Por Débora Paz y Paola Cuenca
El martes 5 de agosto, Natalia Ciak leyó en las redes sociales de su expareja la frase: “Con él yo hago lo que quiero”. Decidió llamar al 911, preocupada por su hijo Joaquín. Al llegar a su casa, en el centro de Lomas de Zamora, encontró a Alejandro Ruffo (52) tendido en la cocina con múltiples heridas de arma blanca en el abdomen, el cuello y las muñecas. Pero su desesperación no fue por él sino por Joaquín, su hijo de 8 años, a quien buscó por toda la vivienda hasta hallarlo sin vida en su habitación.
Se cumplen tres meses de ese crimen y Natalia decidió hablar con AUNO para pedir justicia y recordar el vínculo profundo que los unía: “Éramos mamá e hijo, amigos, compañeros, al final siempre fuimos él y yo». Encontró en las redes sociales una forma de transformar el dolor en acción y lanzó en Instagram una campaña bajo el lema “Yo soy tu voz”, en la que familiares, amigos y vecinos se unieron para pedir por Joaquín, quien este 11 de noviembre hubiera cumplido 9 años.
LOS HECHOS
El caso quedó en manos de la fiscal Fabiola Juanatey, de la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio N°2 del Departamento Judicial de Lomas de Zamora, como “homicidio agravado por el vínculo”, es decir asesinato de una persona con la que se tiene un lazo familiar directo. Quien lo mató fue Ruffo, su padre (o “no-padre”, como lo llama Natalia). Ese mismo día, el hombre fue trasladado al Hospital Gandulfo de Lomas de Zamora porque había intentado suicidarse.
Cuando Natalia llegó a «la casa del horror», ubicada en Loria y Díaz Velez, vio a Joaquín con una almohada sobre la cara. Los forenses determinaron la causa de muerte del niño como “asfixia por compresión extrínseca de cuello” y, según comentó a esta agencia el abogado de Ciak, lo que está en vías de investigación es determinar si su asesino lo sedó previamente.

El juez de Garantías 8 de Lomas de Zamora, Gabriel Vitale, dictó la prisión preventiva e imputó a Ruffo por “homicidio triplemente agravado por el vínculo, por alevosía y con el fin de causar sufrimiento a su cónyuge”. La pena podría ser prisión o reclusión perpetua.
Ruffo fue sometido a una complicada operación por un corte que se había provocado en el abdomen. Tras una semana en terapia intensiva, le dijo a un profesional de la salud: “Lo asfixié para mandarle un mensaje a la mamá”. Pero luego se negó a declarar ante la Justicia. Fue dado de alta y trasladado al Penal Neuropsiquiátrico de Melchor Romero, donde espera que la etapa de instrucción avance luego al juicio oral y público.
Tres meses después, la querella espera los resultados de los peritajes psicológicos para poder avanzar en el caso. Uno de los abogados de Ciak aseguró que tienen un “sinfín de pruebas que demuestran la culpabilidad” de Ruffo, entre los que se incluye un “registro de llamadas y mensajes que él le enviaba” a su expareja, quien había decidido separarse.
El abogado también dijo que pudo haber premeditación porque, según se descubrió en la investigación, “era un tipo que veía tutoriales de cómo suicidarse y los hechos muestran que después quiso quitarse la vida. Así que entiendo que puede haber habido alguna premeditación”, arriesgó.
La madre del niño no cree que haya una “condena justa”, pero exige perpetua para el homicida: “Estaba en su sano juicio, cómo se explica si no, que además de hacer lo que hizo también se deshizo de todas todas mis pertenencias. Y cuando digo ‘todas’ es que vació mis placards, cajones, todo”, contó Natalia.
LA PALABRA DE NATALIA: «VIOLENCIA VICARIA»
En este mes lleno de emociones, Natalia decidió hablar AUNO. Se decidió por la cercanía del que hubiera sido un nuevo cumpleaños de su hijo y para dar consejos a otras víctimas de violencia.
–¿Cómo era tu relación con tu ex pareja ?
– Salvando algunos buenos años, desde que Joa nació era una guerra. Primero por la violencia de la familia paterna a mi persona recién parida, puérpera. Corté vínculos que no eran sanos para mí ni para Joa. Mi hijo no fue el títere de ninguna famila Ruffo-Viñuales. Él es un no-padre, no hay peor traición que haber hecho lo que le hizo a su hijo. Hace tres años que le pedía el divorcio. Estaba obsesionado, pasé de ser todo lo que estaba bien a tener la culpa de todo. Es violencia vicaria, no sólo me manipuló haciéndome creer que todo estaba bien, sino que me dañó en el talón de Aquiles. No lo perdono ni en esta ni en mil vidas.
–¿La familia del acusado se comunicó con vos en algún momento? ¿Intentaron involucrarse en el caso?
–Del lado paterno solo recibí, dos semanas después del hecho, un pésame espantoso de la madre del no-padre.
–¿Cambió tu forma de ver la vida después de lo que pasó?
–Es un cambio de vida 360, no hay consuelo. A veces pienso ‘tal vez mañana Dios se apiade de mí y sigo durmiendo’. Pero no pasa. Me levanto, desayuno, vivo. Algo debo tener que hacer aún.
–En tus redes sociales hablaste sobre “violencia vicaria” y cómo los medios vinculan el caso a ese término. ¿La hubo por parte de Ruffo?
–La violencia, es uno de los peores males, porque lamentablemente tienen consecuencias como la que sufrió Joaqui y sigo sufriendo. Porque la violencia se minimiza, se naturaliza y a las mujeres nos criaron históricamente para ser calladitas, educadas, mantener una imagen. Este es el tipo de violencia de parte de un no-padre, no había nada que pudiera ver, porque cuando estás en ese círculo es imposible pensar que podría hacer algo así. Escapa a la humanidad. La violencia vicaria aún no está legislada en Argentina, la perspectiva de género casi no existe y a las que hablamos de eso se nos cataloga de “locas”, “exageradas” o “feminazis”. Pero mueren mujeres y niños en manos de hombres violentos.
EN RECUERDO DE JOAQUÍN
Tras el crimen de Joaquín, Natalia comenzó una campaña de visibilización bajo el lema “Yo soy tu voz”, en la que la acompañan familiares y amigos. El apoyo se materializó en la cuenta de Instagram @justiciaporJoaco, donde más de 4 mil seguidores comparten mensajes y algunos recuerdos.
Hace unos días se cumplieron tres meses del hecho y la madre sigue recordándolo. En cambio en las redes sociales de Ruffo los mensajes se acumulan como piedras.

Hace más de tres meses falta Joaquin. Amaba el fútbol, era uno de sus deportes favoritos, integraba la categoría 2016 del club Lagartos de Banfield y uno de sus sueños era convertirse en futbolista profesional. En su honor, el 5 de noviembre sus excompañeritos de equipo decidieron homenajearlo añadiendo su nombre a la bandera de la asociación.
En Colegio French de Banfield, algunos de sus excompañeros se encuentran con contención psicológica. Natalia recuerda cómo era su relación con él. “Eramos mamá e hijo, amigos, compañeros”, “al final siempre fuimos él y yo compinches, confianza al 100 por ciento” y ”todo lo que tuvo fue porque mamá trabajaba y es mérito de la personalidad hermosa de Joaquin y de lo que pude enseñarle”, evocó.
En la entrevista con esta agencia comentó cómo vive desde su partida: “El tiempo se detuvo desde agosto. Le escribo día a día, con más preguntas que respuestas”.
A tres meses del hecho espera un mes “muy difícil” porque Joaquin hubiera cumplido 9 años este 11 de noviembre. “Voy hacer una torta y pedir tres deseos. Dejaré que nueve globos busquen su rumbo en el cielo y así honrar la vida. Lloro, todos los días porque ya no hay palabras.” concluyó.
En la casa donde ocurrió todo, ubicada en Eustaquio Diaz Vélez 192, siempre hay globos y carteles en memoria del nene. El barrio, normalmente concurrido, decidió guardar silencio. La madre del niño ya no vive allí y se despidió dejando un pequeño mensaje: “Hoy mamá estuvo aquí, yo soy tu voz”. A pesar del dolor, sigue de pie y cuenta por qué lo hace:
—¿En qué te apoyás para sobrellevar este proceso?
—Me ayuda mi entorno, mi familia, mis amigas, mi psicóloga Rosa y mi psiquiatra. Ojalá otras mujeres no sientan miedo y piensen que la Justicia acompaña la violencia de género emocional/psicológica, que no estamos locas. No tienen que enviarnos a hacer terapia. Hace tres años empecé terapia, la terapeuta me dice: ‘¿por qué estás haciendo terapia para soportar?’ Me viene eso a la cabeza todos los días ¿por qué soporté? Porque el miedo y el prejuicio social te paraliza, te lleva a que no salgas, a que no te auto-protejas de alguien a quien en realidad vive con vos, que es tu pareja pero no conocés. A Joaqui le preguntó ‘¿Qué es lo que no vi, hijo?’ Qué no vi.
—¿Hay algo que te gustaría decirle a otras mujeres que viven en contextos de violencia, y no saben cómo salir?
—Si mi historia te es familiar, te habla: pedí ayuda, no te congeles. Lo que se congela luego es un rostro: Joa se congeló y quedó en el recuerdo de todos los que lo conocieron a los 8 años. Hablar y pedir ayuda, sin miedo a que te digan “estás loca» .Hay gente de bien aún dispuesta acudir a ese grito. Confío que socialmente algo puede cambiar.
DAP-PC-AFD
AUNO-11-11-2025


