Ocurre muchas veces que, frente a casos de mujeres y hombres que nacen con altas capacidades, el diagnóstico es errado. La primera hipótesis que arriesgan los profesionales es la de “trastorno de conducta” o “hiperactividad”. Esto ocurre porque las abultadas inquietudes intelectuales de estos chicos, junto con las respuestas desafiantes a docentes y compañeros, se explican por medio de una simple alteración de la conducta.
Esto fue lo que también vivió Héctor Roldán. El fundador de Creaidea descubrió que tenía el coeficiente intelectual más alto que la media recién a los 40 años, cuando decidió hacerse un test de inteligencia.
Mientras tanto, su infancia y adolescencia fueron complicadas y él no podía entender por qué. Él creía que “era un bicho raro.” “Me acuerdo que en la secundaria le contaba chistes a mis compañeros y ellos no se reían porque no los entendían pero yo no suponía que era bastante inteligente.”, confesó Héctor Roldán a AUNO-Tercer Sector.
También comentó que de chico lo “echaban de las escuelas por contestar a las maestras, distraer a los compañeros y no hacer la tarea.” Y agregó: “cuando me vio el neurólogo, me diagnosticó ´Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad´ (TDHD) y me recetó una droga que se llama ´Ritalina´.”
Hoy lo cuenta con humor y lo recuerda como una anécdota graciosa pero sabe que, en su momento, fue una situación problemática. Con Creaidea, busca evitar situaciones similares en el presente.