Arístides Vargas: «Uno de los principios del teatro es la generosidad»

Actores, directores locales y gestores culturales participaron del pre lanzamiento del Festival de Artes Escénicas del Conurbano sur. El reconocido dramaturgo argentino Arístides Vargas, exiliado en Ecuador desde el último golpe cívico-militar participó de la actividad y, luego, durante una entrevista con AUNO afirmó que hay que asumir las circunstancias vividas «para no olvidar».

Emmanuel Videla

Lomas de Zamora, agosto 06 (AUNO).- Una obra y una conferencia sobre su producción y realización es un camino inevitable en el quehacer del teatro. Sin embargo, en esta oportunidad no se trató de una dinámica rutinaria, sino que la obra “La Edad de la Ciruela”, del director Arístides Vargas, preanunció la apertura del IV Festival de Artes Escénicas Buenos Aires Gran. Luego de la función, el director mendocino y fundador del grupo latinoamericano Malayerba en Ecuador, exiliado en la década de 1970 a causa de la última dictadura cívico-militar, dialogó abiertamente con el público sobre su formación, su visión del teatro, la realidad escénica de Argentina y su procedimiento de escritura, entre otros temas. Minutos después, AUNO lo entrevistó.

¿Cómo se posiciona luego de tantos años fuera del país?
-No me pienso por afuera de Argentina. Al pensarme como parte de ella me asumo como una persona que le pasaron cosas en un momento determinado del país. Esa época hay que asumirla. Para mí es fundamental. Fue en esa época que de Argentina y en algunos países de Latinoamérica cuando se generaron esos contrasentidos que merecen ser ordenados. Somos autores argentinos que estamos afuera, pero, de todas maneras, somos argentinos. Las circunstancias hicieron que salga del país. Mi objetivo (en un sentido amplio) de buscar eso que ya no existen y de una Argentina que no va a ser la misma.
¿Cómo se entiende las diferentes producciones teatrales?
-No hay un teatro argentino, hay varios; hay teatralidades argentinas que pasan por todas las provincias. Tenemos que agradecer a la diversidad teatral la posible riqueza de un teatro de un país.
Sus obras no tienen límites anclados en la realidad. Varias veces nos hace pensar en ámbitos imprecisos entre la realidad y el sueño ¿Por qué?
-El territorio de los personajes con los cuales trabajo no es específico y no se los puede identificar fácilmente. No puedo escribir de manera referencial, porque yo no vivo una realidad tan referencial. Constantemente fundo universos diferentes, fundo la Argentina y mi niñez, con España, con Ecuador.
¿Qué pasa con tus obras en manos de otros grupos?
-Creo que uno de los principios del teatro es la generosidad, la posibilidad de ser leído, reinventado por otras sensibilidades. Por lo tanto, soy bastante desprendido con mis textos. Siempre espero descubrir algo que yo no pude decir. Evidentemente, soy un autor que no tiene un sentido de propiedad tan acentuado. Me gusta jugar. Me gusta entender el teatro como el juego que nunca se acaba. Por más que intentemos agotar las obras, no podemos. Creo que es una prepotencia artística o intelectual agotar el juego en una obra. Las obras no se agotan.
Pasa lo mismo con los clásicos…
-No solamente los clásicos nos han demostrado eso, sino los contemporáneos. Es decir, las diferentes versiones que existen de acuerdo a las diferentes realidades que estos textos se inscriben. Yo me siento muy feliz y me divierto mucho cuando veo mi teatro. Así, otro de los principios del teatro es el poder divertirse, porque divertir es una forma de subvertir. Un texto por ahí dice: “No se puede divertir sin subvertir ni dar a luz sin parir”. El juego teatral se puede destruir porque no te lo tomas en serio o porque te lo tomas demasiado en serio. Esto es un juego.
¿Escribe para usted o para el grupo?
-Pienso que escribo para mí, pero no lo sé. He escrito para el grupo o para mis amigos, pero siempre he terminado escribiendo para mí. Hay una frontera muy imprecisa.
¿Cómo escribe?, ¿tiene algún procedimiento preciso?
-Escribo de muchas maneras. Mi familia, mi esposa y mi hija huyen de mi casa cuando estoy escribiendo. No me toleran, no me aguantan. Son procedimientos creativos que producen estos accidentes (en mi casa) También escribo, por ahí, en medio del grupo. A veces escribo incluso antes de que los actores entren en escena. Estaban hartos de mí, porque les pasaba un texto nuevo y les decía: “Ahora vas a decir esto”. Imagínate, no podían trabajar, no podían concentrarse ni estabilizarse con el trabajo porque yo los jodía con esos textos. Desde ese extremo, también paso a lo solitario. Sí, sí, hay muchas maneras de escribir.
¿Qué recuerda de sus maestros del teatro?
-Tuve grandes maestros. Recuerdo una frase que uno me dijo sobre que hay que “aprender a reinterpretar lo que se está diciendo porque no está hablando exactamente de lo que está hablando, sino que se está transmitiendo otra cosa”.

EV-AFD
AUNO-07-08-12

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