Para emular a los chicos de aquella noche

A 33 años de la «Noche de los Lápices», no son pocos los alumnos secundarios que militan en sus colegios e intentan perpetuar los ideales de participación y desarrollo del pensamiento reflexivo. Con el tiempo, el desencanto hacia la política hizo que la participación se retrajera y las demandas fueran más individuales. Así y todo, la demanda por derechos básicos de algunos centros de estudiantes siguen vigentes y son germen de lo que puede trascender a algo más grande y colectivo.

El 16 de septiembre de 1976, grupos paramilitares comandados por el general Ramón Camps emprendieron un operativo por la ciudad de La Plata, que consistió en el secuestro, tortura y desaparición de un grupo de adolescentes, militantes de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), que batallaban por sus derechos y proponía una transformación social y política. Ninguno de ellos tenía más de 18 años cuando la última dictadura militar, que sólo podía imponerse con el terror, silenció sus voces.

Pero ya no hay lugar para el olvido y el silencio. A 33 años de la “Noche de los Lápices”, la lucha de los estudiantes por un modelo de país con justicia social se mantiene viva y recuerda como símbolo de militancia y compromiso de la juventud.

En la actualidad, la lucha estudiantil cuenta con otras herramientas, ya que el respeto por los derechos y la participación de los jóvenes es una cuestión reglamentada e indiscutible, producto de un complejo proceso de cambio. Así lo demuestra la resolución provincial 4900 de 2005 que regula la conformación de los centros de estudiantes y considera que “la escuela debe ser un espacio social en la que niños, adolescentes y jóvenes puedan vivenciar prácticas que le permitan desarrollar un pensamiento reflexivo, discernimiento valorativo y criterios éticos”. Además de “abrir espacios de participación para el ejercicio de sus derechos”.

Sin embargo, la norma no garantiza que los chicos tengan un amplio acceso a los derechos que estipula. La lógica que atraviesa a la mayoría de los centros de estudiantes “es inherente de una política estudiantil endógena más que vinculada a la política” nacional, afirmó a esta agencia Jorge Ossona, un profesor de Historia que desde hace 25 años trabaja en la Escuela Normal Antonio Mentruyt (ENAM), de la localidad de Banfield.

En la misma línea, Lilen Ranieri, presidenta del centro de estudiantes de la Escuela de Enseñanza Media 11, que funciona en el edificio del antiguo e histórico Colegio Nacional de Adrogué, señaló que “hay una pérdida de interés en los temas nacionales y en la militancia directa con el centro”. No obstante, reconoció que los alumnos “se involucran mucho con las actividades culturales y deportivas; y esa es una importante forma de participación”, que debe fomentarse.

LA ACTIVIDAD ESTUDIANTIL
Los reclamos más frecuentes que plantean los delegados de cada curso de la Media 11 en las asambleas estudiantiles tienen que ver con las falencias edilicias de la institución. “Una parte del inmueble está sin luz y el laboratorio no tiene gas ni agua”, aseguró Ranieri. Y pese a que la problemática fue presentada en varias oportunidades al Consejo Escolar de Almirante Brown “no hubo respuesta”. Por ello, la idea de los chicos es realizar una muestra fotográfica en una plaza para que las imágenes den cuenta de la situación y, de esa forma, transmitir a la comunidad sus inconvenientes.

Esa forma de denuncia que piensan implementar tuvo éxito en 2007, cuando realizaron una movida cultural en que la que se llamó a los medios de comunicación, con el objetivo de poner al descubierto la falta de gas en la escuela. “La obra para la instalación de gas estuvo en licitación por dos años y los reclamos al Consejo no eran escuchados”, contó una alumna. Así, gracias a la actividad estudiantil “ese mismo año se finalizó el trabajo”.

Según Marcela Arach, profesora de Lengua y Literatura de la escuela de Adrogué, los planteos de los chicos “dan la posibilidad a los docentes y a las autoridades de crear autocrítica”. Además, revindicó el lugar que representan las plazas para realizar actividades y reuniones: “Son espacios públicos que les vuelve a pertenecer”.

Con motivo de conmemorar el 33 aniversario de la “Noche de los Lápices”, los estudiantes de la Media 11 propusieron como actividad central la creación de un mural. El tema será abarcado de forma interdisciplinaria con las materias de Historia, Lengua y Plástica, que unificarán el trabajo con distintas tareas, anunció Arach: “Se trabajará con el lenguaje apelativo a la memoria, se realizarán iconografías, afiches y una reseña de la situación. También, habrá una charla sobre la defensa de sus derechos, a cargo de la Correpi”.

A muchos “la militancia directa no les interesa, pero sí se prenden en las actividades”, destacó Ranieri, quien además destacó que la relación con los profesores “es fluida” y con las autoridades “burocrática”.

Por otra parte, una de las herramientas utilizadas para promover la participación fue la creación de un blog propio de los estudiantes, donde cualquier alumno pueda acceder y expresar sus inquietudes o reflexiones.

PARTICIPAR DE OTRA MANERA
En la ENAM, durante la última década debieron atravesar distintas crisis de las que aún no se recuperaron. La provincialización de la institución y la destitución de viejas autoridades fueron dos ejes importantes en la vida estudiantil. Aún así, Ossona, el profesor de Historia, entendió que “hoy por hoy los alumnos participan en otras dimensiones de su vida” porque, según su análisis, “hay un cierto desencanto respecto de las clases dirigentes que se ve en los centros de estudiantes, lo que lleva a que los alumnos tomen distancia”.

Que los chicos conformen bandas de rock, organicen festivales, son algunas de las posibilidades que Ossona barajó al momento de ejemplificar su participación pero desde otros ámbitos, actitud que Ossona adujo al “escepticismo que hay en la sociedad” y también a los discursos “duros” de parte de quienes lideran los centros de estudiantes que “generan cierta antipatía” en quienes no participan o no encuentran su lugar allí.

La deserción escolar es otro de los factores que entra en juego a la hora de analizar qué es lo que ocurre actualmente en el ENAM, donde hubo “suerte de vaciamiento”. En el caso de esta escuela, en tercer año del Polimodal del turno mañana Ossona aseguró tener que dar clases a grupos de diez alumnos. Esta cuestión dificulta el hecho de que aparezcan lo que el profesor definió como “personalidades fuertes que impacten”.

Por eso, concluyó, son “ciclos” lo que marca un mayor o menor compromiso de los chicos en la actividad educativa. “Ciclos” donde aparecen “personalidades fuertes” que están definidas por ciertas situaciones coyunturales, como cuando en 2006 alumnos, docentes y padres lucharon por la destitución de autoridades acusadas de “malversación de fondos de la cooperadora del colegio y abandono edilicio” por una década.

CP-RCI-AFD
AUNO-15-09-09
aauno@yahoo.com.ar

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