Eruca Sativa, el fuego que no pueden apagar en Auditorio Sur

El trío rockero cordobés compuesto por Lula Bertoldi, Brenda Martín y Gabriel Pedernera se presentó en Auditorio Sur, en Temperley, en el marco de su gira 15 años, y tras seis años de su última visita al Conurbano sur.

Cobertura especial
Fotografías: Lautaro Ricardo

Pogo, gritos y emoción. Eruca Sativa presentó el pasado sábado 21 en Auditorio Sur, la clásica sala de Temperley, su último disco Dopelganga, y con un repertorio de éxitos propios y prestados hizo saltar, cantar y conmover a los 1500 presentes: una crónica del compromiso social, la amistad, los homenajes, las opiniones encontradas y un ritual compartido.

Son casi las ocho de la noche y Leo, mejor conocido como ‘Cuchillo’, encargado de la seguridad en la valla de Auditorio Sur, con su característica bandana negra y su espíritu metalero, bromea con lastimarnos si nos pasamos del límite que le toca cubrir, y se pelea con un fotógrafo porque sostiene que “la música de ahora ‘especialmente el reggaetón’ es una porquería y no aporta nada a la cultura”. 

Afuera es la noche más cálida del invierno y caen las primeras gotas que prometen que el clima vuelva a la normalidad, pero adentro aún no están listos para que baje la temperatura. El escenario se ilumina para recibir a Maca Mona Mu, acompañada por Juli Aita Rub en los coros y Juanito El Cantor en la guitarra, los elegidos para abrir el show. 

Con un sonido fresco, ecléctico y sutil convocan a los presentes a acercarse para conocer su música, con letras que transmiten los miedos, las certezas, el cansancio, los anhelos y los altibajos de crecer en este mundo, logrando conectar con el público por medio de una consigna clara: “Si tienen algo pendiente por hacer los y las invito a que lo hagan ahora”, como introducción a su canción La Cobardía

Lula Bertoldi hizo vibrar con su guitarra a todo el Auditorio Sur

La audiencia despide con un enérgico aplauso a Maca y su potente y emotiva voz, y se prepara para recibir a la banda cordobesa que hace 15 años hace su aporte a la no tan amplia lista de representación femenina en el rock argentino, y que aprovecha su merecido lugar para vocalizar algunas de las injusticias que sufrimos las mujeres en ese y tantos otros ambientes. 

Segundos antes de las 9 de la noche se escucha una guitarra eléctrica que viene desde la oscuridad, los presentes comienzan a agitarse y se amontonan nuevamente cerca del escenario, se prenden las luces y entran ellas, Lula Bertoldi en la guitarra, Brenda Martín en el bajo y los coros, con Gabriel Pedernera que las esperaba en la batería. Los tres combinados, vestidos con tonos de rojo y estampados animal print

Eruca Sativa, el trío cordobés, es recibido por las cerca de 1500 personas que llenan el auditorio de Temperley con aplausos y gritos de emoción, porque esta visita era esperada desde 2017, la última vez que visitaron Zona Sur, bastante antes de la pandemia que pausó toda posibilidad de encuentro presencial con la música, y que los presentes no perdieron oportunidad de reclamar. 

El show abre con un cover de Sola en los bares, el tema de Man Ray que forma parte de su último disco Dopelganga compuesto por reversiones a algunos temas clásicos del rock latinoamericano como Ojalá de Silvio Rodríguez o Bolero Falaz de Aterciopelados, y que pudieron homenajear en vivo junto a su intérprete original, Hilda Lizarazu, en su paso por el Estadio Obras el pasado 2 de diciembre. 

Los instrumentos y la energía de las artistas se complementan con una apuesta de luces, humo y tres monitores que proyectan los efectos visuales elegidos por el equipo para acompañar cada canción, y los primeros temas fluyen sin interrupciones, con una invitación constante para saltar, poguear, bailar y cantar a los gritos. 

Son muy pocos los que se acuerdan de sacar el celular para guardar algún souvenir audiovisual de la noche, quizás porque encontrarse con Eruca Sativa es una experiencia para disfrutar sin intermediarios tecnológicos, o tal vez porque ya es parte de un ritual que se saben de memoria, porque si Lula deja de cantar en alguna parte, todos y todas saben muy bien que es su turno de gritar la letra a todo pulmón. 

La familiaridad entre el público y la banda se siente cada vez que hay algún instante de silencio y alguien aprovecha para gritar “¡Gracias Eruca!”, en una expresión de gratitud que es totalmente recíproca, y que la cantante toma como una oportunidad para reconocer la paciencia de sus fans de Temperley y alrededores por aguantar seis años desde su última visita, y promete esperar menos para la próxima. 

Por momentos los roles de los integrantes van rotando, Brenda pasa a tocar instrumentos de percusión y Gabriel se pasa a las cuerdas, para poder abarcar otros sonidos con influencias de géneros variados, como en el caso de su canción Creo, las de la música folklórica que requiere también la participación de la audiencia para marcar el compás de la chacarera y cantar su mensaje de unión y lucha que supo acompañar el reclamo feminista de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo desde 2019 hasta su sanción. 

Brenda Martín marcando el compás con su bajo

El compromiso de la banda con las causas que consideran justas también se expresa cuando Brenda hace mención a la situación que está viviendo el pueblo jujeño e invita a solidarizarse con nuestros hermanos y hermanas en su lucha. “Es muy importante cuidar la tierra que habitamos”, concluyó, a lo que Lula agrega “y gracias a las canciones que nos hacen volver a creer”. 

Resulta evidente también que hay una intención de que todos los integrantes de la banda brillen por igual y se diviertan en las presentaciones. No hay un líder claro, son un equipo horizontal que se extiende también a quienes hacen posible que los tres lleguen al escenario a tocar, y esto se debe a que el vínculo que los une es la amistad hace más de 20 años, incluso antes de que se forme Eruca Sativa. 

Así, entre canciones que hicieron retumbar las paredes de Auditorio Sur, rondas de pogo que sacudieron la tierra e hicieron volar vasos y zapatillas, melodías que movilizaron a los presentes por causas colectivas, y acordes que con la simpleza de un sonido acústico nos pusieron la piel de gallina por la experiencia individual, pero compartida de haber sufrido un corazón roto, fue el paso de Eruca por Temperley. 

Sin embargo, Leo, o ‘Cuchillo’, el guardia de seguridad, no logró conmoverse con la propuesta, y expresó que algunas imprecisiones en la performance musical, aunque entendibles por la euforia y el movimiento, no le permitieron disfrutar el show, pero reconoce que él tampoco estuvo predispuesto a gustar de algo nuevo, sintetizando perfectamente lo lindo de la música: que hay para todos los gustos.

AUNO-27-7-23
SG-SAM

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