La excusa que se trazan en cada ensayo es tocar un poco de música para lograr algún día llenar grandes estadios y llegar a públicos masivos. Pero, detrás de ese deseo, el verdadero fin que se proponen es salvar la belleza del mundo y obsequiarle un momento de felicidad a quien quiera oírlos. Ellos son Minas. No, no carecen de la nuez de Adán ni mueven sus caderas al caminar. Se trata de una banda joven de rock surgida en el barrio de José Mármol, pero que ya pasea por las calles del under con un disco bajo el brazo.
Para conocer los detalles de la preproducción del disco y el interior de la banda, AUNO dialogó con la dupla compositiva: Francisco Real y Gerardo Duarte, vocalista y guitarrista, respectivamente. Durante la creación de los temas, Real escribe las letras y esboza las melodías de voz, y luego Duarte completa las bases y le suma los punteos de guitarra, esos que le dan identidad a “Armas de creación masiva” (2009), un trabajo con aires punk y rock garage. “Entre nosotros hay conexión”, explica el guitarrista mientras mira con una sonrisa a su compañero de banda. Después, para finalizar el proceso, los temas se llevan a los ensayos para que el bajista Ezequiel Sampedro y el baterista Lucas Cirilo pongan su parte, aunque las “estructuras caen ya casi armadas”, explicó el vocalista.
El arte del disco, realizado por una ilustradora colombiana, refleja a simple vista un mundo caótico. En la tapa aparece un bonzo, un hombre que se prende fuego en señal de protesta. “El primer bonzo fue un monje budista tibetano que se prendió fuego en una plaza y no dijo una palabra”, contó el cantante. Pese a la fuerte impresión que genera el dibujo de la tapa, el título invita a la creación: “El concepto nos gustó porque suena fuerte, impacta”.
La intención es que esos elementos sirvan para atraer a futuros oyentes, quienes luego investigarán las letras que cuentan cómo el individuo sobrevive en un mundo individualista en el que poco a poco se imponen las relaciones virtuales sobre las humanas y en donde no se generan vínculos afianzados sino efímeros. “Si bien la sociedad tiene un montón de cosas que no nos gustan, también el cambio depende un poco de nosotros, de cada uno. Por eso lo de ‘creación masiva’; hay un montón de cosas para crear, generar, vivir y disfrutar que son mucho más simples de lo que a veces nos figuran como ‘felicidad’”, opinó Duarte con lucidez.
El caos inmediato que supone el disco pronto es ordenado por las canciones que buscan un instante de alegría. “La visión del mundo de la banda es optimista, no apocalíptica; porque el objetivo de las canciones es hacer feliz un rato a la gente”, aclaró el cantante. Y Gerardo completó la idea: “Hay tanto flujo de información, tanto tiempo que uno le dedica al trabajo, que a veces nos olvidamos de las pequeñas cosas que nos hacen seres humanos y de la belleza del mundo.” Entonces, desde su arte proponen un cambio de paradigma: “La intención es que prevalezca la conexión entre los seres humanos. Por ejemplo, nosotros tocamos en vivo y ese hecho tiene una vínculo con los otros”, completó el concepto el guitarrista que no supera los 24 años.
Hace apenas dos años y medio que formaron el proyecto musical que ambiciona “buscar algo nuevo, un sonido propio”, pero tempranamente reconocieron que la mejor carta de presentación era la grabación de un disco. No tuvieron que pensar demasiado para tomar la decisión, porque notaron que la banda ya estaba madura y preparada para entrar al estudio. “Fue importante que quedara plasmado el sonido. Capaz que cuando hagamos un segundo, sonará diferente”, defendió Gerardo, quien antes tocaba en una banda de hard rock.
Pese a que fue “arriesgado” grabar en un solo día todas las canciones, “la experiencia fue genial”, recordó Francisco y no se olvidó de contar que lo hicieron “en un estudio ‘tremendo’, con técnicos de primera”.
La escena local es la que mejor les place, aunque sueñan con difundir su música por todos los rincones del país y el mundo. “Aspiramos a ser masivos y a llenar estadios, pero siempre respetando la idea musical que tenemos. Es decir, no queremos generar algo comercial sólo para ser masivos, sino que se difunda el mensaje a la mayor cantidad de gente posible”, aclaró Duarte antes de que su compañero tomara la palabra: “Y sin saltear pasos. Sabemos que tenemos que transitar pasos para lograr que te vea mucha gente y grabar muchos discos”.
Mientras tanto, entonan sus melodías por bares de Burzaco, Adrogué, La Plata y otras ciudades del Conurbano. En esos espacios se cruzan con artistas que transitan el mismo camino. “Nos identificamos, relacionamos y tocamos con bandas under porque están en el mismo estado que nosotros”, reconoció Real. Es un camino que implica mucho esfuerzo, perseverancia y que muchas veces va en contra de las obligaciones que impone lo cotidiano. “Con los laburos que tenemos bancamos la banda, pero no dejamos de hacer nada por que no dé plata. Al contrario, laburamos cada día más para componer temas, grabar otro disco y tocar en lugares grandes”, defendió Francisco. Y cuando parecía que había terminado con la idea, agregó con total sinceridad: “Nosotros hacemos ésto porque no concebimos otra forma de vivir que no sea haciendo música. La verdad es que en la guita no pensamos”.
SES-AFD
AUNO-21-05-10