«Es más alta la contaminación domiciliaria que la industrial»

Así lo aseguró el vicepresidente de Acumar durante una recorrida que realizó con *AUNO* por el curso de agua contaminado. Consideró que «si la comunidad no se apropia del río, todo lo demás es imposible».

Pablo Tallón

Lomas de Zamora, agosto 20 (AUNO).- Avanza y dibuja una V sobre el agua. Así lo hará durante las poco más de dos horas que durará el viaje sobre el Riachuelo con las descripciones y comentarios, cual guía, del vicepresidente ejecutivo de la Autoridad de Cuenca Matanza-Riachuelo (Acumar), Antolín Magallanes. “Hoy en día es más alta la contaminación domiciliaria que la industrial”, apuntó el funcionario a AUNO durante el recorrido por el curso de agua.

Magallanes cuenta que la primera vez que surcó el Riachuelo fue en la década del ’80, cuando subió a una embarcación comandada por un capitán del cuerpo de Bomberos Voluntarios de La Boca. “No sabés lo que era esto”, dice y señala con sus manos babor y estribor, “había que frenar a cada rato para sacar la basura que quedaba en las hélices del motor”.

La pequeña lancha sale del embarcadero ubicado en la Vuelta de Rocha, en el barrio porteño de La Boca. Una vez que el agua deja su estado calmo y se ve sacudida por la quilla, Magallanes explica el recorrido: la nave saldrá hacia el Río de la Plata para comenzar la travesía desde el inicio, el mojón que marca la división entre los dos cursos de agua. Desde allí, seguirá hasta casi llegar a Puente La Noria, en Lomas de Zamora, es decir, “unos nueve o diez kilómetros de los 65 que tiene el río en su extensión total”.

Ya no se ven las islas flotantes de botellas, bolsas y demás residuos que hacían del Riachuelo una imagen de la irresponsabilidad y falta de compromiso de una sociedad para con el medio ambiente. Sin embargo, a medida que la lancha se acerca a las barreras que pone Acumar para juntar la basura se puede ver que todavía perdura parte de esa inconsciencia. Ese es el gran desafío que hace falta ganar, de acuerdo al vicepresidente del organismo interjurisdiccional: “Es necesario cambiar el patrón cultural de la cuenca, desterrar la idea bicentenaria de que se pueden tirar los desechos al río”.

El olor tampoco es aquel aroma alquitranado que se sentía al pasar cerca del curso de agua que quedó como emblema de la contaminación y que, de a poco, quiere dejar de serlo. Aún perduran zonas en las que sí se hace evidente que todavía falta mucho por ejecutar del Plan Integral de Saneamiento Ambiental: de los 1588 establecimientos industriales que contaminan sólo 196 ya fueron reconvertidos y han pasado a tener procesos controlados de vertido de efluentes.

“Actualmente estamos reconvirtiendo entre 10 y 15 establecimientos industriales por mes, pero nuestro objetivo es aumentar la capacidad a unos 20 o 30 mensuales”, apunta el ex presidente de la Fundación x La Boca.

Pasados cinco años del fallo de la Corte Suprema que ordenó a los estados nacional, porteño y bonaerense a sanear la cuenca en la que viven unos 7 millones de habitantes, para Magallanes recién se está terminando una primera fase: “Estamos por quebrar una etapa adversa, por llegar a un punto de saneamiento sustentable, así como también estamos encontrando las bases para sostener el plan integral”.

Metros antes de Puente Bosch, en Avellaneda, las barreras flotantes acumularon decenas de botellas de plástico, bolsas, hojas y demás residuos que serán levantados por la grúa y arrojados sobre el acoplado de uno de los camiones dispuestos. Durante 2013, ya fueron recogidos más de 170 mil toneladas de basura de las márgenes, mientras que la que ya fue extraída del espejo de agua fueron unas 18 mil toneladas.

Para el vicepresidente de Acumar, ésa es la palabra clave: integral. “No se trata sólo de limpiar el Riachuelo: la idea es que no se vuelva a contaminar, que la población se apropie de un espacio que le pertenece. Estamos elaborando proyectos para realizar parques naturales con uso para la comunidad, de manera que se puede restablecer la flora autóctona y que también la gente se acerque y pueda utilizarlos”.

El viaje estará lleno de “hay que” y “la idea es”. Magallanes sabe lo que quiere para la región en la que se asienta el 15 por ciento de la población argentina. “Hay que pensar la cuenca, para lo que es clave recuperar la identidad, si es que alguna vez existió; y si no, habrá que crearla. Pensar los arroyos, los humedales, los bosques; trabajar con los docentes para que ellos también sean conscientes de la importancia de una cuenca libre de contaminación.”

Se emociona con cada nueva ave que aparece en las márgenes: algunas garzas blancas, otras negras de pico amarillo. Pero esa sensación alegre termina cuando descubre una nueva heladera que aparece en la orilla, y si eso sucede cerca de alguno de los contenedores que dispuso el organismo interjurisdiccional para que los vecinos arrojen basura, ya pasa a una indignación que no puede contener.

Al pasar por el Club Regatas de Avellaneda, recuerda aquel pasado que parece tan lejano, cuando solían verse a los deportistas a bordo de sus pequeñas embarcaciones. “Antes de trasladarse al Tigre, el Riachuelo era el lugar donde se practicaba remo.”

Dirá que “si la comunidad no se apropia del río, todo lo demás es imposible”, y hacia eso proyecta el funcionario, licenciado en Trabajo Social que tiene la vida marcada (surcada, mejor dicho) por este curso de agua: antes de aquel viaje iniciático con el bombero boquense, él pasó su juventud como docente en escuelas cercanas al Riachuelo, tanto del lado porteño como del bonaerense.

Cree que la sociedad debe hacerse dueña de la cuenca y así “poner en valor la zona, desde aspectos tan variados como lo turístico, lo recreativo, lo cultural y lo deportivo”.

Acerca de los principales escollos que tiene hoy en día el plan de saneamiento, lamenta que los estados de la ciudad de Buenos Aires y de la provincia no aporten el 25 por ciento que le corresponde a cada uno: “Hoy en día, el Estado nacional está poniendo el 80 por ciento del presupuesto, cuando tendría que hacerse cargo sólo de la mitad. La Ciudad puso una cifra mínima, y Provincia todavía no aportó un peso”.

La embarcación continúa su recorrido y el vicepresidente de Acumar no deja de dar indicaciones, aportar datos, contrastar el pasado con el presente. A pesar de que hace, como mínimo, un viaje por semana, sigue sorprendiéndose y queda maravillado ante los avances que ve e indignado ante los retrocesos o falta de progresos. “Están quedando lindos los barrios, yo ya me veía que iban a hacer esas torres horribles, pero la verdad está quedando muy bien”, comenta ante los nuevos complejos habitacionales a los que fueron trasladados los asentamientos que estaban ubicados en las márgenes.

Sobre el agua se ven pequeñas manchas negras que se acentúan al llegar a la desembocadura del arroyo Cildáñez, donde pasan a ser islas flotantes. “Es la bosta de vaca que tira el Mercado de Liniers”, afirma Magallanes con un dejo de bronca.

La actualidad del plan de saneamiento indica, según el funcionario, que se está por “terminar el primer paso que es dejar de contaminar, luego habrá que avanzar con diagnósticos estadísticos para poder llevar a cabo una nueva etapa en base a la información”.

Parte de esa recolección de datos comenzó con el censo de establecimientos industriales, a partir del cual se pudo determinar que en la cuenca había casi 1600 agentes contaminantes. “Hace dos años no se sabía cuántas industrias había, qué tipo de contaminantes vertían al Riachuelo”, sostiene Magallanes, mientras el viento lo obliga a aguzar la vista para seguir viendo las márgenes que quiere “verdes, con plantas autóctonas, porque las aves se acercan más si la vegetación es propia del lugar”.

Otro aspecto de la etapa de investigación será la relacionada a los barros asentados en el lecho, que contienen “la historia de la contaminación del Riachuelo”. Allí están concentrados los metales pesados y demás desperdicios que fueron arrojando las empresas que se instalaron en la cuenca, desde los primeros saladeros en el siglo XIX hasta las curtiembres y el polo petroquímico de Dock Sud. “Hay que hacer un buen diagnóstico y luego definir los pasos a seguir”, dice el ex titular de la Fundación x La Boca.

Casi al final del recorrido, Magallanes se ilusiona con el potencial que se podría obtener del Matanza-Riachuelo: “Una vez saneado, el curso de agua puede ser hasta una vía rápida de transporte”.

Pero para eso, el objetivo primordial es “trabajar integralmente el saneamiento: todos los actores que intervienen y todos los aspectos, desde la recuperación urbana hasta la arquitectura de las fábricas y barracas que cerraron hace décadas”.

La lancha pega la vuelta. Por suerte el frío no se hizo presente a lo largo de la jornada. Magallanes, que de tantas veces que navegó asegura que ya aprendió a manejar la embarcación, sigue mirando a babor y estribor. Conoce el paisaje de memoria. Sobre el agua, las botellas flotan; en las márgenes, algunas aves picotean la basura y desde los asentamientos saludan. De a poco, el panorama va cambiando, pero todavía resta mucho.

PT-AFD
AUNO-20-08-13

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