Cómo es por dentro el castillo abandonado de Banfield y cuál es el plan para rescatarlo

No está claro cuándo fue construido el palacete de Larroque y Carlos Croce, que será recuperado como espacio público. Su historia incluye un hogar para huérfanos y hasta creen que se usó como concentración de un equipo de fútbol.

Al pasar por la esquina de Larroque y Carlos Croce, en Banfield, es imposible ignorar la imponente casona amarilla de tres pisos rodeada de palmeras que resiste como la única construcción de esas características en un barrio que sufrió muchas modificaciones en los últimos años. Menos que una víctima, el castillo parece un testigo de la evolución a su alrededor.  

Apenas protegido por un alambrado bajo y una puerta de reja, el parque que lo rodea funciona como un museo de todas las historias que lo tuvieron como escenario: restos de casitas infantiles y los carteles de los últimos emprendimientos en el lugar, que acompañaron el deterioro del terreno, la fachada y el interior de esta edificación de dimensiones palaciegas y estilo ecléctico de principios del siglo XX. 

Las escaleras de mármol y las columnas que adornan el hall de entrada llaman la atención a primera vista. En los tres pisos hay habitaciones enormes con pisos de madera y techos altos, con grandes ventanas que dejan pasar mucha luz natural. Aún con la falta de cuidado y las modificaciones, se conservan detalles que se pueden recuperar, como el diseño de las aberturas y las conexiones entre espacios.

El piso de arriba es el más comprometido. Las cañerías originales, y algunas aberturas y accesorios fueron robadas durante los años en los que el castillo estuvo desocupado. Por la humedad acumulada por las goteras en el techo del altillo, una de sus paredes tiene una grieta que llega hasta el piso de la planta baja. Sin embargo, al cruzar la ventana de acceso al mirador no se puede más que apreciar la belleza del barrio de casas bajas que lo rodea. Y desear que sea de acceso público. 

Y así parece que va a ser. Cuando se conoció la noticia de que el emblemático castillo de Carlos Croce y Larroque será recuperado por la Secretaría de Cultura del Municipio de Lomas de Zamora, hubo una reacción muy favorable de parte de la comunidad que se había manifestado durante varios años reclamando la intervención municipal.

El 15 de julio la Secretaría de Cultura del Municipio de Lomas de Zamora anunció en sus redes sociales que el castillo será puesto en valor y se convertirá en un centro cultural y espacio verde abierto a la comunidad: “Un patrimonio de nuestro municipio transformado en un lugar de encuentro, arte y cuidado para todos los vecinos”, lo definió.

En diálogo con AUNO, Matías Gasparrini, el secretario de Cultura del distrito, adelantó que la idea general es que sea un centro cultural con clases abiertas de yoga, folklore, piano, violín. “Si dan las condiciones, nos gustaría tener un auditorio para hacer un café literario, presentar libros, poder darle un espacio a la literatura”, sumó.

Aunque será una obra prolongada que está transcurriendo su primera etapa -la presentación de diferentes proyectos para la refacción del maltratado edificio y el terreno-, la iniciativa forma parte de las expectativas de distintas agrupaciones de vecinas y vecinos preocupados desde hace muchos años por el patrimonio edilicio, ambiental, histórico y cultural de Banfield.

Existe una comunidad en Facebook e Instagram llamada “Salvemos al castillo de Larroque y Carlos Croce”, que desde 2018 viene denunciando el deterioro del edificio, que es de un valor histórico y estético muy importante para el barrio. En diversas ocasiones plantearon diferentes propuestas y juntaron de firmas para que el Municipio se hiciera cargo del espacio y le diera un uso público.

La organización Fuenteovejuna y la Junta de Estudios Históricos de Banfield comparten el interés por recuperar el patrimonio arquitectónico de la zona y también dedicaron esfuerzos para este mismo fin: poner en valor el castillo.


La controversia por los lotes vecinos

Los dos lotes que rodean al castillo se incluyen en los diagramas que proponían las agrupaciones de vecinos y vecinas como parte del espacio verde. Actualmente uno funciona como cancha de fútbol y otro fue una cancha de tenis, abandonada y en venta en este momento.

El problema con esos lotes es que no pertenecen al mismo dueño que alquiló el castillo al Municipio.

El actual propietario del edificio es Héctor Safatle, un pensionado y ex profesor de historia de 70 años. “Hice lo imposible para no venderlo a quienes no quisieran mantenerlo”, dijo a AUNO.

Para él resultaba imposible costear económicamente una refacción por su cuenta y por eso accedió a la propuesta municipal.

La historia del palacete

Circulan muchas historias y versiones sobre el origen de este palacete o petit hotel de estilo art nouveau ubicado a 5 cuadras de la estación de Banfield. El dueño más antiguo que se conoce es un hombre de apellido Pando, que lo habría habitado desde 1906. Se comenta que después de su muerte, su mujer, Teresa González de Pando, terminó donando el lugar. 

El arquitecto y fundador de la Junta de Estudios Históricos de Banfield, Luis Letizia, compartió a AUNO uno de sus hallazgos durante las tantas visitas que hizo al lugar. En la puerta de entrada se observan las iniciales A. P., que según su investigación, harían referencia al constructor Antonio Pebiani, encargado de varias obras similares en el distrito durante fines del siglo XIX y principios del siglo XX.

A lo largo de los años el castilo de Larroque y Carlos Croce tuvo diferentes ocupantes y distintos usos. Funcionó como la Casa del Niño, como un petit hotel para mujeres, fue sede de la Cruz Roja, e incluso le perteneció al militar Tomás Adolfo Ducó, quien dio el nombre al estadio del Club Atlético Huracán. Según comentan en el barrio, traía a los jugadores del Globo a concentrar la noche previa a los partidos con Banfield.

Los miembros del Centro de Jubilados y Pensionados de Banfield Oeste, ubicado a pocos metros del castillo, recuerdan haber compartido cursos y clases en la Escuela N°15 con algunos niños y niñas que asistían a La Casa del Niño, entre los años 40 y 50. Según sus relatos, el lugar servía como asilo para huérfanos y como una especie de guardería para aquellas familias en las que ambos padres trabajaban.

De los años ’90 a esta parte, hubo un café, un bar nocturno que duró algunos meses y una parrilla que “tenía opciones muy ricas, pero no duró mucho”, según comentó un vecino. De la parrilla se conserva en el patio un cartel con el precio de una porción de vacío a 5 pesos, un vestigio que permite calcular la época de su funcionamiento.

Bruno Cariglino, representante del Programa de Protección del Patrimonio del Municipio de Lomas de Zamora, confirmó que así como los encargados de la parrilla construyeron anexos y realizaron  modificaciones, la fachada actual de la entrada al castillo no es del todo original: los vitrales que revisten el porche y el piso que cubre sus teselas antiguas fueron intervenciones de dueños posteriores.

Durante los últimos años, en el lugar funcionó una maderera, que usaba el patio para exponer sus muebles, y las habitaciones de todo el extenso palacete como depósito y taller para cortar, ensamblar y pintar sus productos. Quedaron algunas secuelas irreparables en los pisos, paredes y aberturas originales.

Cómo está el castillo y qué se puede hacer

El equipo de Cariglino, en conjunto con una empresa dedicada a la restauración de edificios históricos, realizaron un relevamiento del castillo para analizar sus condiciones arquitectónicas y estructurales de cara al proyecto de recuperación, y coinciden en que se halla en muy buenas condiciones dadas las circunstancias y que no va a ser muy difícil ponerlo en valor.

Se estima que la obra para poner en funcionamiento el lugar debería incluir la instalación de un ascensor externo para mejorar la accesibilidad sin modificar la disposición original del edificio.  Se aprovechará el parque para incluir una plaza con juegos infantiles sin comprometer el espacio verde como un  pulmón muy valioso para el barrio. La restauración podría durar entre un año y medio y dos años

Las dudas sobre la construcción y el destino original del castillo se mantienen. Se cree que inicialmente fue ideado como una vivienda, porque se puede diferenciar un área destinada al personal de servicio y un primer piso con habitaciones y baños para la familia. Además tiene un sótano y un altillo en un segundo piso con acceso al mirador.

El criterio para determinar si construcciones de este estilo pueden ser refaccionadas y declaradas patrimonio histórico o necesitan ser demolidas no consiste únicamente en las condiciones estructurales del edificio, sino también en el tipo de inmuebles que lo rodean y el valor que tiene para los vecinos y vecinas, que en este caso se manifestaron por varios medios para proponer una obra de características similares. 

Si bien el proyecto anunciado recoge varias de las ideas de la petición firmada por los vecinos y vecinas, y la mayoría de quienes prestaron testimonio para esta nota expresaron entusiasmo por la medida, Luis Letizia advirtió sobre ciertas contradicciones en la gestión municipal del patrimonio histórico y arquitectónico del distrito: “ya se demolieron dos de los 70 edificios declarados en el Registro Único de Bienes Patrimoniales, y desde el Municipio no dan respuestas ni causales”.

Banfield padece una falta de plazas y espacios verdes que inquieta a los miembros de las organizaciones que defienden el barrio de la “verticalización”, producto de la construcción de torres de departamentos y de la gentrificación, un proceso que afecta a muchas ciudades del mundo e implica un flujo de personas con posibilidades económicas que desplazan a los vecinos originales.  En este contexto, una obra como la refacción del castillo histórico de Croce y Larroque, cobra un sentido especial.


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SG- LT-SAM

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