Dany Jimenez: “Medimos todo en números, y eso no es la música”

El director musical de Vorterix habló con AUNO sobre sus comienzos en el oficio, su faceta como músico, su proyecto Rock Tours, su paso por la UNLZ y su visión sobre la música actual.

Por Julio Valenzuela y Sofía Grinberg

Parados frente al teatro Vorterix para la entrevista, sobre la avenida Federico Lacroze corría un viento que de primavera no tenía nada. Cuando finalmente entramos a donde creíamos que sería el encuentro, vimos a Mario Pergolini -conductor del programa Maldición, va a ser un día hermoso– salir con la misma prisa con la que nosotros entramos para escapar del viento.

El periodista cultural Dany Jimenez bajó a recibirnos, nos invitó a subir a la radio y nos ofreció el Spinetta, uno de los estudios de grabación en Vorterix, para realizar la entrevista, pero como allí no se pudo bajar el volumen a la radio, nos llevó a otro espacio, desde donde podíamos ver a Julio Leiva y compañía en la conducción de Cross Over.

Jimenez se desempeña como director musical de Vorterix, pero antes de llegar allí pasó por medios como Rolling Stone, Página 12, Rock and Pop y Canal Encuentro.

– Cuando eras chico o adolescente, ¿qué fue lo que te llamó la atención de los medios?

-Creo que es un proceso natural para mí, el motor inicial de cualquier periodista, que es la curiosidad. Cuando pasás por una esquina y ves que hay mucha gente reunida podés doblar y decir “uh, qué quilombo, me voy por allá”, o podés preguntarte qué está pasando ahí. Bueno, yo soy el que dice “¿qué está pasando?”. Quiero ver, es el rol del periodista, soy curioso. No quiero que me lo cuenten, y si me lo cuentan, quiero que me lo cuenten lindo.

La radio y los medios escritos me llamaron la atención al mismo tiempo. La radio de escuchar a Dolina, su oratoria, el don de la palabra, cómo manejar los tiempos, los matices, los climas. Y en cuanto a la gráfica, notas que leí en medios musicales, revistas importadas que mi primo conseguía, las figuras literarias, la prosa me empezó a llamar mucho la atención, y mucho más cuando son textos que enriquecen. Por más que tu profesión sea panadero, arquitecto, obrero o músico, la mejor influencia, la más importante es la lectura. Para mí la lectura enriquece de una manera que lo demás no enriquece.

-Arrancaste haciendo fanzine, ¿cómo fue esa experiencia?

Arranqué haciendo un fanzine con mis amigos, con noticias barriales en tono humorístico, y radio casi a la misma altura, casi como un juego de pasar música, a los 16, 17 años. Después mis amigos empezaron a decantar y el único que siguió fui yo. Creo que tuvo algo que ver un previo adoctrinamiento involuntario de mi mamá, que escuchaba mucha radio AM y sin tener nada que ver con el palo de la comunicación me hacía jugar a armar programas de radio, cuando yo tenía seis años. Eso sumado al hecho de que yo fuera hijo único hizo que cuando los fines de semana íbamos a la casa de mis tíos y me pegaba un embole mayúsculo me quedara escuchando la radio.

Crédito: Sofía Grinberg

-¿Te acordás cuál fue tu primera entrevista?

-La primera entrevista consciente, aunque haya sido para un medio chiquito, fue en el año 94 a Iván Noble. Yo viví muchos años en Morón, y ellos (Los caballeros de la Quema) ensayaban allá. Habían sacado su segundo disco, Sangrado (1994), y estaban componiendo el tercero. Yo estudiaba en Morón y fue para un medio de la zona.

-Trabajaste en radio, gráfico, televisión. ¿Qué te dejó cada uno?

-Son bastante distintas. Creo que en el caso de la gráfica, es la que más me enseñó a valorar ciertos cánones o patrones de belleza dentro de un texto. Es con la que más exigente soy, por eso dejé de escribir. No me pareció bueno lo que escribía laburando en Rolling Stone, Página 12. Un día me levanté y me dije “no está bueno lo que estoy escribiendo, hay otros que escriben mucho mejor que yo”, y dejé de hacerlo. En el caso de la radio, quizás, sea donde me sienta más cómodo. Me siento indestructible ahí. No hay una bala que me entre. Soy muy seguro al momento de hacerlo. Es mí lugar natural.

-Te identificamos más como periodista de rock, ¿qué se necesita a la hora de escribir sobre música?

-Para mí, y lo mismo que se necesita para ser músico, es escuchar mucha música. Es fundamental. Seas productor, músico, escribas sobre música, hagas un podcast sobre música. Tampoco uno no se puede obligar a escuchar música. Yo lo hago desde los 11 años de forma consciente, cuando me compré mi primer cassette. 

-¿Cómo haces para hacer una crítica de un disco cuando sos amigo de la banda?

Es difícil, pero si encuentro algo y lo puedo fundamentar desde un lugar sincero, real, lo hago. Igual es espinoso, trato de tomar un poquito de distancia. Todo artista tiene un periodo donde flaquea un poco. Desde Dalí hasta Los Beatles. Creo que vivimos en una época donde la crítica es muy laxa.

No se habla de música. Cuando se habla del Indio no se habla de música, se habla de otra cosa, del fenómeno. Si hablás de Coldplay, hablás de River. Hablás de Lali y de millones de reproducciones. De música se habla muy poco. Se sopesa todo en números, y a mí los números la verdad no me dicen nada. Me han ofrecido hacer una nota con el argumento “mirá que tiene 5 millones de reproducciones”, y si veo que no me engancha digo que no. Medimos todo en números, y si hay algo que la música no es, es números.

-Sos músico. ¿Eso te ayuda a ver al rock desde otra mirada aparte de la periodística?

-Me ayuda a tener cierta perspectiva. Aclaro, podés hacer esto sin ser músico, pero sabés el tiempo que te lleva tocar bien un instrumento, decís “che, trabajan mucho”, o “qué bien escribe”, o al contrario, “que flojito esto”. Para ese tipo de cosas te puede ayudar. Para mí, lo más ingrato del mundo es la crítica de disco. Hacer una crítica es muy ingrato, pero son lindos desafíos.

-¿Cómo te sentís al subir a un escenario?

-Creo que es lo más cercano a lo que soy yo. De todos los Danys, el más cercano es el que está al aire o el que está en el escenario. Lo que es real, es que no importa si hay una persona o hay mil. Uno atraviesa un estado de éxtasis que es muy difícil de explicar. Yo canto con los ojos cerrados. Es un momento artístico, de un subidón colectivo.

“Creo que vivimos en una época donde la crítica es muy laxa. No se habla de música. Cuando se habla del Indio no se habla de música, se habla de otra cosa, del fenómeno”

-¿Cómo se te ocurrió hacer los Rock Tours?

-En el 2000 hice un viaje a Europa con un amigo. Cuando estábamos en Londres, en un hostel, vimos un volante que decía “Walking Tour Beatle”, el miércoles a las 9 de tal esquina a tal esquina. “¿Qué será esto?” nos dijimos, y fuimos. Había un tipo parado en una esquina y dijo “les voy a hacer un recorrido por lugares beatle y les voy ir hablando”, y te llevaba a la iglesia donde se casó Paul McCartney, después en otro lugar te decía “acá vivió Paul, acá compuso Yesterday”.

Cuando estábamos en medio de la pandemia, dijimos con este amigo “che estaría bueno hacer lo mismo, pero acá”. No hay un recorrido turístico que te diga “acá se compusieron tales canciones, en este estudio se grabó tal cosa, en esta casa vivieron tales músicos”, no está hecho. Hay tours de arquitectura, de gastronomía, de fotografía, incluso de cementerios, pero no hay tours de música. Empezamos a reconstruir seis circuitos, y siempre le sumamos algún invitado. Empezamos a hacerlo en diciembre del 2021 y hacemos uno por mes. Este año cumplimos el sueño de hacerlo en Inglaterra. Lo hicimos en seis ciudades de Inglaterra: Londres, Manchester, Liverpool, Birmingham, Canterbury y Cambrigde.

-¿Por zona sur no anduvieron todavía?

-No, lo tenemos que armar. Tenés que ver bien, porque es a pie. Tenés un rango de 15-20 cuadras, y son 5 horas lo que dura. Vamos despacito, tomando mate. Y nos vamos dando cuenta del poco respeto y cuidado que hay con nuestros lugares. Cosas que están mal hechas, desde una placa de “Soda Estereo” hasta “Lucas Prodan”. Vamos descubriendo cosas que no sabíamos. Ayer descubrimos una casa de León Gieco, que vivía en Palomar. Después entendimos toda la historia de León con Arco Iris, cómo fue para que Gustavo Santaolalla le diera clases de guitarra. Ahí entendés la relación de Santaolalla con Gieco. 

-Dany, vos pasaste por la UNLZ, donde estudiamos nosotros. ¿Qué recordás de ahí?

-Me gustaba mucho, fue el primer lugar de encuentro adulto, saliendo de la secundaria. Pude desarrollar cosas que quería, intercambiar opiniones. De los ámbitos, el universitario me parece uno de los más enriquecedores. Donde uno está desarrollando pensamiento crítico, pertenencia, proyección ideológica. Y hacerlo con gente de tu edad, y que esté abierta está buenísimo. Lo único malo que recuerdo es Lingüística y Elementos de Semiología. Casi me cagó toda la carrera (se ríe), porque no la podía rendir.

“El periodismo es eso. Te prepara para moverte en un montón de terrenos. Te da esas herramientas, te da lenguaje, te da conocimiento”

-¿Qué le agradecerías al periodismo?

-Lo que le puedo agradecer es que me haya cruzado con otras disciplinas que no hubiera tocado ni de costado. Por más que vos te especialices en música, en algún momento si estás en alguna redacción y tenés compañeros, aunque no quieras te enterás de Economía, Política, Ecología y de cómo funcionan, porque el periodismo lo que tiene es que cruza muchas disciplinas.  

El periodismo es eso. Te prepara para moverte en un montón de terrenos. Te da esas herramientas, te da lenguaje, te da conocimiento. A mí me ha dado muchísima libertad. Admiro también la capacidad que ha tenido el periodismo históricamente de exhibir y visibilizar un montón de conflictos nacionales e internacionales, que si no hubieran sido por el periodismo hubieran quedado tapados. 

-¿Tenés alguna reflexión sobre la escena musical actual en Argentina?

– Buenos Aires está teniendo una escena post punk muy interesante, como hace muchos años no tenía. Creo que la escena acá está dominada por la música urbana, por lo menos hace unos 5, 6 años. Está bien, no son moda, son tendencia. Pero el rock, como dijo un amigo, está hibernando. Si es lo mismo de antes mucho no suma, se te va a evaporar. Necesitas una escena firme, sólida para que empiece a cambiar un poco el panorama. 

Buenos Aires ahora sí la está teniendo: Winona Riders, El Club Audiovisual, Espanto Club, Nenagenix, Dum Chica. Son todas bandas nuevas, la mayoría mixtas, de públicos muy jóvenes. Tocan para públicos de 18, 19, 20 años que les gusta el rock. Es una escena Post Punk media agridulce, no es copada. Yo lo veo como un piropo. Para mí está buenísimo porque Buenos Aires no tenía eso. Los irlandeses están teniendo una escena post punk, muy agridulce, muy amarga. Y me parece que es lo más novedoso que hay. Es anti radial, muy torcido, muy mala onda. Para mí es genial, yo necesito que la música me amenace. 

-Hay esperanza, entonces.

-Yo creo que sí. Hasta hace unos años, el rock siempre fue mainstream. Ahora tenes que ir a buscarlo en una cañería. Ya no es primera necesidad. Antes el rock era inevitable. Ahora no es inevitable, hay que salir a buscarlo.

AUNO-31-10-23
JV-SG-SAM

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