La historia de Mariana Rosas, primera directora mujer del Coro Sinfónico de Londres

Es de Banfield. Viajó al Reino Unido hace cinco años para hacer una maestría. Ahora encarna un hito en la historia del rubro.

La banfileña Mariana Rosas viajó al Reino Unido hace cinco años para hacer una maestría de Dirección Coral en la Universidad de Birmingham, en Londres, a cargo de Simon Halsey. Su vida, entonces, se adelantó cuatro horas. Lo que nadie le hubiese podido adelantar es que años después estaría al frente del Coro Sinfónico de Londres (LSC por sus siglas en inglés), sucediendo a su mentor para marcar un hito en la historia del rubro: ser la primera latinoamericana, además de la primera mujer, en llegar a ese puesto.

Si bien su debut oficial como directora será el 1° de agosto ya comenzó a trabajar en la preparación, gestión y organización de los ensayos. El primer concierto también va a ser en agosto, en el ciclo de verano que organiza la BBC Proms en el Royal Albert Hall, una de las salas emblemáticas de Londres en las que se dan las presentaciones del LSC junto al Barbican Centre.

Rosas considera que el cargo de directora del Coro Sinfónico de Londres es el más importante que ha logrado en sus 36 años de vida en cuanto a jerarquía, pero no cree que este pueda resumirse como el momento más destacado de su carrera: las vivencias que la fueron marcando son tan importantes como el resultado en sí mismo.

Los primeros pasos en la música

Su fascinación por la música se remonta a la infancia, cuando de niña sus padres la llevaban a obras de teatro y musicales. “Cuando tenía siete años me llevaron al Colón a ver la ópera Hansel y Gretel, en la que había un coro de niños. Ahí me di cuenta de que no hacía falta ser grande para estar en el escenario, entonces le dije a mi mamá que quería estar ahí”, cuenta a AUNO. Primeramente fue a la Escuela de Arte de la Municipalidad de Avellaneda, hasta que a los nueve años entró al Conservatorio Julián Aguirre, en Banfield, donde comenzó estudiando piano.

No fue el gusto por la música académica (término que Mariana prefiere al de “música clásica”) el que la llevó al conservatorio: el conservatorio la llevó a la música académica. Tampoco se trata de un gusto musical único: al día de hoy sigue escuchando canciones de Charly García, Silvio Rodríguez o los Red Hot Chili Peppers.

Ella sabía que lo que le gustaba hacer era cantar, pero no estaba permitido comenzar en el coro desde tan temprana edad, por lo que tuvo que “esperar un par de años más” hasta que ingresó al de niños, dirigido en ese momento por Graciela Tanzi. A partir de ahí se mantuvo en el coro, a la par que estudiaba piano y seguía la formación estipulada por el conservatorio. Aunque en un primer momento pensaba que sus estudios decantarían un futuro de cantante, el paso del tiempo la llevó por otro rumbo.

Tuvo sus momentos de “bajón” en cuanto a la carrera. Sus padres fueron un sostén fundamental que la impulsó a continuar: “Cuando llegaba el momento del examen final, decía que quería dejar la música, que no quería hacer eso, y ellos me decían ‘no, tenés que dar el examen, después si querés dejala’. Y claro, después de dar el examen y aprobar ya me seguía gustando”.

Con el paso de los años, a los 16, ganó una beca para terminar la escuela secundaria en un colegio internacional en Italia llamado Colegios del Mundo Unido. Indecisa con respecto a su futuro musical, trató de dejar de lado todo ese mundo artístico y dedicarse a otras actividades, para corroborar que la música fuese lo que realmente le apasionaba y no era solo una cuestión de rutina. “No duré ni dos semanas me parece. No podía vivir sin la música“, recuerda.

Un año después, a los 17, se enteró de la existencia de un coro de la institución que había dejado de funcionar a raíz del fallecimiento del director. Mariana tomó la iniciativa y le preguntó al profesor de música si podía ayudarlo a rearmarlo. La respuesta que recibió fue: “No me vas a ayudar, yo te voy a ayudar a vos”. En ese momento consiguió las llaves del salón de música, su profesor le daba partituras y organizaba los conciertos, pero ella era la encargada de dirigir. “Como estudiaba música y cantaba en el coro tenía algunas ideas, pero en realidad no sabía bien cómo se hacía”, confiesa. A pesar de este desconocimiento, se dio cuenta que la dirección coral juntaba todas las cosas que le gustaba hacer: cantar, actuar, enseñar, trabajar con otras personas, organizar cosas. Fue ese el punto en el que decidió seguir la dirección como carrera.

Terminó el colegio y volvió a la Argentina para empezar la carrera de Dirección Coral en la Universidad Nacional de las Artes. Luego le siguió una diplomatura en música contemporánea en el Conservatorio Manuel de Falla. Para ese entonces ya tenía su coro y daba clases en la universidad. A la par empezó a trabajar en gestión cultural: primero para la Biblioteca Nacional y el Ministerio de Cultura, y después para la universidad donde estudió. Para ese entonces su trabajo tenía más que ver con la gestión que con hacer música.

Maestro y alumna: una sucesión inesperada

Con los nubarrones de lluvia como telón, Mariana recuerda que gracias a una recomendación se anotó en una maestría a cargo de Simon Halsey en la Universidad de Birmingham, especializada en dirección coral de coros sinfónicos, que es lo que él hace. “Apliqué para el master, y por suerte me dieron una beca porque sino no hubiera podido venir, así que en 2018 el plan fue venir por un año solamente a hacer ese master y después volver”, cuenta con una sonrisa de oreja a oreja en un Zoom. Halsey tenía otros planes para ella, por lo que le recomendó quedarse para aplicar trabajos y armar una carrera allí, donde la música coral es más prolífica que en Argentina.

La influencia de su mentor se evidencia en el amor que siente por su labor. “Cuando la gente está delante suyo canta de otra manera y eso es muy lindo de ver”, dice con los ojos de quien descubre su pasión por primera vez. Las enseñanzas y lecciones van más allá de lo meramente musical y teórico, tienen que ver también con la toma de decisiones, el aspecto más importante. “Muchas veces no hay una respuesta correcta que buscar sino que hay que decidir algo, hacerlo y hacerse cargo de eso. ¿Quién es el buen líder, el que sabe todas las respuestas? Nadie sabe todas las respuestas, es más una cuestión de saber cuándo pedir ayuda, cuándo pedir opiniones, cuándo hay algo que delegar”, concluye.

Una vez consolidada su carrera dentro del Reino Unido, Halsey le pasó la posta para que sea ella su sucesora, logro que la alegra profundamente. “Estoy encantada de asumir el papel de directora del Coro Sinfónico de Londres. Habiéndome trasladado al Reino Unido para hacer la maestría es un honor ser nombrada como su sucesora”, expresa. Sin embargo, dentro de su imaginario no cabe la idea de que ser directora del coro como mujer forme parte de un hito.

Las mujeres y el liderazgo

“La directora del coro de niños en el que yo cantaba era mujer, entonces para mí las directoras también podían ser mujeres desde siempre, no era ni una discusión. Nunca se me ocurrió que era algo especial o que podía ser noticia“, reflexiona Mariana, con la noche llegando a su ventana mientras que el reloj argentino marca las 17. Fueron el paso del tiempo y las olas del feminismo las que influyeron en su pensamiento respecto de cómo el mundo veía los cargos jerárquicos con respecto a las mujeres. 

Cuando recorre su paso por el conservatorio nota que la mayoría de cargos docentes estaba ocupada por mujeres, a diferencia de los compositores que estudiaba. Esta falta de visibilización hacía que en su ámbito no se impusiera la idea de que las mujeres pudieran ocupar cargos importantes.

Hoy en día, ella siente que “hay una primera barrera que la generación” anterior a la suya “rompió”. “Ahora tenemos que seguir. Hay muchas más mujeres en puestos de dirección que antes”, celebra. A raíz de su nuevo cargo le han llegado comentarios de colegas y personas en redes remarcando que ya era hora de que hubiera una mujer. Mariana piensa que “sería lindo que ser mujer no fuera parte de la noticia”. Esto le deja un “sabor agridulce”.

En base a su propia experiencia deja un consejo a las nuevas generaciones que se quieran dedicar a la dirección coral: “La lista de trabajos que a mí me han rechazado es muchísimo más larga que la lista de trabajos que me dieron. Y creo que estadísticamente así es como funciona la carrera. No hay que dejar que una desilusión o un tropezón nos frene”.

Por último, cuenta que escucha podcasts y lee libros de liderazgo para tratar de enriquecer su trabajo por fuera de lo teórico y lo musical. Recomienda principalmente a la escritora estadounidense Brené Brown, especialista en tratar temas como el coraje, la valentía y la vulnerabilidad. De esta autora toma la idea de la vulnerabilidad como fortaleza y no como debilidad, ya que “la capacidad de un líder para mostrarse vulnerable es lo que habilita a la gente que tiene alrededor a dar lo mejor de sí realmente, porque ve a una persona con la que se puede identificar”, concluye.

Antes de irse a cenar, se despide de la llamada con su característica simpatía, mientras recalca que no es “especialista en feminismo ni liderazgo”, sino que simplemente se dedica a “dirigir coros”. Como si la vulnerabilidad de la que hablaba se materializase en ella.

AUNO-19-07-2023
LM-MDY

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