“Memoria, verdad y justicia” fue la consigna que abrazó el descubrimiento de una placa en el hospital Gandulfo, de Lomas de Zamora, para homenajear a los trabajadores de la salud desaparecidos durante la última dictadura militar, dos de ellos médicos que se desempeñaron en esa institución durante esa etapa.
“Poner la placa tiene que ver con tener un espacio para hacer algún tipo de duelo. Tiene la función de ser un fuego eterno que nos guía cuando perdemos el rumbo”, sintetizó emocionado el director del hospital, Carlos Oviedo.
El acto, que se realizó hoy por la mañana, contó con la presencia de unas 500 personas, incluidas autoridades nacionales y municipales como así también directivos y trabajadores del hospital.
“La única manera de dar vuelta la página es con verdad y justicia, mas allá de que voces que tienen que ver con la vida de Lomas de Zamora digan otra cosa”, sentenció el médico en alusión a propuestas que circularon en los medios de comunicación durante los últimos días, referidos a dar amnistía a los genocidas de la última dictadura.
“En el año Bicentenario argentino homenajeamos a todos los trabajadores de la salud desaparecidos y asesinados durante la ultima dictadura militar. Dirección ejecutiva hospital Gandulfo y Secretaría de Salud de Lomas de Zamora. 1976-24 de marzo-2010”, es el mensaje de la placa.
LOS DESAPARECIDOS DEL GANDULFO
Se estima que el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” hizo desaparecer alrededor de 300 empleados de la salud, que incluyó a Mario Aníbal Bardi y Norberto Julio “Suki” Ramírez, por entonces médicos del Gandulfo.
Ambos desaparecidos en 1977 ya habían sido homenajeados en marzo de 2007 cuando se colocó una placa recordatoria para cada uno.
Mario Bardi compartió su trabajo de médico clínico con su militancia en la Juventud Peronista (JP). Realizó trabajo comunitario en barrios de Llavallol y Temperley, escribió sobre la salud pública local de aquellos años y tuvo gran compromiso con la realidad del Gandulfo. Tenía 27 años cuando desapareció en Llavallol.
Su mujer, médica, también fue secuestrada y su entonces pequeña hija, Selva, quedó al cuidado de otra pareja de militantes que un año más tarde sufriría igual destino que el de sus padres.
Desde ese momento, Selva fue criada por familiares y hoy trabaja en Tucumán con el Equipo de Antropología Forense que busca restos de desaparecidos de la última dictadura.
Por su parte, “Suki” Ramírez fue médico pediatra, además de un “gran luchador social” en palabras de sus colegas.
Cuando en el hospital reconstruyeron su vida descubrieron, por ejemplo, que un abuelo suyo había sido director del hospital y que su padre ejerció como visitador médico.
Con casi 30 años se lo vio por última vez cerca de la estación de trenes de Lomas de Zamora.
LR-AFD
AUNO-26-3-09