Murió la esposa de Pablo Turner, el intendente asesinado por la dictadura

Irma Milencöff tenía 76 años y fue una militante y referente de la «tendencia revolucionaria» en el distrito, durante la década de 1970. Se exilió en Suecia en durante la última dictadura cívico-militar y vivió allí junto con sus cuatro hijos.

Belén Escobar

Lomas de Zamora, septiembre 3 (AUNO).- Lucha, perseverancia, compromiso, ideales, militancia. Son algunos de los conceptos que, según los que la conocieron, caracterizaron hasta sus últimos días a Irma Milencöff tenía 76 años y fue una de las referentes de la Juventud Peronista y esposa del ex intendente de Lomas de Zamora víctima del terrorismo de Estado en la década del ’70, Pablo Turner. Murió el viernes rodeada de sus hijos en Suecia, país donde vivió desde que debió exiliarse cuando era perseguida.

Pablo Turner fue intendente entre el 1973 y 1974, año en el que fue sustituido por el entonces concejal Eduardo Duhalde, quien fue apoyado por los sectores más conservadores del peronismo para asumir su primer cargo ejecutivo. Irma acompañó a Turner en todo momento. Nunca le soltó la mano, a pesar de estar sumergidos en el pánico que provocaban al principio la Triple A y luego el gobierno de facto.

Actualmente, hay una estación ferroviaria en la localidad lomense de Villa Lamadrid llamada “Pedro Pablo Turner”, en su memoria. Su nombre es recordado también en un Centro de Estudios Políticos y Sociales” en Ingeniero Budge, de donde era oriundo.

El matrimonio que vivió su cotidianeidad en la militancia tuvo cuatro hijos y siempre vivió en Budge, la localidad que fue uno de los principales escenarios de la Juventud Peronista (JP) en el Conurbano sur. Tras la desaparición de Turner, Irma se exilió con sus hijos, gracias a la Cruz Roja, en Suecia, uno de los países que por esa época cobijaba a perseguidos políticos argentinos.

“Cuando su marido fue intendente no hizo el papel de ‘la mujer de’. Era una real compañera. De hecho atendía las necesidades de los vecinos de Budge”, contó Domingo Ramírez, un militante de ese barrio que fue compañero tanto de Turner como de Irma. “Ella logró la ampliación de la escuela 58 de esa localidad. El edificio tenía la capacidad desbordada y convenció a los vecinos de al lado para que vendieran el terreno y así, agrandar el colegio”, recordó.

Además remarcó que “ella siempre destacaba su descendencia búlgara porque decía que la hacía ruda”, y rememoró: “En el primer regreso de Perón, en noviembre del ’72, nos fuimos caminando desde Budge hasta Turdera y desde allí a Ezeiza. Salimos a las 5 de la mañana desde una casa particular. (El ex presidente Agustín) Lanusse había decretado el estado de sitio y, desafiando eso, llegamos hasta el alambrado perimetral del aeropuerto”, rememoró el amigo del matrimonio.

“Eran tiempos en que la militancia duraba 24 horas, no sólo en actos públicos ni de 9 a 14 en cargos públicos”, comparó.

Si bien Irma vivía en Suecia, de vez en cuando venía a Argentina para visitar a sus afectos y continuar con la lucha política por la aparición del cuerpo de su marido y de su hermano, quien también fue víctima de la dictadura.

La osteoporosis la acompañó durante sus últimos años de vida. Hace aproximadamente dos meses se había operado y el período posterior a la intervención quirúrgica fue conflictivo y resultó ser uno de los causantes del desgaste de su salud. Tuvo problemas de salud hasta el último suspiro, pero lo que la perturbaba constantemente fue la condena de vivir separada de los restos de Pablo Turner, lejos del país donde ella creció como una militante social y dejó una marca.

MBE-AFD
AUNO-03-09-12

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