La “Campaña contra el hambre inexplicable” del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo hizo escala en Buenos Aires. Cientos de chicos y educadores se concentraron en la Parroquia Santa Cruz, en el barrio de San Cristóbal, para continuar en su lucha contra el flagelo que afecta a más del 40 por ciento de los niños argentinos. Fue la segunda fecha de la iniciativa que largó en marzo, en Rosario, y que concluirá a fin de año con “una gran marcha que recorrerá el país como una vena abierta”.
La jornada, el viernes, arrancó a las 13, con un show de títeres. Los espectadores eran pibes del interior bonaerense y de colegios estatales y privados de Capital. En medio de la humareda que por estos días se instaló en la ciudad emergían banderas de todos los tamaños, colores y formas, con leyendas como “Un país para todos” o “No nos saquen alegría”. El mismo humo hizo que la reunión fuera incompleta: cuatro micros que traían chicos de Santa Fe y Rosario se quedaron en la ruta.
La campaña, que va por su quinta edición y lleva por lema “El hambre es un crimen. Ni un pibe menos”, consiste en una intensa pega de afiches y en la realización de una actividad por mes en distintas ciudades. “Hasta ahora no hemos tenido contacto con el Gobierno”, señaló a* AUNO-Tercer Sector* el coordinador regional del movimiento, Diego “Chiche” Sola, quien explicó que su apuesta fue “al laburo previo con la gente”. En ese sentido, puntualizó, la respuesta “es asombrosa: en lo que va del año ya hay más adhesiones que en todo el 2007”.
En paralelo al acto en Buenos Aires hubo actividades en Trenque Lauquen y en Olavarría, donde además de pegar afiches los chicos amasaron pan y lo repartieron en la calle. La próxima fecha oficial será el 1 de mayo en Reconquista. Y la siguiente parada será en Mar del Plata, a mediados de ese mes.
Más allá de los inconvenientes durante el acto en Capital, el humo dio algún respiro. Tras los títeres, el presentador leyó los deseos que los chicos le acercaban escritos en papelitos: “Quiero que mi mamá tenga trabajo”, “Sueño con tener una casa”, fueron algunos. De a poco, su voz se fue perdiendo en los tambores de la murga, que avanzó por Estados Unidos y no detuvo su paso hasta meterse en la parroquia.
La elección del escenario no fue casual: la Parroquia Santa Cruz pertenece a la congregación de los Misioneros Pasionistas y fue, durante años, lugar de encuentro y de secuestro en las tinieblas de la dictadura de las Madres de Plaza de Mayo y de muchos familiares de desaparecidos. El padre Marcelo, cura de la parroquia, indicó a AUNO-Tercer Sector que la iniciativa “cuenta con el apoyo del obispo” porque “es lo que nos propone Jesús”.
Al son de la murga, la gente comenzó a entrar en la iglesia, banderas en alto. En primera línea marcharon los alumnos del Colegio Don Bosco. Su impecable uniforme azul parecía contrastar con el motivo de la convocatoria, pero el gran cartel que llevaban dejaba las cosas bien en claro: “Los otros también somos nosotros”.
Hubo que esperar un rato largo para que todos cupieran eran muchos, cerca de 3 mil según los organizadores, lapso que los chicos del Hogar Pelota de Trapo usaron para enarbolar consignas como “Sí a la libertad, no al hambre”, “Ropa digna”, y entonar canciones de autoría propia. “Este año vamos a terminar con el hambre”, dijo con firmeza una chiquita, micrófono en mano, “porque nos vamos a quedar en la Plaza de Mayo hasta que la Presidenta rompa la alcancía, y no nos van a sacar”.
“Nos sobrepasó la cantidad de gente, superó por mucho las expectativas”, explicó luego “Chiche” Sola. “También nos sorprendió gratamente el amplio arco que adhirió: estaba la CTA, la Iglesia, la CCC, las Madres de Plaza de Mayo, Pérez Esquivel, ATE, el MTL, el Movimiento Auténtico Peronista, es decir, un espectro muy amplio que en otras ocasiones no se junta”, sostuvo.
Finalmente la parroquia se llenó. Los carteles taparon los frescos de estilo renacentista y los chicos coparon los bancos, el piso, el púlpito, el altar y los pasillos. La entrada de la bandera –una inmensa bandera hecho de muchas banderitas atadas- preludió las palabras del coordinador nacional del movimiento, Alberto Morlachetti.
“Después de Mar del Plata vamos a juntarnos para organizar una gran marcha que recorra el país como una vena abierta”, dijo, mientras alguien subía al altar dos enormes canastas de mimbre que inundaron la parroquia con el aroma de la masa recién horneada. Tras el discurso, repartieron los panes a los chicos y un cura los bendijo. Sonó el tema del spot radial, todos cantaron y nadie se quedó sin comer. Quedó claro que la idea, la convicción, la esperanza, es que nunca más ningún chico se quede sin comer.