Vale la mención acerca de un Proceso…devenido en Genocidio porque la resignificación de esos términos está íntimamente ligada a la calidad e intensidad de una lucha ejemplar de organizaciones de derechos humanos, sociales, estudiantiles, gremiales, políticas, culturales que supieron construir resistencia en medio de las persecuciones, muertes, desapariciones, exilios, juntando fuerzas en donde no existían, conmovidos por el dolor y ante una sociedad ganada por el consenso generado desde el poder de facto económico-militar-asesino.
Es un Genocidio, se denunciaba desde esas organizaciones ante el silencio cómplice y activo de los medios; se gritaba, se movilizaba, se señalaba, se luchaba. Un pasado inmediato que enfrentó el olvido, instaló la memoria, exigió juicio y castigo a los responsables creando las condiciones para que el presente no pueda ignorar las voces que vienen desde aquella noche más oscura gritando justicia y verdad. Las mismas voces que hablaron de Terrorismo de Estado y que advirtieron, como lo señala en un documento la UTPBA en estos días, que “ese genocidio…fue la condición necesaria de otro genocidio planificado que vulneraría los derechos más elementales de las personas: el derecho al trabajo, a la salud, a la educación, a la justicia. El derecho a tener derechos y ejercerlos. El derecho a una vida digna”.
Y en este presente están el pasado y el futuro, ligados, inexorablemente, por una lucha común en la que están los 30 mil desaparecidos y todos los que desde la dignidad nos transmitieron el valor de pelear por un hombre mejor.
(*) Secretario General UTPBA/ Licenciado en Periodismo egresado de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora.