Por cada 10 presos que están alojados en las cárceles de la Provincia de Buenos Aires, cuatro tienen entre 18 y 24 años. Se trata del grupo etáreo más amplio en las cárceles del territorio bonaerense. Sin embargo, a pesar de ser la mayoría, no son alojados en pabellones diferenciados del resto de los adultos, tal cual lo indican las normas internacionales.
Así lo revela una investigación realizada por el Observatorio de Jóvenes y Adolescentes del Instituto de Investigaciones Gino Germani , perteneciente a la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. El trabajo tuvo lugar en 5 penales a cargo del Servicio Penitenciario Bonaerense.
El trabajo de análisis fue realizado sobre la investigación a cargo del Grupo de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Humanos (GESPYDH) a partir de un acuerdo interinstitucional con el Comité contra la Tortura perteneciente a la Comisión Provincial por la Memoria de la Provincia de Buenos Aires. La misma destaca en primer lugar que “la gran mayoría de la población carcelaria pertenece al extracto más joven, el 38,1% tiene entre 18 y 24 años”.
Los resultados de este estudio están analizados y sistematizados en un artículo publicado por el Observatorio bajo el nombre “Juventud y violencia intramuros. Ser joven al interior de las cárceles bonaerenses argentinas”.
“La agudización de la violencia institucional aplicada sobre este grupo etáreo, revelan que dicho segmento se constituye a través de la visibilización de las prácticas institucionales como un grupo sobrevulnerado al interior de la población penal”, dice el informe.
El trabajo indica que “una de las cuestiones que pudo comprobar este estudio es que en el sistema penitenciario bonaerense no se cumple con las leyes nacionales y los tratados internacionales, que sostienen que los jóvenes adultos (18 a 21 años) deben ser alojados en pabellones especiales atendiendo sus necesidades particulares así, como deben ser diferenciados por tipo de situación procesal”.
Por otro lado, la investigación reveló que uno de los momentos de mayor violencia institucional hacia las personas privadas de su libertad es el de los traslados, situación que se vuelve cotidiana ya que el 40 por ciento de los jóvenes entres 18 y 24 años de edad son trasladados entre 4 y 9 veces en un año. Al respecto un jóven detenido sostuvo que “En el traslado yo prefiero morir callado que pedir un pedazo de pan”.
“Los traslados permanentes configuran una de las más recientes formas de tortura sistemática que aplica el Servicio Penitenciario bajo la denominada ‘rotativa’, nombre con el que se designa al circuito de traslados permanentes de las personas internas entre penales, quienes pueden permanecer uno, dos, tres y, con suerte, siete días en un penal para ‘salir de traslado’ nuevamente a otra unidad, en general sin previo aviso y ‘apeado’ (por sorpresa y bruscamente). En su extremo, durante el trabajo de campo se relevó casos de hasta 64 traslados en el transcurso de dos años, es decir, en promedio casi 3 traslados por mes”, indica el informe.
Los profesionales del Observatorio a cargo de este estudio sostienen que para contextualizar la situación del sistema penal hoy en Argentina y en especial el trato del mismo hacia los jóvenes de debe entender está “la imposición en la Argentina de una forma hegemónica de entender la seguridad: asociada casi exclusivamente a la cuestión de la criminalidad, y diluyendo su relación con las protecciones sociales o las seguridades perdidas en tanto derechos de integración social que en algún momento el Estado se orientó a garantizar. De este modo sostienen que gran parte de la población juvenil nacida en los 90 se caracteriza hoy por la incertidumbre y la vulnerabilidad social”.
AUNO 16.3.2010
CGL
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