Según los postulados del lingüista Adam Schaff, la imagen del mundo que se percibe es una copia de la realidad objetiva creada por el lenguaje en una cultura determinada. Y es a partir de esa construcción subjetiva del mundo que se dan interacciones y se desarrollan prácticas culturales. Entonces, si la creación artística, como actividad social, está relacionada con la experiencia personal en un entorno, ¿qué sucedería si el productor de una obra de arte tiene la posibilidad de conocer diversas culturas? Naturalmente, el resultado de la obra sería más amplio y con una riqueza mayor.
Por una situación similar atravesó Sergio Mercurio, más conocido en Zona Sur como “El Titiritero de Banfield”, un artista que no sólo amplió sus conocimientos del mundo a través de los viajes que realizó por Latinoamérica, sino que también descubrió su vocación artística durante ese camino: “Nunca tuve interés por los títeres, de niño nunca me gustaron. Yo construí un muñeco sin saber lo que hacía y me puse a hablar con él por intuición. Yo soy titiritero por haber viajado por Latinoamérica y no al revés. Me hice titiritero por mi viaje”, confesó Mercurio en la entrevista con AUNO.
Con el firme objetivo de recorrer pueblos latinoamericanos para “conocerlos de verdad” mediante la expresión artística, viajó entre 1992 y 2004 por Argentina, Bolivia, Chile, Uruguay, Perú, Brasil, Ecuador, Colombia, Venezuela, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Guatemala y México; donde entendió que hay “cosas que son universales, otras que son necesidades personales y otras que se dan por tendencia o moda. Desconozco la diferencia pero sé que mi trabajo es contemporáneo pero no es moderno y es latinoamericano porque lo hice aquí. No es contemporáneo para los que siempre miran lo que pasa en Europa”.
Por eso, este artista local diferencia a los que le demostraron en sus viajes que sienten suyo lo que él hace: “Estuve en teatros con personas simples, barriales, perdedores con grandezas pequeñas. Por lo tanto, mi obra conoce los códigos de Ushuaia a Chihuahua (México)”, resumió el artista.
Hasta el momento, las obras de Mercurio, orientadas siempre al público adulto y adolescente, son: “El titiritero de Banfield”, estrenado en Bolivia en 1995; “En Camino”, estrenado en Banfield en 1997; “De Banfield a México”, estrenado en Uruguay; y “Viejos”, su cuarto montaje de títeres para adultos estrenado el 23 de febrero de 2007 en el teatro Nacional Sucre, en Quito, Ecuador.
En ellas se pueden encontrar personajes con características diversas, pero con rasgos bien marcados. Elementos de la cultura popular, como la viveza, la valoración del circuito familiar, la religiosidad elemental y la capacidad de vivir el día al día, son moneda corriente en sus creaciones. Algunos de ellos son su clásico personaje inseparable, Bobi; Virginia, una dama bastante extrovertida; y Beto, un borracho con demasiada lucidez.
No obstante, el acto de viajar también puede generar algunos problemas existenciales: “Viajar es un estigma en mi vida. De tanto viajar me acostumbré (a veces) a tomar distancia frente a algunos hechos corrientes. Eso me dio, en ciertos aspectos, una ventaja frente a mis congéneres. Se puede hablar mucho a favor del viaje, pero pienso también que el viaje es una trampa”.
— ¿Y usted cayó en ella?
— Sé que caí en esa trampa. Yo sospecho siempre que en otro lado hay cosas increíbles, para no perderse. Yo estoy marcado por mi viaje cada instante. Cada acto fortuito enciende un recuerdo de una experiencia anterior, en otro lado.
Para graficar, utiliza una metáfora: “Dice Atahualpa que el caminar está constituido de numerosas llegadas, y siento eso aunque fui atrapado por la otra parte constitutiva del viaje, que es el regreso. Vivo regresando y no puedo construir nunca el regreso ideal”, analiza Mercurio. En este sentido, admite que algunos trabajos están teñidos con esa idea: “Dos espectáculos y un libro que escribí hablan de eso. Estoy marcado, nací con un impulso en la espalda”.
Además de su vocación de titiritero, en 2000 editó el CD de relatos “Cuentos de un Banfileño”. Luego, escribió y editó la crónica de su viaje en el libro “De Banfield a México”. Entre 2005 y 2007 dirigió “O filme da Rainha”, largometraje documental sobre la vida de la artista curitibana Efigenia Ramos Rolim (premiado en la 31 Mostra de Cinema de Sao Paolo 2007, y en el encuentro “Contra el silencio, todas las voces”, en 2008 en México). Actualmente se encuentra de gira por España, presentando su reciente obra “Viejos”, una creación tierna, irónica, poética y llena de humor, centrada en la etapa de la vejez.
La posibilidad de viajar le permitió interactuar con personas, culturas y geografías diversas, principales fuentes de inspiración artística. Hizo obras para mineros de Potosí y personas privadas de su libertad. También se encontró con lugares perdidos en el tiempo y con comunidades alejadas de los ritmos de ciudad. Todo ese conocimiento “influye mucho”, asegura. “Porque sobre todo tengo una gran desconfianza por la novedad y la modernidad, me interesa lo antiguo, lo que estaba de antes, lo viejo, lo ritual”.
SES-LP-AFD
AUNO-07-05-09
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