Acumuladores compulsivos: cuando guardar se vuelve un problema

Se estima que en el mundo hay 160 millones de personas con ese trastorno. «Acumulan más tristezas que cosas», dice una voluntaria que los ayuda.

Desde tiempos inmemoriales el ser humano vive rodeado de elementos que representan recuerdos, afectos o que cumplen una función. Sin embargo, algunos reúnen tantas cosas que parecieran carente de sentido. Estos son en la actualidad los llamados «acumuladores compulsivos»: personas que conciben a “todos los objetos de igual valor”, según lo definió una especialista. AUNO analizó la problemática con ella y con una voluntaria que trabaja ayudándolos: “Creo que la gente acumula más tristeza que cosas”, reflexionó.

De acuerdo a los estudios específicos en personas que padecen está condición, la psicóloga Mirta Petrollini aportó una definición: “La persona acumuladora compulsiva compra o recolecta objetos excesivos que no son necesarios y que no tienen una funcionalidad para la vida, llenando su espacio de desplazamiento y el de su familia. Están totalmente desordenados, aunque la persona crea que lo tiene ordenado”. 

Según los datos más recientes, que son de 2020, se estima que entre el 2 y 6 por ciento de la población mundial padece esta condición psicológica (aunque con distintos niveles de gravedad). Es decir, al menos 160 millones de personas, sobre la base actual de una población mundial de 8 mil millones.

Los acumuladores “se aferran a sus objetos” y no ven como un problema para ellos o para otros tenerlos en cualquier lugar de su casa, porque siempre encuentran “una explicación de por qué tal o cual objeto representa algo o es necesario”, explicó Petrollini. 

Luján Mere conoce muchos acumuladores. Y los ayuda. Tiene 52 años, vive en La Matanza y trabajó mucho tiempo como personal de limpieza. Todo comenzó cuando, por su “obsesión con la limpieza”, subía fotos a sus redes sociales del antes y el después de los lugares que había higienizado. “Una persona me escribió y me preguntó si me animaba a limpiar una casa ‘extremadamente sucia’, que era de una acumuladora compulsiva”, contó. 

Un acumulador es diferente a un coleccionista, que también reúne objetos que considera valiosos, pero los guarda prolijamente en lugares atesorados. También es distinto de alguien que les da una utilidad a las cosas que posee en gran cantidad, como quien tiene un taller en su casa donde se pueden encontrar muchos tornillos, cables y herramientas. 

“Si los objetos están adecuadamente guardados, clasificados y tienen una funcionalidad, no estamos hablando de acumulación, no es nocivo para la vida de la persona”, indicó Petrollini sobre la principal característica que distingue al trastorno. 

«OFREZCO MIS MANOS»

Aquel primer caso del que habló Luján fue hace 10 años y se trató de una mujer que vivía junto a 17 perros, que “dominaban la casa”. Luego de un tiempo de la higienización, se enteró que la situación allí volvió a ser la misma. A pesar de eso, desde entonces no paró con su proyecto «Acumuladores Compulsivos Limpieza Extrema”, que ofrece servicios de limpieza y de ayuda voluntaria.

La prestación consiste básicamente en limpiar los sitios de residuos que infestaron de suciedad el lugar. Quienes no puedan costearlo son asistidos con un programa llamado “Ofrezco mis manos”, que convoca voluntarios para realizar ese trabajo

Luján al principio lo hacía esporádicamente, pero como era una ocupación que nadie más realizaba tenía trabajos todos los días. Debido a eso enfermó y al recuperarse optó por realizarlo solamente tres veces a la semana. El resto de días los reservó para otras labores.

“Este es un trabajo que te come la cabeza. Te enfermás emocionalmente. Te cansás física y mentalmente”, admitió. Sin embargo, lo continúa porque la motiva ayudar a los demás: “Es una forma de ayudarte a vos mismo”

También tuvo sinsabores. Lo peor que le pasó fue una vez cuando al buscar compañeros con quienes hacer las limpiezas le dijeron que “esas personas están así porque quieren”. La verdad que no es tan simple. “Los primeros cuatro años me llamaban los familiares, pero ahora hace seis años ininterrumpidos me empezaron a llamar los propios acumuladores”, refutó Luján. Es decir, personas que no están así porque quieren. 

De acuerdo a la experiencia adquirida por enfrentar hace años esta problemática, sostuvo: “Lo que veo es la desidia y el despojo del ser humano. Creo que la gente acumula más tristeza que cosas”.

¿Cómo abordar la problemática?

El trastorno se pueden encontrar síntomas en la adolescencia, pero es más común entre los adultos a partir de los 30 años. Petrollini explicó que cuando una persona llega al punto de guardar cosas de manera excesiva, con dificultad de deshacerse de cualquier mínimo elemento y que estos resulten nocivos para su hogar es porque sufre de “una carencia muy importante”, que lo acumulado suplanta al darle “una sensación de confort que no logra conseguir de otra manera”. 

“Hay que entender qué es lo que está representando esa necesidad de llenar la casa de objetos”, propuso como punto de partida para comprender la condición psicológica de quienes sufren ese problema.

Lo más recomendable, según ella, es que la persona acumuladora vaya a terapia para trabajar en “una manera de desprenderse (en principio) de algunos objetos” y que progrese de a poco. Se puede recurrir al hospital de la zona para que un médico clínico o un psiquiatra realice el seguimiento. También es crucial durante este proceso el acompañamiento de familiares y allegados del sujeto, así hay más garantías de que ese comportamiento no se repita.

Por su parte, Luján Mere difunde gratuitamente a través de sus redes sociales una “Guía para acumuladores compulsivos”, que está en formato PDF y en audio. Fue diseñada para quienes no saben limpiar o que les interese profundizar sobre la higienización del hogar. Además, desde abril de este año comenzó a dar charlas para acumuladores en la Asociación Mutual AREMA, ubicada en Parque Avellaneda, Ciudad de Buenos Aires. 

A pesar de ser una problemática con una población vulnerable, desde el Estado no hay un equipo interdisciplinario donde ella y sus colaboradores puedan sentirse apoyados. “A veces siento que estoy en un océano remando con dos escarbadientes”, lamentó. Tampoco hay una legislación argentina sobre el trastorno de acumulación compulsiva. Ni siquiera existen campañas de prevención ni números telefónicos de ayuda. Se trata de un trastorno que sigue acumulando faltas de respuestas.

SSC-AFD

* Ilustración: Gentileza @tony_ganem

AUNO-30-09-2025

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