Lomas de Zamora, mayo 7 (AUNO).- Si para el Día de la Mujer la propuesta porteña fue fitness, astrología, pareja, meditación, sorteos de tostadoras y (casi) “Cátedra del Macho” de Coco Silly, desde el festival Animala, realizado en el Teatro Municipal de Lomas de Zamora, la idea fue la opuesta: concientizar, con música y danza, sobre el poder artístico de la mujer en una noche que brilló “no sólo por la calidad de las artistas sino por el trabajo y el amor que pusieron sobre el escenario”.
El evento, que se realizó el martes 29 a las 21, se desarrolló ante casi 400 personas y tuvo una grilla de músicas y performers que, según Macarena Iglesias, una de las muchas organizadoras, “dieron un espectáculo maravilloso gracias a la conexión que demostraron”.
Las encargadas de abrir el festival con su delicado rosario de canciones que nacen en el folklore y desembocan en un sonido minimalista y viajero, ideal para amanecer en valles y quebradas, fueron Lucy Patané y Marina Pagés, un dúo que interpretó algunas canciones de su onírico LP debut: El Poder Oculto.
La segunda dupla de la fecha también apostó por una evolución de los géneros autóctonos argentinos: Bienvenidos a la Computadora, la banda que integran Julieta Papi en voz, loops y programaciones y Delia Iglesias en voz e innumerables elementos que dan sonidos y texturas (ocarina, hojas secas, pedales, etc.,), parte del sonido originario pero se arriesga hacia la electrónica y la experimentación. O al revés.
Y ese riesgo vale la pena: el grupo innova con una mirada bifocal que busca las raíces rítmicas del país con la misma lucidez con la que observa y recibe la incidencia electrónica propia de esta década. La hondura emocional de una vidala puede, así, fundirse con una base disparada desde una Mac y el resultado, lejos de sonar forzado, es un tono homogéneo creado a partir de elementos a priori incompatibles. Esa naturalidad de Bienvenidos a la Computadora permite no sólo que sus dos cantantes se suelten con naturalidad y, por momentos, prácticamente a capella, sino que es un hito en la apropiación, la puesta en vigencia y el desarrollo del sonido originario por parte de los músicos jóvenes.
Lejos de los acordes abiertos y el sabor de la tierra mojada, la última banda de Animala, Las Fantoms, cambió el signo de la noche con la letanía sonora de su primer EP. Fue tiempo de punteos como desfiladeros que conducen hacia ataques desesperados de guitarra sobre bases sólidas y machacantes o, cómo se proponía el festival, de “mostrar el poder femenino a través del arte”.
En este sentido, quizás más acostumbrada al antro que a las tablas, la guitarrista de Las Fantoms, Lau Velocitud resaltó que “el mensaje que se quiso dar llegó muy bien al público” y destacó “la información que circuló sobre grandes artistas femeninas de la historia”. “El festival superó nuestras expectativas”, aseguró la guitarrista, quien también deslizó la posibilidad de que “Animala se repita pronto para que puedan ir los que no se enteraron de la fecha”.
Además de la música, en los intervalos entre bandas el grupo de performance del Espacio Asterisco de Banfield intervino la sala: de abajo hacia arriba, desde el público hasta el proscenio, varias mujeres caracterizadas como peregrinas de una era pasada (o futura) repartieron folletos sobre mujeres que, a lo largo de la historia, se destacaron en disciplinas como la pintura, el cine y la literatura.
Más allá de levantar el estandarte de la femineidad y en línea con el Día del Animal, el festival contó con un stand donde la gente pudo hacer donaciones para el refugio San Francisco de Asís. De esta forma, Animala no fue sólo un poderoso mensaje de igualdad vehiculizado en expresiones artísticas, sino una oportunidad para volver a una faceta primitiva pero eterna de la mujer como vector de un fenómeno incomparable: la vida.
JR-SAM
AUNO-7-05-14