Lomas de Zamora, mayo 16 (AUNO).- Eclecticismo. Una profusión de estéticas contrapuestas se anudan a un mismo envase con el singular propósito de caricaturizar lo que ven. Los “retazos” de una filosofía alternativa que construye el mundo desde la extraordinaria uniformidad de la “gente común”. A la luz de esa convencionalidad, se incuban las historias más asombrosamente “corrientes” a las que da vida la murga uruguaya “Agarrate Catalina”. Portadora de una mística rioplatense, “la Catalina”, como la bautizaron sus integrantes, se convirtió en uno más de esos caminos aleatorios que se transitan al margen de los parámetros oficiales de análisis social.
Sin ansias de universalizar un mensaje, pero con la fantasía de repensar lo que está dado, este grupo conformado por veintisiete jóvenes charrúas hipnotizan en cada presentación la atención del público. Los “anzuelos” de los que se valen constituyen una amalgama de música, atuendos extravagantes y coloridas melodías condimentadas con la crítica, la sátira y el humor.
En el marco de la gira por Argentina del espectáculo “Gente Común”, Yamandú Cardozo, director de “la Catalina”, reflexionó sobre el rol de la murga como sello de identidad y su posicionamiento frente al avance de fenómenos culturales globalizados. En diálogo con AUNO, el también guionista de la agrupación esquematizó los compases que dominan a ese género tan actoral como musical, huérfano de dogmas académicos, pero heredero legítimo de preceptos populares.
—¿Desde qué lugar encaran la propuesta de “Gente común”? —En este caso, es explicitar lo que siempre decimos y creemos que son los espectáculos de murga. Caricaturas o fotos sociales, análisis a nuestra altura, de nuestro nivel, de filósofos de boliche o poetitas de bolsillo, que es la manera de entender el “cacho” de realidad que nos toca. La materia prima o el barro con el que se amansan estos espectáculos tiene que ver con las historias de la gente más común porque no hay una universidad donde graduarse de murguista. No son actores haciendo de vecinos, sino más bien vecinos que hacen de actores. Está todo muy ligado a la cuestión popular. “Gente común” está armado con retacitos de historias comunes y corrientes. Hablamos de los prejuicios, la violencia, el doble discurso, el fútbol y de nosotros funcionando en conjunto social.
*—¿Por qué eligen destacar esas temáticas? *
—Son cuestiones que necesariamente atraviesan la vida de las personas que componen y arman una murga. Atraviesan la realidad barrial, la ciudad, a nuestros pequeños colectivos y círculos de acción social. Generalmente, los temas que toca la murga tienen que ver con eso. Es una cuestión muy humana, como la otra cara del diario de nuestras vidas.
*—¿Qué representa la murga para los rioplatenses? *
—La murga es fundamental para los uruguayos. El Uruguay tiene menos de doscientos años y hace más de cien que existe. Es como más de la mitad de la vida del país contada por este otro diario escrito a través de la voz de la gente literalmente. La murga es un gran libro de historia alternativo. Hay una visión desde los libros de historia, archivos fotográficos e investigaciones. Pero también existe una mirada desde una vereda más común, que es la murga.
—¿Cómo se desarrolla esa mirada alternativa?
—La murga junto con el candombe son las bandas sonoras de la vida de Montevideo. Son además un sello de identidad y pertenencia, de cultura popular y de música de la calle. El carnaval dura 45 noches y durante ese mes y medio junta más espectadores que todos los equipos de fútbol sumados todo el año. Todo ese público encuentra en la murga una herramienta de comunicación social. Aún durante dictaduras brutales como las nuestras, la murga y el carnaval no pudieron ser prohibidos. Si bien había control y censura, no se podía evitar que se saliera a cantar y a decir las cosas. La murga está muy metida en la oreja y en el corazón de la gente.
*—¿Cómo se diferencian los aportes de la murga respecto de otros géneros musicales? *
—Tiene una parte muy importante musical y también una parte dramatúrgica, actoral, estética y visual. Posee una cantidad de anzuelos, es un género armado con retazos de otros muy empíricamente, desde el arrabal y lo marginal, como el tango. Surgió de un proceso parecido, directamente desde lo marginal (para convertirse en) una huella identitaria en lo musical y lo cultural. La murga tiene como discursos que se yuxtaponen y que son como anzuelos paralelos entre sí. Es un género que intenta agarrarte del pescuezo para que prestes atención. Desde las caras pintadas como máscaras exageradas con los trajes y los vestuarios de color y volumen, desde lo actoral, desde la voz y la emisión. Abarca una cantidad de géneros que ayudan a un solo discurso, ese montoncito de palabras que uno quiere comunicar.
*—¿Cómo funcionan esos “anzuelos”? *
—Es una expresión musical que tiene detrás media vida de un país y una significación muy fuerte. Una función de herramienta social, de comunicación y una sustancia atrás. En este momento, hay música muy programada, determinada y segmentada, hecha como para que te guste. La murga es un género un poco más bruto, pero que tiene una sustancia reconocible atrás. Te puede parecer una porquería, una maravilla o no pasarte nada, pero ves en ella una esencia. Cada vez más gente se está volcando a consumir y a empaparse de música que tenga algo atrás. Que soporte la escarbada, y que al rascar la cáscara lo encuentres. Atrás de la murga hay una historia, la vida de una ciudad y una filosofía de vida. Eso es un plus de la música con una esencia atrás. Es una cuestión de cimientos con otra llegada que va más allá de lo estrictamente racional.
—¿Frente a fenómenos culturales más comerciales como se posiciona “Agarrate Catalina”?
—Respetamos mucho todos los géneros, de los cuales también nos nutrimos, porque la murga no es más que un robo descarado de distintos géneros. Es muy ecléctica. Precisa captar tu atención rápido y alisar como ruido. Por eso se usan músicas preexistentes, muy conocidas, que te suenan. Frente a fenómenos musicales más masivos nos paramos como consumidores. No tenemos una militancia contra algún tipo de música. Al revés, todo está bueno. No hay una postura en cuanto está música sirve y está no. Elegimos como consumidores música variada. Siempre intentamos aprender y escuchar otras cosas que están buenas.
DR-AFD
AUNO-16-05-11