El mate está perfectamente cebado y seguirá así toda la tarde en la casa de Banfield. Con delicadeza de artesano, Leonardo Gómez agarra el termo, que tiene un escudo enorme de Nacional de Montevideo, vierte el agua con la temperatura justa (sólo de un lado) y por un instante desaparece su sonrisa amplísima para compenetrarse en esa ceremonia sagrada rioplatense:amargos y recuerdos.
De madre santafesina (él mismo nació en Santa Fe) y padre uruguayo, hoy vecino del Conurbano sur, Leo es una de la voces de Agarrate Catalina, una de las principales murgas uruguayas, con mucho rodaje en Argentina. Anduvo por los caminos del carnaval desde que se fue a vivir al país oriental, a los tres años. En 2000 ya era parte de una murga joven; en 2009 entró a la murga Don Timoteo, la campeona de 2017; en 2012 a Alicia y un año después integró A Contramano. Pero su consagración llegó en las míticas Araca La Cana (2009 a 2011) y Agarrate Catalina (2013 hasta la actualidad). Con esta murga hizo una gira mundial que lo llevó a países como China, Corea, Estados Unidos y Egipto.
El Oso, como se lo conoce en el Carnaval, achina aún más sus ojos como afinando la memoria y se prepara para conversar con El Cruce sobre tres décadas de pasión y amor al movimiento cultural que lo marcó para siempre.
¿Qué es el carnaval para Uruguay?
El carnaval para el Uruguay es religioso. Es mucho más que una forma de música popular, tiene influencia en toda la sociedad. Es una forma de ver la vida, de sentir, de actuar, muchas veces marcada por la bohemia, aunque se profesionalizó mucho. Se dice que todo el año es carnaval y es verdad. Porque hay concursos que están por fuera de la temporada de verano, que es la época oficial. Las murgas jóvenes (de 15 a 30 años) empiezan a ensayar en marzo para salir en noviembre. Después tenés el Carnaval de las Promesas, chicos de 5 a 18 que van en diciembre; y en febrero se para el país: se muestra todo, show, vestuario… Entrenan seis meses, y a veces hay 400 o 500 personas por ensayo que van a mirar. Además, en la categoría Murga Joven se inscriben más de 90 murgas por año, a 14 integrantes por murga. Si sacás el porcentaje demográfico, está todo el país ahí.
¿Y para Leo Gómez?
Yo ando en las vueltas del carnaval desde que tengo 10 años. Con la mayoría de los murguistas crecimos juntos. Uruguay es muy pequeño. La murga es parte fundamental de mi vida. Me levanto todos los días y le agradezco al universo que me deje pintarme la cara y hacer lo que amo; que me deje abrir la boca y emitir sonido, porque yo no canto, yo emito sonidos con amor. Le agradezco a la vida lo que vivo día a día. Llevar la cultura para todos lados y que la reciban con cariño, es maravilloso.
Gracias a la murga, conocí personas y lugares inigualables. La energía que sentís. Que te da la gente, sea de un hincha de la murga o de alguien en el otro lado del mundo es pura mágia. A veces me dicen: “Tranquilo que mañana hay otro toque” y yo digo: “¿Tranquilo qué?¡ Mañana no sabés!”. Soy una persona que deja en el alma de todo lo que hace.
Leo se sale de la vaina cuando habla de las cosas que ama, se le atropellan las palabras. Sus casi dos metros se mueven impacientes en la silla plástica. Él es de esas personas militantes de cada cosa que hace. No importa si es del Carnaval, Nacional(por herencia paterna), Unión de Santa Fe (materna), Messi o Zitarrosa.
-¿Vos te sentís otro cuando te pintás?
-Noooo,soy yo feliz. Soy yo en otro plano de mi felicidad, extrema y completa. Hay una frase de una murga llamada, El Gran Tuleque, que dice:“soy lo que nunca me imaginé, que arriba yo soy feliz”, y es así. Si bien es un sueño que hay que perseguir, andar atrás cuesta; no es fácil, a veces tenés la virtud pero la vida no te permite. A veces te permite pero no tenés la virtud. A veces trabajando se llega, son tantas las variantes que cuando llega ese momento de pintarte la cara, es único. Es algo raro,porque es pintarte la cara para desnudarte, para mostrar lo que sos, tu vida,tu historia.
-Pensaba que uno no ve las cosas siempre de la misma manera, depende mucho de su contexto. A vos ya instalado en Lomas de Zamora, lejos de Uruguay ¿Te cuesta ponerte en el lugar que tenías para contar y cantar las mismas cosas?
Es que un pedazo de uno quedó allá. Es como una tubería que a uno lo mantiene vivo. Es un poco de oxigeno. Los colombianos le dicen “llevar la tierrita” de uno.
-¿Extrañás?
-Sí. Muchísimo. Pero no todo, tampoco. Hoy estoy bastante enojado con la sociedad uruguaya en general. Abundante enojo, hermano. Cuando voy a Uruguay me desengaño que ya no es el lugar en donde crecí. A nivel valores y códigos me refiero. Pero después está todo lo otro.
-¿En qué ves cambiado al Carnaval?
-La murga cambió mucho, no es lo que era antes. Yo creo que hay una evolución y una involución a la vez. Yo soy medio ortodoxo para esto. La incursión de la gente del teatro en la murga es de 2000 para acá.Antiguamente no tenían nada que ver.Hoy hay técnicos sacados íntegramente del teatro para montar un espectáculo de Carnaval. Se dice que la murga cuando se pone a hacer esa puesta escena de correr bailar y actuar pierde energía en el canto y la esencia. Es como en el fútbol: está todo bien con los botines de colores y las remeras ajustadas, pero la pelotita hay que meterla y hay que jugar y hay que tirarse al piso y hay que embarrarse. Acá pasa lo mismo. Todo bien con el movimiento escénico,la manito haciendo así(simula un paso de baile) pero si no se canta bien, para mí no pasa nada. Antes se cantaba fuerte y había un micrófono para 14 personas. Estaba la gente ahí, por ahí en una calle cortada,unos tablones hechos por la misma gente,la silla plegable, el mate y a cantar y a ver murga. No había el sonido que hay ahora, mucho no se entendía. Hoy evolucionó mucho. Se profesionalizó.
Leo se acuerda de su recibimiento en Araca la Cana. “Marta era una mujer muy mayor que me dio la bienvenida. Una fanática de la murga. El día que la conocí, me dijo: ‘bueno Osito, Araca es cómo estar en la selección’. Me contó:’yo los días de teatro saco mis banderas afuera para que tomen sol, y un día unos de un carro de caballos se hizo el gracioso y me las robó las banderas. Yo cargué el revólver y los fui a buscar. Les dije que me dieran las banderas, porque con las banderas no. Que me robaran todo, pero las banderas se quedan conmigo. Me las devolvieron.’ Antes de que yo pudiera reaccionar me aclaró:“lo único que te voy a pedir es que la ames como la amamos nosotros.”
-¿Son de protesta las canciones de la murga?
-No necesariamente. Son más bien algo popular. Tradicionalmente sí fue un género de protesta. Es la voz del pueblo. La voz de los que no pueden gritar, de los olvidados, los despreciados. Pero hoy no estamos en los tiempos que estaban otros. No son los ’90 ni los ’80 ni los ’70 ni los ’60. El mundo vivía de revolución en revolución en todo sentido. Eran años bastantes complejos, de represión, censura. Hoy hay problemas, pero son otros.
-¿En época de dictadura cómo era?
-Un ómnibus de la Policía los cargaba y los llevaba a un tablado. Cuando terminaban, los iba a buscar y los cargaban de vuelta. Te cuentan los murguistas viejos que en esa época estaba la revolución a pleno y el que no era comunista era socialista. Había una murga que hoy no existe más que era La Soberana, una murga censurada. Sus textos eran tan fuertes que el gobierno los sacó.Después se empezó a protestar con metáforas, hubo una incidencia intelectual distinta.Pero estos iban de frente con nombre y apellido.
Leo, y el ritual ineludible, en su casa de Banfield.
-¿Sentís que las letras de hoy perdieron compromiso?
-A mí me pasa que hoy si me junto a armar una murga joven y vemos para donde vamos a escribir tengo la necesidad de contar las cosas que pasan. Esta buenísimo hacer reír, pero somos parte de una sociedad que tiene 10 mil fisuras. Igual, vos pensá que van a hacer 15 años que tenemos un gobierno de izquierda. ¡Qué es nuestro gobierno! Estamos nosotros después de muchos años. Alguno te dice: “esté el gobierno que esté hay qué decir las cosas”, Sí, hermano pero un gobierno de izquierda no te va a dar los argumentos que te dan un gobierno de derecha. Para mí, la murga es más que el fútbol en lo cultural. Estamos más cerca del pueblo. Es para el pueblo y del pueblo. Es mágico… y el gran lugar es el Teatro de Verano Ramón Collazo. Es el templo. Es más que el Centenario, para mí.
-¿Cuándo fue la primera vez qué estuviste ahí?
-Era chico y la primera murga que me llevaron a ver fue La Reina de la Teja. Eran épocas del Teatro de Verano en su esplendor. Yo le dije a mi mamá: “algún dia voy a estar ahí”. A los 11 años mi viejo me compró un redoblante cansado de que le rompiera todo los _tuppers _ de la casa y ese año con un amigo fuimos a probarnos a una murga joven, La Clandestina. Yo en ese momento jugaba al básquet en la selección sub 17 de Uruguay y como no me daban los tiempos, me quedé con la murga. Mi viejo me quería matar. Y la primera vez que pisé el Teatro de Verano como artista fue en unas finales con una murga joven. Estaba toda la familia viéndome cumplir un sueño.
-Llegar,como se entendería en el fútbol ¿Es lo mejor que te puede pasar?
-Yo creo que levantar una copa en el Teatro de Verano es ganar un campeonato.
-Hablemos un poco de las giras mundiales ¿Cómo es llevar tu cultura, tu forma de ver la vida y tu arte a países como China o Japón?
-Lo primero que estás es expectante y con el cuchillo entre los dientes. Lo que uno primero pone en tela de juicio es cómo hacer para que el espectador entienda y le llegue lo que estamos haciendo. Si el tipo no entiende, es solo gente disfrazada. Una vez que le encontramos la vuelta y nos dimos cuenta que llegábamos al chino, al japonés, al australiano,el egipcio, y demás, es maravilloso. El vértigo de la vida no te deja pensar lo que hiciste. No te deja palpar que fuiste a tocar murga a China. Quizá de viejo, con unos mates, tomemos conciencia. Recuerdo la reunión cuando nos dijeron que íbamos a hacer la gira mundial y los paises adonde íbamos a ir tocar. Nos abrazábamos todos.