Lomas de Zamora, diciembre 31 (AUNO).- Alrededor del bajo enrejado negro que cuida sobre la pirámide de la Plaza de Mayo a la blanca estatua de la Libertad, que parece exhortar con su lanza, se apostaron en un negro escenario rodeado de zapatillas las madres y los padres de los 194 pibes víctimas de la tragedia en el boliche República de Cromañón, aquella noche del 30 de diciembre de 2004. Rodeados de banderas de diferentes agrupaciones sociales y políticas que consignaban “castigo”, “justicia” y “maldita impunidad”, entre otras, y detrás de un fondo con un gigante mural con las fotografías de las víctimas, los familiares realizaron un emotivo pedido de memoria y justicia nombrado uno por uno a sus chicos, ante lo cual los manifestantes respondían al unísono: “Justicia”. Además, en el acto central que fue luego de la misa en la Catedral Metropolitana, exigieron a la Cámara de Casación y a la Corte Suprema que se expida “urgentemente” a un segundo juicio para los responsables directos, como el ex secretario de Seguridad porteño Juan Carlos López y el dueño del predio donde funcionaba el boliche, Rafael Levy, que además fue denunciado como dueño de un prostíbulo donde se presume trata de personas, al tanto que los familiares alzaban pancartas también con los nombres de sus hijos y con la fuerte presencia de la palabra “Presente”.
Alrededor de las 16, los primeros transeúntes curiosos, entre ellos muchos turistas, se acercaban al corazón de la Plaza de Mayo, donde tres vallas verdes oficiaban de galería artísticas, de un muestrario de fotografías, que recorrían las biografías de los pibes muertos en Cromañón. Entre esas biografías fotográficas, acompañadas muchas de ellas con dedicatorias de familiares y cartas de deseos que habían escrito las mismas víctimas antes de ir al boliche donde se les arrebató la vida, se encontraba la historia del joven Pablo Fucci. Delia, su mamá con una remera multicolor ya estaba en la Plaza desde antes de las 10, honrando a su hijo a través de la memoria y resistiendo a las imposturas de un poder político que, según ella relató a AUNO, “no dio la cara y se victimizó” como también el gobierno del destituido jefe de gobierno Aníbal Ibarra “se armó sus marchas a favor con la gente de los comedores y algunos jubilados”, antes de tomar las riendas de sus responsabilidades institucionales y convocar a las verdaderas víctimas del episodio trágico que vivió Argentina.
Así, con fuerza y una mezcla de alegría y sollozo, Delia repasó la historia de su hijo: estudiante del Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA)-—institución que lo homenajeó con el nombramiento de una sala de arte bajo su nombre por su dedicación y compromiso con la casa de estudios—, amante de la música, hinca de Racing y de novio con Luciana, sobreviviente de la tragedia y una hija más para Delia, que lo recuerda de la mejor manera: desde el arte, la murga que formó y el saber que ella resistirá hasta que se haga justicia.
Al mismo tiempo de la charla con Delia y mucho antes de que se produjese la concentración de todas las agrupaciones y de la prensa televisiva, se escuchó a Silvia Vignami, mamá de una de las víctimas, convocar a la marcha desde Plaza de Mayo hasta Plaza Once para pedir “justicia por la masacre porque a siete años no hay ningún responsable preso” y a la no prescripción de las penas de los delitos cometidos por los funcionarios durante 2004, en tanto que también invitó a observar y participar de la muestra de fotos “Vidas Robadas, Sueños en marcha”, donde algunos familiares recordaban entre lágrimas a sus seres queridos. Además, con voz de lucha, fuerte e impostando, Silvia agradeció la adhesión de agrupaciones, como el Partido Obrero, el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), la Corriente, la Tendencia Piquetera Revolucionaria (TPR), la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), la Asamblea 20 de diciembre Parque Avellaneda, “La Alameda”, el Centro de Estudiantes CBC Ciudad Universitaria, la Asociación de Víctimas contra la Inseguridad Social en Argentina (Avisar), entre otras, que al tiempo que en el acto se criticaba tanto al Poder Judicial como al poder político, hacían flamear sus banderas, para después emprender la marcha desde Plaza de mayo hasta el santuario a las víctimas en el mismo predio donde se produjo la “masacre”, a metros de Plaza Once.
MARCHA Y CÁNTICOS POR MEMORIA Y JUSTICIA
Con la habitual bandera argentina estampada por las fotografías de las víctimas, los familiares formaron una columna y emprendieron la marcha hasta Plaza Once pasadas las 19. Detrás, las agrupaciones agitaban sus banderas rojas, verdes y con leyendas de “Justicia” y “Castigo” frente al asombro de muchos que miraban desde los bares y cafeterías abiertas del centro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Delia, mamá de Pablo ya se había perdido entre tantos manifestantes, en tanto que otros padres levantaban pancartas con las fotografías de sus hijos. De tanto en tanto, los fotógrafos más avezados corrían para captar un momento justo, clave para ilustrar la esencia de la marcha. Algunos que querían obtener un plano general, se subían a cestos de basura rotos y otros a transformares de energía eléctrica.
Por otro lado, a medida de que se llegaba a Plaza Once, se escuchaba más fuerte los cánticos: “Que se vayan todos, que no quede uno solo”. Luego, un grito: “Los chicos de Cromañón, presente, ahora y siempre. Justicia”. Y continuaron: “Los corruptos, los coimeros son parte de este gobierno, ay, ay, ay, si no hay justicia, la que se va a armar”. Una de las madres, Amelia, entre lágrimas pero con una sonrisa contó a AUNO que “pensaba que estaba soñando, pero era real” la tragedia en el boliche donde tocó la banda de rock Callejeros y que fue tercera en declarar en el juicio político al entonces jefe de gobierno Aníbal Ibarra. En signo de repudio y memoria vistió la misma ropa que llevaba el mismo día de la masacre y reflexionó que no hay que olvidar por qué murieron jóvenes y recordó que 220 boliches bailables cerraron después de lo de Cromañón. “Los culpables están libres y pueden alzar una copa para brindar. Nosotros tenemos un lugar vacío”.
Ya en la esquina del Congreso de la Nación, dos turistas norteamericanas del estado de Illinois que se vieron sorprendidas por la multitudinaria marcha y por los cánticos de los jóvenes, sentenciaron a AUNO que frente a un acontecimiento de esa naturaleza sólo se exige justicia. Así también lo entendió, una señora que gritó “Justicia” desde uno de los cafés sobre Rivadavia y algunos que aplaudían desde las paradas de colectivos.
La marcha de resistencia se produjo hasta la esquina de Bartolomé Mitre y Ecuador ya pasadas las 21:30. La desconcentración poco a poca se generaba mientras que los familiares se acercaban para saludar y homenajear a sus chicos en el santuario donde yacen las fotografías y los nombres de casa uno de ellos y seguramente para explicarle que ellos no se cansarán hasta llegar a la justicia. Fue como afirmó rotundamente la mamá de Pablo “luchar contra los molinos de viento” para que no proclive la fuerza de los derechos humanos en nuestro día a día y que los responsables sean enjuiciados con las garantías que les otorga la Constitución nacional.
EV-AFD
AUNO-31-12-11