El país de las mujeres

Un paro y una movilización convirtieron al miércoles en un día histórico. Participaron organizaciones y manifestantes autoconvocadas vestidas de luto, al grito de “ni una menos” y “vivas nos queremos”.

Fernanda Cartolano

Lomas de Zamora, octubre 20 (AUNO).- Miles de mujeres pararon el miércoles durante una hora y luego marcharon al Obelisco para reclamar que frene la violencia machista y exigir Justicia por todas las víctimas de femicidio (236 en lo que va del año).

Las medidas de fuerza fueron impulsadas por el colectivo Ni una Menos tras el femicidio de Lucía Pérez. Las mujeres dijeron “basta”. Decidieron parar. Detener el sistema productivo, abandonar sus funciones en todas las instituciones posibles, incluso la familia. A partir de las 13 de un miércoles lluvioso, gris y frío, dejaron vacíos sus puestos de trabajo y se dirigieron a distintos puntos de la Ciudad para vivir un momento histórico. Adonde se dirigía la mirada, había mujeres vestidas de negro.

Los techos de los locales y los bares aledaños al Obelisco fueron el principal refugio para esperar a que la marcha inicie su trayecto hasta Plaza de Mayo. Eran cerca de las 18 y todavía llegaban personas de diferentes puntos de la Capital Federal y el Conurbano. Estaba lleno de mujeres; de hombres, también.

A la vez, había una inmensa columna de manifestantes que empezaba en Diagonal Norte y desembocaba en sentido a Plaza de Mayo. Paraguas de todos los colores y cuerpos vestidos de un único color tradujeron la lluvia en luto.

Las organizaciones

Aunque en la convocatoria se pidió participar sin banderas políticas, hubo partidos y agrupaciones que apoyaron con sus identidades. Partido Obrero, Izquierda Socialista, Frente para la Victoria, La Cámpora, Nuevo Encuentro, CTA y SUTEBA, entre tantas organizaciones, levantaron sus trapos.

Organismos de derechos humanos también gritaron. Beatriz Capdevilla, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza, sostuvo que “todas vienen luchando desde hace mucho tiempo en reclamo de Justicia y en defensa de los derechos humanos”, y agregó que el miércoles fue “un día histórico, como la primera marcha de Ni una Menos”.

La Colectiva Lohana Berkins remarcó que se sumó porque “el tiempo de la revolución es ahora”, consigna que llevan siempre en su bandera. “Las travas sufrimos la violencia del macho al igual que las mujeres. Lo de Diana Sacayán fue un travesticidio. La mataron por trava y activista”, resaltaron.

Alegre lucha

No había un orden para organizar la inmensa columna. No se dividía. Nadie marchó primero ni otros después. A la cabeza, familiares y amistades de víctimas, sobrevivientes de la violencia y militantes de Ni una Menos.

“Estamos tatuando las paredes de esta ciudad machista”, manifestó una joven rebelde, que con un pañuelo de calavera atado como barbijo, tomó los aerosoles para escribir su denuncia en una pared: “El machismo nos ataca a todxs, pero nos mata a nosotras en particular”. Pancartas y carteles sostenían un reclamo tan simple como fundamental: “Vivas nos queremos”.

Otros carteles tenían una fuerza más enardecida. Por ejemplo, “Mujer, sé violenta para enfrentar la violencia del macho” o la consigna “machete al macho”, bien grande, en rojo y negro.

Maia, una docente que se definió “autoconvocada” explicó que era la primera vez que asistía a una movilización tan grande. “vengo a apoyar a todas mis pares para repudiar la violencia de un género hacia otro”, remarcó.

En el recorrido se sentían bombos y redoblantes, que brindaban color al espíritu en un día tan gris. Una voz, desde un megáfono, reclamaba que “si hay amor, no haya violencia”. Una chica decía que su corazón “vibraba” al sentir el ritmo de la música espontánea. “La onda es luchar alegres, porque así siempre se gana”, expresó.

Maribel, de Nuevo Encuentro, estaba conmocionada. Lo demostraban sus ojos inundados de lágrimas. “La gravedad de lo que ocurre nos traspasa. Por el hecho de ser mujeres nos atraviesa toda violencia posible. Mataron a Lucía en Mar del Plata y me sentí identificada. Tuve una experiencia similar con la diferencia de que a mí no me mataron, pero me mataron para el resto de la vida porque esto se repite y lo tenemos que parar”, expresó.

Nicolás, de Izquierda Socialista, recalcó: “Lo importante es tomar conciencia de que hay que estar siempre que se pueda, porque lo que pasa es terrible. Siento una gran responsabilidad como hombre, de tener que modificar todo este daño causado”.

Una trama de violencias

“¡Que esta Casa Rosada escuche bien nuestro grito! ¡No vamos a permitir más violaciones de ningún tipo!”.

Cuatro chicas con el torso desnudo y sus espaldas escritas con las consignas “abajo el patriarcado” y “ni una menos” chapoteaban en el barro del pequeño jardín de Plaza de Mayo y zarandeaban sus largas polleras mientras todos y todas cantaban, y a su alrededor sacaban fotos y filmaban.

Evidentemente, la Plaza le quedó chica al pueblo. Pero, por suerte para todos los oídos, se había rodeado el lugar de parlantes que soportaron el agua y permitieron que se escuche el documento oficial. “Estudiantes, artistas, mujeres, travas, trans, lesbianas: ¡El feminismo popular está de pie!”: con semejante potencia comenzó la lectura más emocionante en la lucha feminista de la Argentina.

“Somos una gran diversidad de espacios políticos, sociales, sindicales y autoconvocadas que se acercaron a decir ‘¡basta!’”, se definieron. La primera parte del documento invitó a la reflexión: “Nosotras paramos. Mientras transcurría el Encuentro Nacional de Mujeres, violaban y asesinaban a Lucía en Mar del Plata. Un año antes, habíamos sido reprimidas en esa ciudad, como este año en Rosario”.

Sólo resonaban las voces de la masa vestida de negro, las gotas sobre los paraguas y los parlantes que hacían retumbar la Plaza con la lectura que continuó: “Paramos contra los femicidios, que son el punto más alto de una trama de violencias, que anuda explotación, crueldades y odio a las formas más diversas de autonomía y vitalidad femeninas, que piensa nuestros cuerpos como cosas a usar y descartar, a romper y saquear”.

Agregaron que “los femicidios son el resultado de una serie de violencias económicas y sociales, de pedagogías de la crueldad, de una cultura del ‘por algo será’, el ‘algo habrán hecho’ que los permite, los justifica y los avala”. Se llamó a un minuto de silencio por las mujeres y travas asesinadas. Silencio que se rompió cuando al unísono le gritaron a la Casa Rosada. Al Estado, el sistema económico, el educativo, los empresarios y el capitalismo: “Ni una menos, vivas nos queremos”.

Tras el paro y la movilización, la sensación es que la lucha continúa. Como dijo la periodista Claudia Acuña, una referente de la lucha feminista de la actualidad: “Somos mujeres organizadas, esto no va a tener fin”.

AUNO-21-10-2016
FC-AFG-MDY

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