Lomas de Zamora, abri 26 (AUNO) – El 27 de abril de 1979 se registró la primera huelga general contra la última dictadura cívico militar clerical.
En ese año estaba consumado en gran parte el programa oligárquico encabezado por Alfredo Martínez de Hoz, que dejó encarcelados, desaparecidos, una abrupta caída salarial y el cierre de centenares de miles de industrias de todos los tamaños y rubros.
Esa huelga había sido impulsada por el sector del sindicalismo peronista más dinámico, entonces denominado el Grupo de los 25, encabezado por Saúl Ubaldini. Era uno de los dos sectores en que se había divido el gremialismo.
En la vereda del enfrente se hallaba la CNT, conformada por sindicalistas que pretendían dialogar con los milicos, en tanto que los primeros preferían una estrategia de enfrentamiento total, en el contexto de la desaparición también de miles de delegados sindicales de base.
En documento de llamado a la huelga se pedía la vigencia de las convenciones colectivas de trabajo, la normalización de las entidades gremiales y de las obras sociales sindicales, la liberación de presos políticos y puntos relacionados con el poder adquisitivo de los trabajadores, entre otros reclamos.
La dictadura, como respuesta, encarceló a casi toda la cúpula de sindicalistas que integraban los 25. La medida de fuerza, tanto organizativamente, como desde el punto de vista de la convocatoria formal, tenía visos de clandestinidad o semiclandestinidad.
Entre los presos en la cárcel de Caseros figuraban Ubaldini, que se lo visualizaba ya como el líder, y una veintena de dirigentes que encabezaban los sindicatos de Ferroviarios, Aceiteros, Obras Sanitarias, Luz y Fuerza, Petroleros, Alimentación, entre otros.
Los trabajadores frente a la dictadura
La dictadura, que sistematizó el exterminio con la intención de dar un escarmiento a quienes intentasen cambiar la matriz del país estancia agroexportador de materias primas para las potencias de turno, había exterminado al movimiento sindical de base.
De base se entiende aquí a los trabajadores que componen las comisiones internas en las plantas fabriles o en cualquier otro sector, que son los que están en relación directa con la patronal respectiva, y que conforman el primer y fundamental escalón de la organización sindical.
El escritor Alvaro Abós escribió en 1983, cuando todavía era peronista, un excelente libro sobre sindicatos y peronismo. Allí se dice: “He aludido reiteradas veces a la potencia y amplitud del movimiento sindical argentino, al que califiqué como el más importante del Tercer Mundo”.(186)
Después señala: “Parece inevitable una pregunta. ¿Cómo pudo semejante formación social ser víctima, aparentemente dócil, de un golpe de Estado que la sumió en una abierta regresión histórica? ¿Cómo se entregó sin ensayar ni un gesto de resistencia, sin combatir?”.(186)
El escritor ensaya reflexiones para dar con respuestas a ese crucial interrogante relacionadas con la crisis del peronismo y con las características de la dictadura, entre otros fundamentos.
A pesar de la dura represión de la dictadura, sectores del sindicalismo peronista y de otras procedencias políticas sí realizaron movilizaciones y medidas de fuerza en el período dictatorial y desde los inicios.
Así fue que frente a una pérdida del poder adquisitivo de los salarios del orden del 60 por ciento que se registró en el período 1976-1978, en el año que se inició la dictadura trabajadores de varias empresas automotrices realizaron huelgas. Tanto en las ubicadas en la provincia de Buenos Aires, como las de Córdoba, Rosario y Santa Fe.
La desaparición de Smith
Entre octubre de 1976 y febrero de 1977, los trabajadores electricistas de Buenos Aires agrupados en el Sindicato de Luz y Fuerza llevaron a cabo una dura lucha en defensa de sus derechos salariales y del régimen participativo que tenían en la empresa Segba.
“Este conflicto originó, por primera vez luego del golpe militar, movilizaciones callejeras. A comienzos de 1977 y en represalia por la combatividad de sus compañeros, fue secuestrado y desaparecido el dirigente Oscar Smith, secretario general del sindicato y uno de los líderes de la CGT”, escribe Abós.(193)
Abós recuerda en el libro que en junio de 1978, un informe elevado a la OIT por sindicalistas argentino reseñaba que durante los dos primeros años de la dictadura, se habían llevado a cabo 110 huelgas de envergadura. En abril de 1979 se computaban ya 170 movimientos reivindicativos.(193)
Esos son los antecedentes de luchas de los trabajadores, que abarcaron a varias decenas de gremios, que tenía sobre sí la huelga llevada a cabo el 27 de abril de 1979, que había dejado al descubierto que la dictadura tenía fisuras.
Bibliografía
Álvaro Abós, La columna vertebral. Sindicatos y peronismo, Buenos Aires, Legasa, 1983.
AUNO 26-04-14
HRC