Lomas de Zamora, octubre 26, (AUNO). – El escritor y director de la editorial Orsai, Hernán Casciari, destacó que hoy su trabajo “es bajar la expectativa de cosas que tienen que ver con la literatura”, por lo que remarcó que su obra sirve “para relajarse un rato, para hacerte pasar un momento o divertido o reflexivo”.
El autor de novelas como “Más respeto que soy tu madre” y “El pibe que arruinaba las fotos” precisó que su obra reúne a gran parte de su familia para narrar y recrear cuentos y anécdotas de su infancia y juventud en su Mercedes natal, todo en clave de humor y poesía.
“Lo que hago no es más importante que el tipo que inventó el juego de la viborita para el celular”, explicó Casciari, que lejos de ponerse en el lugar de escritor “intelectualoide”, alejado del lector prefiere romper con esos esquemas estipulados y pararse desde un lugar más humano y menos académico.
¿Cómo nace “Una obra en construcción”?
Yo había estado en Mercedes presentando una recopilación de cuentos míos cuando me di cuenta que la mayoría de sus protagonistas estaban en primera fila: mi mejor amigo “Chili”, mi mamá “Chichita”, mi cuñado, mi hermana… y dije: “Ya que los tengo acá por qué no hacen ellos de ellos mismos”.
Yo había regresado al país después de vivir 15 años en España y me pareció una manera divertida de reunión. En realidad, era una cosa que todos sospechábamos que iba a durar muy poquito y nunca esperamos este presente de casi un año actuando a sala llena.
¿Cómo convenciste a tu familia para que sea parte de una obra en la que representan sus propias vidas?
En realidad no hubo que convencer a nadie. La idea de la obra fue hacerla un fin de semana. Hubiese sido muy raro decir “che, ¿quieren acompañarme durante todo un año?”. Le dije primero a mi vieja, que agarró viaje. “Chichita” se prende en cualquier pelotudez que le diga, por eso hubiese sido muy raro que ella por alguna razón me dijera que no, porque le encantan estas cosas. A mi cuñado lo mismo, sabía que le iba a gustar. Mis primos, lo mismo, porque son músicos profesionales. De hecho, mi hermana (a la que nunca le dije porque pensé que me iba a decir que no) me lo ofreció ella y el resto se fue sumando cuando vio que los demás estaban contentos haciendo eso. Es decir, nunca hubo que convencer a nadie.
¿El resto de tu familia tendrá lugar en la obra más adelante?
Justamente, recién acabo de convencer a “Chili” para que venga otra vez, porque al revés de mi familia, él es muy muy introvertido. Me dice que sí algunas veces, solo porque le rompo muchísimo las pelotas. Si fuera por él, no subiría nunca al escenario y cada vez que sube tiene diarrea el día anterior. En un par de semanas también voy a tener la suerte de tener a mi hija Nina en el escenario.
¿Tu viejo no se hubiera prendido?
Nunca jamás en la vida. Según mi hermana sí, la otra vez hablábamos de eso. Fantaseábamos en el camarín con esa posibilidad y mi hermana dice que sí. Yo estoy casi seguro de que no. Era muy introvertido, mucho más que “Chili”, no me lo imagino arriba de un escenario.
¿Cómo hacés para no perder el eje y no alejarte del pibe de Mercedes, un poco perdedor, un poco torpe que suele ser el protagonista de tus historias, cuando llenás teatros , recibís reconocimientos y firmás autógrafos?
A mí me parece que la pérdida de eje tiene que ver con otra cosa, no con lo que alguno me diga sin querer. La perdida de eje tiene que ver con uno mismo, dónde se para uno mismo. Conozco gente que pierde el eje y nadie le dice “qué bueno lo que hacés”. Perder el eje está en tu gen o no está. Por la razón que sea, cuando te la creés, te la creés no importa nada. Es decir, obviamente hay un mareo mayor cuando hay una cierta exposición.
Yo viví 15 años en España, en los cuales los últimos diez fueron en un pueblito chiquitito, y pasar a vivir acá inmediatamente fue medio raro. Que alguien desde un auto te reconozca, es raro. Pero, después de eso, tenés que ser específicamente pelotudo para creerte algo desde ese lugar.
Yo me nutro todo el tiempo de un mail que me manda alguien que me cuenta una historia que le pasó con un libro o cuento mío. Me divierte muchísimo, no lo paso por encima nunca. Siempre me va a sorprender un chabón que me lee, que me dedica tiempo a lo que yo puse en una hoja. Siempre me va a sorprender eso. Todavía me parece sorprende, que mi hobbie me dé de comer, y después que a otro le sirva para algo, más allá del entretenimiento. De una forma motivadora, o lo que sea.
Eso encierra lo que vos llamás “los peligros de que un escritor crea que su obra es trascendental…”
La persona que hizo la silla donde estás sentado, y logró que vos estés descansando, también hizo algo importante. ¿Por qué razón yo voy a creer que tiene mayor trascendencia para vos que estés leyendo un libro mío, que la persona que hizo esa silla? ¿Qué es lo distinto? ¿Qué cambia? Yo lo que trato de hacer es bajar la expectativa de cosas que tienen que ver con la literatura, por lo menos la literatura que hago yo, que sirve para relajarse un rato, para hacerte pasar un momento divertido o reflexivo; y esta silla sirve para que descanses después que caminaste un montón. ¿Es más trascendente lo mío que esto? Yo no quiero decir que lo mío no vale para nada, quiero decir que todo vale. Todo tiene la trascendencia o la falta de trascendencia que le da el tiempo.
Un libro a veces te suele dar algo más, una forma de escapar de la rutina, del hastío…
Sí, pero el tipo que inventó la viborita para jugar al celular también te salva del aburrimiento. Lo que yo hago no es más importante que el tipo que inventó ese jueguito. Pasa que a veces parece que la literatura te salvara de una forma más jerárquica que otras diversiones. Parece que el escritor tuviera más trascendencia que el tipo que hizo el juego con el que más jugaste en tu viaje en tren.
Sospechar que existe una jerarquía mayor en lo que yo hago, no sé, yo lo discuto.
¿El escritor se suele parar desde un lugar superior al lector?
Si, por eso no me gusta tanto esa profesión. A mí me parece que contar cuentos es una actividad que es casi casi como la de ser obrero de un circo. Es la posición de juglar, del tipo que cuenta algo, del tipo que hace malabarismo en un semáforo, el valor de pasar un rato de tiempo muerto en algo que no sea la propia utilidad de tu vida, y está muy bien, no digo que está mal. Me pasé la vida leyendo, mirando tele y jugando a los jueguitos, lo agradezco, pero no lo agradezco más que la silla en la que me siento.
¿Hay nuevas formas de escribir a partir de la inclusión de las tecnologías?
No hay una nueva forma de escribir, pero sí una nueva forma de reproducir lo que se escribe. Lo que ocurre es que el lector no está en el mismo lugar, entonces no se escribe ni a la misma velocidad, ni con la misma expansión geográfica y eso cambió todo. La velocidad con la que vas a llegar con una idea a cualquier lugar es tremenda, eso no pasaba antes. La impresión, la edición, la distribución de los escritos desaparecieron o tienden a desaparecer y eso logró una inmediatez impensada. Por ende, hay un lector nuevo, un lector que descarta mucho más rápido, que cambia de pestaña de forma constante. Por eso tenés que ser más veloz y menos descriptivo. En 1970, la descripción de la casa del protagonista te llevaba dos páginas, hoy no podés hacer eso ni de casualidad, al segundo se te fueron todos a ver porno. En ese sentido, cambia la perspectiva pero no la forma de escribir, sino la velocidad de la recepción.
Lo mismo pasa con el tenis, en 1970 nadie sacaba con la fuerza que se saca hoy, la diferencia es mucha, pero las reglas del juego no cambiaron. ¿Es otro el tenis? Sí, pero las reglas son las mismas, como mucho tendrás que aprender a devolver ese primer saque. Hoy el lector saca a 200 kilómetros por hora, pero el escritor no puede cambiar las reglas, tiene que estar listo para devolver a esa velocidad. Para algunos esos es involutivo y para otros es auspicioso y devolutivo.
¿Y para vos qué es?
A mí me sirve. Se puede jugar a otra cosa, me divierto mucho más. A veces yo hago paddle, hago otro deporte, mucho menos complejo que el tenis, pero con el que mucha más gente se identifica y se divierte. Cualquiera que sabe de deporte sabe que el tenis es mejor que el paddle, pero el paddle vos no jugás nunca y jugás una vez y quedás contento porque te divertiste. Eso es para mí la literatura. Algo alcanzable para cualquiera que simplemente quiera pasarla bien un rato. Una forma sencilla de acercase a un libro para emocionarse o reír un rato.
¿Hoy estás en un impasse con la literatura?
Realmente no escribí más desde que dejé de fumar, hace ya varios meses. Hice 4 o 5 cosas por contrato para el diario El Mundo, en Madrid, y cuando conseguí que el diario no me pidiera cosas inéditas dejé de escribir. Porque la acción de escribir está muy relacionada con mi nocturnidad, con mis hábitos. Me cuesta un montón sentarme a ser creativo siendo que es de día, hay una serie de rituales que se están descascarando de a poquito, estoy generando otros rituales pero todavía falta. No llegó el momento que yo realmente disfrute, como disfrutaba antes de escribir. Cuando vuelva a disfrutar lo volveré a hacer. Ahora me está pasando que vuelvo a pensar estructuras narrativas, cosas que antes no me pasaba. De acá a un tiempo me sentaré a escribir, pero todavía no. Suelo detectar con un ojo bastante certero los libros que están escritos sin ganas. Digo, me doy cuenta cuando un escritor que me gusta tuvo que sacar algo porque una editorial lo presionaba y yo agradezco cada día no tener esa necesidad. A mí me parece muy importante sentarse a la máquina por ganas y no por obligación.
Algunas entradas de tu blog hacen alusión cuestiones políticas e inmediatamente los lectores empezaron a marcarte eso. A partir de ese momento decidiste no hablar más del tema, ¿hoy te animarías a posicionarse políticamente?
A mí no me gusta distraer de lo que voy a contar. Yo no tengo ningún problema en hablar de política en otros ámbitos, pero en mi blog no me gusta distraer de lo que quiero decir, que rara vez tiene un sentido estricto de política (más allá de que todo es política)
No tengo problemas en pararme políticamente, lo que sí he tenido mucho respeto cuando viví afuera. Por una cuestión que a mí no me gustaba que alguien de afuera me viniera a contar cómo vivimos acá. Ahora que vivo acá, y que la sufro como todos, es otra cosa.
¿Te ves saliendo de vos como personaje y haciendo una novela con personajes de ficción?
No, porque la verdad no tengo la necesidad de ser escritor. La verdad es que me llevaría a un esfuerzo que no tengo ganas de asumir. Me aburriría mucho, sería un gran trabajo. A mí me gusta esto, recién estábamos con “Chili” armando una película, de charlar de lo que vivimos. Ser escritor debe ser la décimocatorce cosa que tengo ganás de hacer.
Pareciera que la nostalgia y tener vivo tus recuerdos es tu primera intención y escribir es solo un vehículo para eso…
Exacto. Contar en un fogón, charlarlo con alguien, subirlo como voz en off… Escribir es una opción, en este momento no es lo más importante escribir, no es una prioridad. Sí es una prioridad todo el tiempo estar contando historias y tengo herramientas para hacerlo sin escribir, como el teatro. A mí me interesa más comunicar que escribir. En unos días me tendré que sentar a escribir el prólogo de esa recopilación de cuentos que será el nuevo libro, pero eso no es lo mismo que tener la obligatoriedad de escribir algo una vez por semana.
La obra canaliza esa ausencia de literatura?
Si, muchísimo. El teatro es un placebo que me ayuda a suplir esa falta. Estoy todo el día pensando estructuras para teatro, pensando chistes, guiones y todas las semanas me pongo a prueba. La risa del público me sirve mucho para guiarme. Hay que arreglar los diálogos, ver las luces, buscar fotos nuevas, los cuentos van cambiando siempre y hay que adaptarlos para ser dichos y representados.
AUNO 27-10-2016
GD-AFG