“En épocas tan duras el teatro nos une”

Osmar Núñez dirige _Un hombre sin suerte_, adaptación de un cuento homónimo de Samanta Schweblin que se verá en Nobles Bestias. Es un unipersonal en el que actúa María Nydia Ursi-Ducó. Núñez lo define como un espectáculo “sensible” e “íntimo”, un paseo por toda la narrativa de una autora que está “haciendo estragos en el mundo”.

Franco Lapalma

Lomas de Zamora, septiembre 23 (AUNO).- Osmar Núñez se considera “más actor que director”. Pero en su rol de director teatral presentará hoy en el Teatro De las Nobles Bestias Un hombre sin suerte, adaptación de un cuento homónimo de Samanta Schweblin (a las 21 en 14 de julio 142). Es la historia de “una mujer que rememora su infancia, con un recuerdo permanente de un episodio vivido en su cumpleaños, y cómo le repercute hoy aquello que sucedió, que pudo haber sido traumático”, explicó Núñez a AUNO.

“Me gustaría que la gente vaya a ver el espectáculo porque es inusual. Es muy sensible y, en épocas tan duras, difíciles como las que vivimos, de tanto desencuentro y tanta grieta, el teatro nos une a todos por igual”, destacó el director, y así invitó al público de zona sur. El texto de Schweblin recibió el Premio Internacional de Cuento Juan Rulfo 2012. El espectáculo cuenta con la interpretación de María Nydia Ursi-Ducó y va por la tercera temporada. “Es un encuentro muy particular, íntimo y cercano con el espectador”, describió el actor de Relatos salvajes.

Además del éxito con Un hombre sin suerte, Núñez logró una doble nominación a los premios ACE (otorgados por los cronistas de espectáculos): por su labor como actor protagónico en Orquesta de señoritas (comedia) y en Relojero (drama). Él expresó que es “una alegría enorme estar nominado con grandes actores”, entre los que se encuentran Alejandro Awada, Hugo Arana, Luis Machín, Adrián Suar, Carlos Portaluppi, Diego Peretti y Julio Chávez.

—¿Qué representa esta obra para usted?
—Tiene un lugar importante para mí, porque ha tenido una gran repercusión. Es un espectáculo muy especial, con una gran sensibilidad, muy chiquito, en el que está el mundo de Schweblin. Es un encuentro muy particular, íntimo y cercano con el espectador. No es una obra de teatro espectacular: es espectacular en cuanto a los afectos, los sentimientos, los vínculos, los fantasmas del pasado que están ahí tan presentes. Para mí ocupa un lugar muy especial.

—¿Cómo la definiría?
—Yo no le digo unipersonal porque no me gusta, me remite a algo auto referencial y esto no tiene nada que ver. Es una obra para un solo personaje. María Nydia es una gran actriz y creo que éste es un texto que maneja como nadie. No imagino a otra actriz haciendo el papel. Es más, lleva adelante mi idea de manera extraordinaria. Defiende el espectáculo con uñas y dientes. Lo hace tan bien que da placer, por eso cada vez que la veo le digo: “tengo poco para decirte porque le hacés honor a la autora”.

—¿De qué trata el espectáculo?
—Habla de una mujer madura rememorando su infancia, sus primeros contactos con el afuera, con un recuerdo permanente de un episodio vivido en su cumpleaños, y sobre cómo le repercute hoy aquello que sucedió, que pudo haber sido traumático.

—¿Cómo fue el proceso de adaptar el cuento para el teatro?
—Fue una propuesta de María Nidya, que me hizo conocer a la cuentista. Un día me leyó el cuento y me enamoré inmediatamente. Le dije que lo iba a dirigir. Ella hizo la adaptación. Y como yo leí todo lo de Samanta, (el espectáculo) está atravesado por otros personajes, mejor dicho, por fantasmas o impresiones acerca de su narrativa. En el espectáculo hay algo de eso. Si bien “Un hombre sin suerte” está prácticamente intacto, está adaptado para el teatro. Porque en definitiva es un cuento y la teatralidad tiene otros códigos. Había que encontrarle por qué camino llevar ese cuento.

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—¿Por qué dice que se enamoró inmediatamente del texto?
—Soy más actor que director. Y en los actores la intuición es fundamental; la primera lectura, también. Vos leés algo y tu corazón se emparentó con la esencia, que uno no sabe cuál es pero que está ahí, en ese material del que uno se enamora perdidamente. Con María Nydia y “Un hombre sin suerte” creo que sucedió eso. Fue un trabajo de mucho tiempo, pero muy intenso y muy feliz.

—¿Qué opina sobre la obra de Schweblin?
—Es una escritora muy generosa y muy cinematográfica; de hecho ya ha pasado por el cine. Y sus personajes tienen grosor, se los ve, están ahí muy presentes con sus contradicciones, amores y locuras. Todos están siempre casi en un límite. Ellos quizá no lo saben, pero para el espectador están como en una cuerda floja. Samanta es muy particular, tiene el suspenso en todos sus cuentos y te tiene en vilo desde el principio hasta el final. Pasa por una intriga que vos decís “¿hacia dónde me lleva esta mujer?”, y cuando se va resolviendo, te van atrapando otras cosas. Pero querés llegar a ese supuesto final, a ése que uno imagina. La verdad que te sorprende. Es extraordinaria, ganadora de muchos premios, en el mundo está haciendo estragos y es muy joven. Quien la conoce sabe que en nuestra obra hay un paseo por toda su narrativa.

—¿Por qué presentan la obra en el Teatro de las Nobles Bestias, de Banfield?
—Me encanta hacer giras, ir al conurbano, a las provincias, porque uno va conociendo otros públicos, con otras necesidades, con ganas de ver algo nuevo, sin tanta expectativa respecto de si es un familiar, si es un amigo o si ya te conoce de Buenos Aires. Acá (fuera de la Ciudad) es más virgen la cosa y me parece más interesante para saber qué le pasa al espectador con un espectáculo cuando quizá ni siquiera haya leído el cuento. Y me gustaría que, también, eso motive para que conozcan a Samanta. Esta es la primera vez que vamos a presentar una obra en Nobles Bestias.

—¿Qué pasa con el público que va a ver Un hombre sin suerte?
—Está muy activo. No es pasivo, no se queda viendo. Hay algo del texto que lo interpela. En otras funciones pasó que no mueve un pelo… los espectadores están tan quietos que parecen figuras recortadas. No es tan común que eso suceda. Sería interesante que la gente se acerque a las Nobles porque va a ver un material original en ese sentido, pero fundamentalmente porque el texto lo es. Y la puesta intenta sacarle el jugo a ese núcleo duro que tiene el cuento. Que se acerquen para sensibilizarse: la van a pasar bien porque también tiene su humor. Es un espectáculo inusual, porque es muy sensible. Y en épocas tan duras, difíciles como las que vivimos, de tanto desencuentro y tanta grieta, el teatro nos une a todos por igual.

—¿Qué siente al estar doblemente nominado a los Premios ACE?
—Una gran alegría por supuesto, por estar en dos nominaciones y por los nenes con los que compito en las ternas, que son grandes actores. Pero además es una alegría porque el teatro es mi lugar de pertenencia y siento que, tanto dirigiendo como actuando, puedo contar algo que tengo ganas de contar o decir algo que tengo necesidad de decir. Entonces, es un espacio único y singular para mí, en donde me desarrollo y en donde mi intelecto y mi corazón están a full. Los premios están muy bien pero lo más importante es el enamoramiento del material. Algo me tiene que gustar, tengo que coincidir de alguna forma con ese texto para poder contar a mi manera, a través del autor, lo que él quiere contar.

AUNO-23-09-2017
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Foto de la obra: Andrés Eraso.

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