De Israel al Gallardón, una promesa cumplida del siglo ‘Milrayitas’

Marcelo Isaac Sadosfchi viajó especialmente para participar de la gran fiesta por el centenario del club de Lomas de Zamora. Hace once años dijo que estaría presente en las celebraciones. Y no faltó a su palabra.

Leonardo Torresi

Lomas de Zamora, enero 2 (AUNO).- Las grandes fiestas populares, como fue la celebración de los 100 años de Los Andes el domingo 1 de enero, se cuentan solas, porque las cuentan todos. Hay que darse una vuelta por la redes para sentir la vibración de miles de personas que arman un relato colectivo imposible de sintetizar en una subjetividad iluminadora. A lo mejor queda lugar para alguna historia especial, que puede ser esta:

MARCELO ISAAC SADOSFCHI era un nombre escrito todo en mayúsculas en sus apariciones en una lista de correo —aquella salvación comunicativa previa la redes— que se llamaba “soydelosandes”, y se animaba de las opiniones, noticias, predicciones e insultos de mayor o menor elegancia, de una cantidad indefinida de hinchas y socios del club.

Por la firma, sabíamos que vivía lejos. BEER-SHEVA, ISRAEL, siempre en mayúsculas. Desde el desierto de Neguev se transformó en un personaje adorado, con sus opiniones institucionales, sus nostalgias de viejos equipos, y sus intervenciones domésticas. Su pico de popularidad lo logró cuando Federico Aimetta (el hijo del querido Pato) mencionó, en alguna comparación, “un pollo”. Y Marcelo le mandó una minuciosas receta del “pollo a la sal”, su especialidad.

Esto era 2004, 2005. Entre otras “grietas”, la “lista” dividía a los líricos y los pro jugadores metedores. Los del “Patitas de Oro” Pablo González, un diez de botines dorados, versus los del Toro Ruiz Díaz, un campeón de la actitud. Y así todo.

Llegó 2006, Los Andes vagaba por la B Metro, y un día Marcelo hizo el anuncio: “EL PRIMERO DE ENERO DE 2017 VOY A ESTAR EN EL GALLARDON PARA FESTEJAR LOS 100 AÑOS DE LOS ANDES”.

Tiene que haber sido así. O parecido. En mayúsculas seguro.

“Muchos no me creyeron. Vos tampoco, eh”, me dice Marcelo el 30 de diciembre de 2017, en un bar de Barracas famoso porque entre su decoración tiene un avión, cuando faltan dos días para la fiesta en Lomas de Zamora.

Y me detalla:

Se fue a Israel en 2002. El padre tenía una tintorería industrial y se fundió. El tenía un sueldo de administrativo en la UBA, pero no alcanzaba para todos. Entonces, adiós.

Allá seguía los partidos de Los Andes como podía. Las noticias en la “lista”, las primeras páginas en internet. Después vino todo lo demás. Pensó en volver alguna vez, pero los padres se complicaron de salud. Murieron allá. Allá está su hermana, también. Vive bien. “Del trabajo a casa, mucho más que eso, no”. Trabaja en limpieza en un lugar donde funciona un comedor y un restaurant.

Este verano lo fue a ver al jefe y le dijo: saco los pasajes. Y se vino un mes, después de 14 años y nueve meses.

Fue al Gallardón y se compró la camiseta del Centenario. Lo que sintió lo responde siempre con la misma frase: “Son muchas emociones juntas”.

Marcelo es un caso atípico de hincha. Vivía en Floresta, a ocho cuadras de All Boys. De chico no le daba mucha bolilla al fútbol, pero a los 21 un preparador físico de Los Andes, que era vecino de su barrio, lo invitó a un partido, un clásico con Banfield. Fue en 1981.

“Me enamoré de Los Andes”, dice Marcelo ¿Para qué preguntarle por qué?

Volvió a la cancha en diciembre pasado, en el último partido del año de Los Andes, el triunfo contra San Martín de Tucumán. Un partido solo, pero lo vio ganar. Anduvo por la sede y cuando fue a la cancha a comprar la camiseta, el presidente Oscar Ferreyra lo llevó a recorrer.

El domingo, en la fiesta de los 100 años, estaba ahí en los escalones de abajo en la cabecera sur, una tribuna que no existía cuando él se fue a vivir del otro lado del mundo, o casi.

Muchas emociones juntas, o mírenle la cara en la foto que acompaña esta nota.

Antes del 15 de enero, habría que organizar lo del pollo a la sal milrayitas, para que la leyenda sea completa.

AUNO 02-01-17
LOT-MFV

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