Verónica Silva puede ser, todavía, un nombre desconocido para muchos. Pero esta joven de 22 años está dando los primeros pasos de un camino prometedor. Ella se convirtió hace dos años en emprendedora, una actividad que algunos consideran que “está de moda”, pero que es una manera particular de hacer negocios que está tomando envión en nuestro país.
Por definición, un emprendedor es alguien que tiene una idea y cuando ve la oportunidad decide tomar riesgos económicos y emocionales para materializar su proyecto. Aunque desde hace algún tiempo este término ganó popularidad, no es un fenómeno nuevo. La historia está hecha de personajes que con una idea clara, buscaron mil y un maneras de concretarla. José de San Martín era un emprendedor y los inmigrantes que dejaron su país para buscar una mejor vida en otro totalmente desconocido, también.
Sin embargo, el tipo de emprendedores de los que hablamos hoy poseen un componente adicional y novedoso. Utilizan la tecnología como medio para desarrollar sus ideas. Verónica es una de estas emprendedoras tecnológicas que comienza a asomarse al mundo y una de las más destacadas en el país.
Vero, como la llaman sus amigos, es estudiante de Administración de Empresas y Marketing. Nació, vive y fue al colegio en Villa Pueyrredón. Su carrera la llevó por lugares que nunca imaginó. Dos años atrás no conseguía en ningún lado un libro para la universidad, que además, era bastante caro. Entonces pensó que, como en Internet uno encuentra todo lo que busca, seguramente habría una página de compra y venta de libros usados. Algo similar a un Mercado Libre dedicado a los libros. Pero esto no existía y pensó que sería muy útil para ella y para todos los estudiantes. Es por esto que, en lugar de esperar a que otro lo hiciera, se preguntó “¿Y si lo hago yo?”.
Esta idea le dio vueltas en la cabeza algún tiempo. Finalmente, se animó y se embarcó en desarrollar una aplicación que facilitara la vida de los alumnos. Un panorama bastante complicado para alguien que no es experta en tecnología ni en programación y sin contactos. Lo primero que hizo fue participar de Potenciate Tecnológico, un concurso del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, donde competía con otros setecientos emprendedores para conseguir financiación para su idea. Y ganó. Este fue el comienzo.
Dos años transcurrieron de este episodio que potenció al proyecto. Días intensos y con muchos vaivenes. Pero nada de esto la sacó de su eje. Gracias al optimismo y perseverancia que la caracterizan, hoy Vero puede contar que, junto al equipo de programadores que formó, la aplicación tiene su primera versión y se llama Apprendo.
Aunque de más chica no era una alumna de diez ni le interesaba mucho estudiar, hoy trabaja con la educación. Apprendo es una vía que une alumnos con profesores. No sólo busca que los estudiantes mejoren su rendimiento sino que también los profesores de cualquier área tengan más trabajo. A Verónica se le ocurrió conectar dos puntos: la educación y la tecnología. Como parte de una generación de emprendedores tecnológicos, cree que la tecnología es una herramienta con un increíble potencial que hay que aprovechar.
Vero es una chica con convicciones muy firmes y con una manera de pensar muy madura. Se metió en este mundo y encontró su vocación sin querer. No recibe una remuneración a cambio, pero este proyecto es a lo que se dedica día a día desde una oficina de Palermo. Empezó desde abajo y sola, nadie en su familia podía ayudarla mucho porque son ajenos tanto al mundo educativo como al tecnológico. Además de esto, sigue estudiando en la universidad una carrera que disfruta y trabaja en una empresa de Ciencia de Datos para costearla.
Tiene un buen humor que contagia, mucho carisma y actitud positiva. Estas condiciones no son para nada menores para alguien que lleva adelante un emprendimiento que está en pleno crecimiento. La facilidad con la que se desenvuelve y cómo expresa sus ideas claramente son señales de una emprendedora con futuro.
A pesar de ser una chica muy ocupada, no se olvida de que es una joven de 22 años y siempre se guarda un tiempo para ir a patinar a los parques de Villa Pueyrredón con amigos.
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