Lomas de Zamora, diciembre 3 (AUNO).- El 2 de diciembre de 2007 está grabado en la memoria de todos hinchas de Lanús. Fecha particular, pues reúne una innumerable cantidad de sensaciones placenteras. Cuestiones de astronomía: no sólo se alinearon los planetas sino también las estrellas. En aquella jornada dominguera, “El Granate” empataba 1-1 con Boca en la Bombonera y se consagraba campeón.
Exactamente once años antes, un lunes, el equipo de la Zona Sur del GBA venía de caer 2-1 con Independiente en “La Fortaleza” de Guidi y Arias, por la 16ta fecha del Apertura 1996, y se preparaba para viajar a Colombia. Allí, 48 horas después, frente a otro Independiente, el de Bogotá, iba a dirimir quién se quedaría con la Copa Conmebol.
El 4 de diciembre, en pleno “Campín”, aquel elenco conducido por Héctor Cúper debía defender el 2-0 obtenido como local en el encuentro de ida. Y tras un sufrido desarrollo, la caída por la mínima diferencia desató el festejo. Lanús, luego de 81 años de historia, se consagraba con un título internacional, por primera vez en su historia.
“Fue algo maravilloso. Una alegría inmensa que aún permanece en el recuerdo de todos los que integramos el plantel. Hicimos un torneo bárbaro de punta a punta, con resultados muy positivos y después de mucho luchar, quedamos en la memoria de esta institución”. La palabra es de Carlos Roa, arquero de aquel conjunto.
Hoy es ayudante de Matías Almeyda en la travesía de River por la B Nacional, pero “Lechuga”, que supo jugar el Mundial de Francia en 1998 e hilvanar una extensa carrera en Europa, tiene presente intensamente aquel logro con la camiseta granate.
“Esa consagración nos cambió la mentalidad. Es que Lanús durante aquellos años fue un constante protagonista de los campeonatos, siempre los peleó, algo parecido a lo que ocurre en este tiempo. Pero el título nos dio el plafón que necesitábamos para creernos que podíamos hacer crecer al club”, destacó en diálogo con* AUNO*.
Quien vivió lejos esa sensación fue alguien que seis meses antes era un emblema dentro del once inicial: Gabriel Schurrer. Su último campeonato con “El Granate”, el Clausura 96’, lo catapultó a Europa. En el Viejo Continente, vestido con la camiseta de Racing de Santander, sufrió y disfrutó por igual lo que ocurría de este lado del Océano Atlántico.
“El equipo tenía mística, sabía a lo que jugaba y con la cabeza fuerte y el ánimo por el cielo, supo sacar provecho de un torneo corto pero exigente que le dio una inmensa gloria a la institución. Desde ese momento, Lanús se transformó en un equipo diferente, entendía que podía pegar el salto de calidad”, afirmó el actual entrenador de “El Granate”.
Sin integrar la plantilla que se consagró, “El Chucho” puso en consideración los puntos altos y explicó el porqué de la vuelta olímpica. “Eran hombres que estaban enfocados, nunca se desesperaron y manejaron cada partido con inteligencia. Fue un lujo ver cómo se superaban rivales dando muestras de gran jerarquía”, recalcó.
Y agregó: “El buen desempeño se debió al excelente grupo que se formó. Esa es una pieza clave que explotó el entrenador a la perfección. Algo que una década después se iba a repetir y que hoy continúa dando sus frutos”.
Para el técnico, la base del protagonismo que Lanús disfruta actualmente en el fútbol argentino fue adquirido hace quince años, con la conquista de esa Conmebol.
“Sin dudas que muchos de los chicos que en la actualidad se destacan, crecieron viendo a las glorias que se erigieron en aquella época. Son parte de la historia del club, jugadores que le dieron arranque a la senda del triunfo. Eso no hay que olvidarlo nunca”, remarcó Schurrer.
El derrotero hacia la gran final
Para analizar la campaña, vuelve a tomar la palabra el arquero. Bajo los tres palos, Roa comenzó con saldo negativo el certamen. Es que Lanús debutó con una derrota 1-0 en su visita a La Paz, Bolivia, donde se midió con el Bolivar. “Fue un inicio dubitativo, en el que aún así el resultado estaba abierto. Y eso se demostró en la revancha”, analizó.
La vuelta en Guidi y Arias mostró un categórico 4-1 a favor de los locales. Allí apareció lo que iba a ser una constante: la gran pegada de José Serrizuela –esa noche marcó dos tantos, uno de penal-. Y la cuota goleadora que aportaron Claudio Henría y Oscar Mena.
“Requeríamos de tranquilidad, de calma para manejar la pelota con solvencia, pero fundamentalmente de lo que pudieran hacer los delanteros en la red. Y por suerte su labor fue muy importante”, ponderó el arquero. El rival en cuartos de final iba a ser el Guaraní paraguayo, que arribaba al duelo tras sorprender a Fluminense, de Brasil.
“Todos los adversarios debían ser de cuidado. No teníamos la certeza de que éramos favoritos y sin embargo tanto en la ida como en la vuelta demostramos que nuestras ambiciones eran superiores”, sostuvo. Y vaya si así fue. Lanús ganó los dos cruces: 2-0 de visitante (anotaron Mena y Walter Coyette) y goleó 6-2 en casa.
En ese compromiso el que dijo presente en el arco rival fue Gonzalo Belloso con un doblete y también Ariel López con uno. Los otros goles: Gustavo Falaschi, Mena y Coyette. “Fuimos contundentes, agresivos, sueltos, y con el resultado a favor se vio un gran nivel a lo largo de los 90 minutos”, enfatizó Roa.
Las semifinales no implicaban viajes largos. El turno de enfrentamiento dejaba en el horizonte a Rosario Central. Y otra vez, Lanús fue implacable. Cambio el sentido de la localía y en la ida, en “La Fortaleza”, venció 3-0. Cuando fue a Arroyito, el triunfo fue 3-1. Belloso, hincha de “El Canalla”, convirtió dos a lo largo de la serie.
“No hubo problemas porque logramos ser más desde el inicio. Sacamos provecho de nuestra ventaja en casa y jugamos después con la desesperación en la búsqueda del resultado durante la revancha”, comentó Roa.
Schurrer también se refirió a la llegada a la final: “Se aprovechó la solidez defensiva, la generación por momentos exquisita en el mediocampo y fundamentalmente el gran poderío ofensivo que a medida que pasaban los partidos sumaba más confianza”.
La consagración en “El Campín”
Y el duelo definitivo tuvo del otro lado a Independiente Santa Fe. Los colombianos habían arribado a esa instancia con varios sobresaltos pero con una certeza: el mayor rédito estaba en “El Campín”. Allí ganó sus tres compromisos anteriores ante Deportivo Táchira de Venezuela, y los brasileños Bragantino y Vasco da Gama.
“Sabíamos que lo fundamental de su fortaleza estaba en la localía. Elevaban el rendimiento ante su público, y en un par de oportunidades tuvieron que dar vuelta el resultado adverso cosechado de visitante. Era un rival de importancia”, aportó Roa.
En ese sentido, el partido de ida tuvo lógica: Lanús fue superior y ganó 2-0 con tantos de Mena y Ariel Ibagaza. El elenco cafetero, con pocas ideas, se dejó llevar por el aluvión granate. Sin embargo, la ventaja quedó exigua. El 4 de diciembre, en Colombia, hubo que sufrir.
“La confianza fue determinante para mantenernos concentrados y no creernos campeones de antemano. Eso nos hubiese perjudicado muchísimo. El 2-0 era una ventaja amplia, pero no concluyente. Y sí, había que sufrir”, admitió.
Y continuó: “Para colmo en la final no arrancamos bien. Se pusieron arriba en el marcador muy rápido y hubo que padecer un constante hostigamiento que generaba la presión en la cancha”. A los cuatro minutos, Wittingham puso el 1-0 de penal. Desde ese momento, todo fue cuesta arriba.
“Hubo que sacar a relucir mucha fuerza de voluntad para no dejarse envolver por el rival. Era necesario poner la cabeza fría pese a saber que estabas a 90 minutos de la gloria. Estábamos obligados a mantener el gol de ventaja”, describió el ex arquero de la Selección Argentina.
Pero finalmente se consiguió el objetivo. Apretado, sin un juego preciso y sí, con demasiado dramatismo, Lanús estancó el tanteador y logró dar la vuelta olímpica. “Es la meta más grande a la que había llegado el club. Desde ahí, todo objetivo tiene como referencia aquella Copa”, resumió Schurrer.
La memoria a corto plazo recuerda la gloria apuntalada por el equipo que condujo Ramón Cabrero hace apenas cuatro años y que rubricó su firma de campeón un 2 de diciembre. Pero más allá de la frontera del siglo, en 1996, la historia dicta que “El Granate” estampó, en Colombia, la primera estrella en su camiseta.
AUNO-03-12-11
MRQ-LDC