Lomas de Zamora, abril 24 (AUNO).- “Partió de allí para esa isla porque por las señas de los indios sobre el oro y las perlas dedujo que se trataba de Cipango”, narró Fray Bartolomé de las Casas cuando Cristobal Colón confundía, en su ansia de riqueza y expansión, el Japón de la Edad Media con la Cuba virginal. Pasaron 500 años y el vientre de ese Caribe no entregó fortunas metálicas al colonizador; alumbró, sí —con siglos de mestizaje y fusión artística—, músicos que hoy difunden la fortuna cultural de la isla hacia el mundo. Tal es el caso de Yusa, multi intrumentista cubana de reconocimiento mundial que presenta su mixtura de folklore caribeño y exploración contemporánea en el Café Dumas de Monte Grande.
Previo a su toque en el sur del Conurbano, que se da luego de shows en Metz y Bienne y antes de presentaciones en Santiago de Compostela y Bilbao, la artista charló con AUNO sobre la hibridación de géneros que plasma en sus discos, la reivindicación de la identidad cultural latinoamericana y la mezcla entre modernidad y tradición que se da en estos momentos en la isla.
Yusa, que cuando no está en su país ni en gira, elige residir en Argentina, supo formar parte de la banda de su compatriota Santiago Felliú y ya lleva editados cuatro discos como solista.
-¿Por qué elegiste Argentina como segundo hogar? ¿Cuánto en común tienen la cultura argentina y la cubana?
—Creo que de alguna extraña manera todo conspiró a favor para que mi carrera y vida personal continuara desarrollándose en Argentina, país que siempre tuve tan de cerca culturalmente en la época de mi adolescencia, sobre todo, y donde al menos en mi caso varios artistas y géneros musicales quedaron impregnados en mi piel como algo propio. Tanto así que hoy escucho una vidala o una chacarera y puedo ver la similitud con tendencias folclóricas donde el uso de los tambores tiene un lenguaje tan de tierra y lugares de encuentro de algo que ni yo podría explicar. A veces puedo escuchar en el interior de ciertas canciones géneros como la guajiras, por poner solo un ejemplo. Veo el zapateo y me parece estarlo viendo en la campiña cubana. Pero lo que más disfruto de todo es esa familiaridad y tradición cultural que tiene este país; y que con Cuba siempre hallé una complicidad en la búsqueda de esa excelencia en los gustos, el arte y todo aquello que se traduzca en esa contemplación y mimos para el alma. En estos momentos cada viaje y cada nuevo lugar que conozco y al que voy a tocar me hace reafirmar cada día más mi amor por este país.
-En tus discos se notan el trabajo sobre el jazz, la rumba, el folk, el rock… ¿Hasta dónde se puede mixturar el folklore cubano con las influencias foránea?
—Hasta hoy he disfrutado de expresar mi música con mucha libertad, haciendo uso de todas las herramientas que me han sido legadas histórica y culturalmente. Siempre disfrute de combinar sonidos y estilos, pues también crecí en una cultura totalmente mestiza que ha creado géneros maravillosos, todos resultado de un proceso de absorción de tendencias que es costumbre en la isla. A veces es difícil darse cuenta donde comienza una influencia y donde termina otra pues en el caso de la cultura cubana el mestizaje es un nutriente imprescindible, y de hecho es una característica de mi música el hacer uso de esos elementos de la cotidianidad en mis obras que viene de todas partes para quedarse en la isla y aun así sonar a Cuba.
*-¿Qué se le dice a aquél que piensa que la corriente latinoamericanista no tiene sentido o es algo del pasado?
-Cada vez se hace más fuerte esa necesidad de reconocerse uno dentro de una nueva costumbre social, que por tanto tiempo ha globalizado hasta el hecho de buscar un patrón de desarrollo en las zonas económicamente más fortalecidas. Esto es algo que siempre ocurrió y que hoy está mutando, haciendo más pareja esa necesidad de ser uno. Y lo que más va quedando a la vista en estos tiempos son los prejuicios culturales que a veces te hacen creer que nada ha cambiado, pero la realidad es que el sentimiento latinoamericanista sigue creciendo y una vez más el pasado no es solo cosa de libros sino del hombre nuevo que trae en su cuerpo la historia que debe ser contada y la que debe cambiarse.
-¿Hay una tensión en la isla entre quienes sostienen un arte más tradicional y quienes están más en contacto con sonidos nuevos y extranjeros, como el reggaetón o similares?
—La música cubana siempre ha contado con una muy buena formación de músicos. Desde hace bastante tiempo conviven todo tipo de tendencias, entre los cuales proliferan estilos propios de la globalización, productos de consumo masivo de los que es muy difícil escapar pues en la mayoría de los casos cultura y desarrollo no van de la mano. Yo pienso que el sonido cubano está instalado en el ADN de cada cubano y como siempre va a sacarle partido a la posibilidad de mixturar desprejuiciadamente y de manera consecuente con su historia y su tiempo. Habrá que pasar torbellinos hasta que llegue la calma, pero de una cosa estoy segura: sonido cubano hay y habrá para rato.
JR-AFD
AUNO-24—04-15