Messi es el mejor jugador del mejor equipo de la historia. Se formó en una escuela de fútbol muy especial, el Barcelona. Allí se fue definiendo como el factor desquilibrante (por sus extraordinarias condiciones) de un sistema integral donde cada jugador cumple una función para el equipo. Es decir, toda su vida fue una pieza dentro de un sistema. La mejor pieza, por su talento. Jamás jugó de otra manera, está formateado para jugar en un sistema. No es anárquico, no lo precisa, difícilmente haga la heroica (aunque a veces la ha hecho).
¿Es culpable de esto? Claramente no. Esa formación permitió que, en los sistemas de juego que le fueron favorables, se transformara en el mejor futbolista de todos los tiempos (para mí). Revisemos la historia reciente. Cuando la Selección quiso jugar a algo, Messi estuvo a la altura de esos equipos. Nunca en su esplendor porque nunca formamos un equipo acorde a su categoría. Pero si alcanzó el nivel de elite que pretendíamos (eliminatorias Brasil 2014, Mundial 2014 y las dos copas América).
Messi juega mal cuando el equipo juega mal, no hay otra, y no solo en la Selección. Fijense en los Barcelona más “flojos” (me permito una falta de respeto) de los últimos 10 años. En todos los peores momentos o de adversidad extrema, Messi también cayó en ese contexto desfavorable. Último antecedente: la eliminación contra Roma en cuartos de final de la Champions League.
Lío es así, como vos en tu laburo sos así, como vos estudiando tenés tus formas, como cualquiera de nosotros cuando se prende a un picado. Fue formado para jugar de esa manera. Siempre supimos esto y nunca pudimos solucionarlo. El fútbol argentino no estuvo a su altura.
¿No es por lo menos injusto pedirle a una persona que sea como nosotros querríamos ser? ¿Es justo obligar a alguien a cambiar su personalidad? Maradona es el deportista más grande de la historia porque fue el jugador más épico del mundo. Si nadie de nosotros realizó las hazañas de Diego ¿Quiénes somos para exigirle a Messi repetir jugadas únicas, si son personas distintas?
Ver al superhéroe en el piso es devastador. Desperdiciamos a un jugador único por cargarle en su espalda nuestras miserias. Difícil no recurrir a la metáfora de la mochila cuando está a la vista que la presión y la tensión le desbordan por los bolsillos, y parece que ya es muy complejo levantarse.
Pero cuando no juegue más para nosotros, cuando no arranque más con esa zurda desde la derecha, remate con comba buscando los ángulos o simplemente busque a un compañero libre de marca, realmente nos vamos a dar cuenta que dejamos pasar algo único. Y va a ser muy triste