Su idea es “no centralizar todo en Avellaneda”, por más que le “interese que haya una fuerte presencia local”. Quiere “integrar a la gente del conurbano sur”.
El sol comienza derrumbarse detrás de la estación de trenes Dario Santillán y Maximiliano Kosteki. Los andenes y vagones repletos de gente que solo quieren llegar a sus hogares. Personas vienen, van, cruzan las avenidas. No se detienen un segundo, tampoco Marina, que explica si visión de los artistas de este lado del Riachuelo.
Ella sabe que existe una movida literaria en zona sur. Nota que en Temperley, Lomas de Zamora y Monte Grande “hay ciclos interesantes, pero que son endogámicos: sólo la gente que vive ahí va a presenciarlo”. Duda que “alguien de del centro (porteño) vaya hasta Monte Grande” a escuchar poesía, a menos que sea familiar o amigo.
“La gente de Lanús para el sur suele salir más por el conurbano. Mientras que los de Avellaneda son de ir más a Capital. Uno está entre quedarse acá e ir al centro. Es raro que alguien de acá vaya a un evento en Temperley. Es más factible que alguien de Lanús vaya a Temperley. Y eso se nota en la poesía. Mucha gente que no sabe bien dónde vive. Tiene la mirada puesta en Capital”, reflexiona la gestora.
Lamenta que exista “una incomunicación” entre los propios artistas de zona sur. “Porque Hay predisposición para ir a leer, para ir a dar una charla, pero no para gestionarla o participar de la organización”, critica la escritora.
Para evitar esta endogamia, Cavalletti propone “plantear cómo” abrirse y “que no sean poetas que escuchan a poetas”. Sino “que exista una conexión entre la poesía y lo cotidiano para que la gente se acerque más”. “Hay que pensar otras estrategias comunicacionales, dialogar con colegios y centros de jubilados” para llevarlos a los eventos que se lleven a cabo, considera.
Afuera de la confitería ya es de noche. El transito ya no es tan intenso. Los colectivos van semivacíos. El barcito también comienza a quedar desierto. El movimiento en la ciudad es tranquilo. Para Marina, no. Ella no se detiene.
AUNO 13-10-17
AC-AFG