Evita y la ayuda a los pobres de EE.UU.

Ese hecho, que data de 1949, está contenido en un libro de García Lupo. Evita mandó ropa de invierno para los pobres de Washington. El gobierno peronista de entonces mandó también alimentos y ropa a países europeos, al Africa y repúblicas de América Latina. Ese periodista dice que en aquel tiempo la moneda argentina estaba segunda detrás del dólar.

Horacio Raúl Campos

Lomas de Zamora, may 04 (AUNO) – “En 1952, cuando falleció, muchos aún recordaban en los Estados Unidos que tres años antes Eva Perón había asombrado al mundo político al enviar un avión con ayuda de invierno para los niños pobres de Washington”, escribe Rogelio García Lupo.

Fue en 1949, en medio de un clima de tensión diplomática creciente entre nuestro país y los Estados Unidos y en vísperas de que Harry Truman asumiera la presidencia.

El vicepresidente Truman eran un granjero de Missouri a quien la muerte del presidente Franklin Roosevelt depositó en el centro del poder mundial.

“Truman arrojó sin titubear la bomba atómica sobre Japón y había dado muestras de que estaba dispuesto a poner a Estados Unidos a la cabeza del mundo cuando se firmara la paz”, dice García Lupo.

Ese periodista argentino publicó Últimas noticias de Perón y su tiempo, Buenos Aires, Ediciones B, 2012. La primera edición es de 2006, consta de 19 capítulos y el dedicado a Evita se llama ‘Eva Perón y la filantropía de choque’.

Precisa que “las principales figuras de la política se hicieron presentes en Washington y todos se sorprendieron al recibir una comunicación de la embajada argentina que informaba sobre un evento que tendría lugar el día siguiente de los festejos oficiales” de la asunción de Truman.

“Se trataba de la entrega de ropa de invierno para 600 niños pobres residentes en los barrios bajos de la capital de Estados Unidos”, explica.

La donación en nombre de Eva Perón y su Fundación de Ayuda Social había sido gestionada cuidadosamente con el reverendo Ralph Faywatters, quien presidía la Children’s Aid Society, una entidad caritativa que protegía a los niños negros de Washington.

García Lupo asegura que “la reacción del gobierno norteamericano no se hizo esperar y la embajada argentina tuvo que dar explicaciones sobre las intenciones del regalo”.

“Entre tanto, el reverendo Faywatters había puesto en acción a otras organizaciones y un total de 27 entidades (en su mayoría de ciudadanos negros) reclamaron su porción del cargamento”, señala.

El periodista aclara que “Truman le dio en parte la razón a Evita cuando en si discurso de posesión afirmó que ‘Estados Unidos sufre el efecto de los precios excesivamente elevados, la producción aún no cubre las necesidad y los salarios mínimos son demasiados bajos, al mismo tiempo que las pequeñas empresas pierden terreno en beneficio de los monopolios’”.

Cuenta que la misma fundación de Evita “en los dos años siguientes enviaría donaciones semejantes a más de ochenta países, entre los que se incluían naciones europeas devastadas por la guerra, pequeños principados africanos y prácticamente todos los países latinoamericanos”.

La aristocracia porteña y la moneda argentina

La irritación de los norteamericanos, narra García Lupo, no disminuyó por el hecho que también Francia, en los mismos días recibiera una donación semejante, que fue repartida entre los niños pobres de Montmartre.

“En París, puntualiza, la distribución del vestuario en nombre de Evita contó con la presencia de la esposa del ministro de Defensa, Paul Ramadier. De Monnerville, esposa del presidente del Consejo de Ministros, y de la princesa D’ Arenberg, cuya concurrencia al acto peronista molestó a sus aristócratas amistades de Buenos Aires”.

El ministro Ramadier, un veterano socialista, tomó el hecho con maliciosa satisfacción porque en esos días debió “doblegarse a la humillante presión de Washington a fin de recibir la ayuda del Plan Marshall para Francia”.

“El mismo día que los afroamericanos de Washington vistieron las ropas argentinas de Evita, el canciller del tesoro británico, sir Stafford Cripps, señaló que ‘la Argentina es un mercado de divisas fuertes, o sea de moneda de intercambio y de aceptación universal’”, cuenta García Lupo.

En el último párrafo de ese capítulo dice: “Era verdad, la moneda argentina estaba en segundo lugar, después del dólar, seguidas por las de Canadá, Bélgica y Suiza”.

Este siete de mayo se cumple el nonagésimo cuarto aniversario del natalicio de Evita.

AUNO 04-05-13
HRC

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