«Mi sueño era tener un auto como los Hot Wheels pero gigante«, cuenta Emilio Paoli, un amante de los fierros de la localidad de Banfield que logró cumplir con ese proyecto que tenía desde chico a partir de sus conocimientos sobre ingeniería mecánica. Hoy comparte esa pasión con su hijo de 17 años de darle vida a autos que para muchos ya están en desuso.
Paoli contó en diálogo con AUNO que desde siempre tuvo autitos de colección, pero al crecer comenzó a armar sus propios vehículos. Primero arrancó con rulemanes y madera, y después, con chapa. “De a poco. Lleva mucho esfuerzo pero con enfoque. El que lo quiere hacer, lo hace», aseguró.
Entre los autos de su flamante colección relucen un Impalla 1965, un Chevrolet Brava 1976 y un Ford Fairlane. La joya es un Chevy 1971 con motor de V8 que tiene desde hace 17 años y restauró por completo. «Lo compré en General Pacheco por una revista. Estaba barato porque estaba todo oxidado. Me lo traje andando y largaba humo blanco. Al llegar lo desarmé por completo”, indicó.
Además de coleccionar autos clásicos, Paoli también los vende, como es el caso de varios de la
marca del moño. A uno de esos lo apodó la tóxica por su estado de deterioro cuando lo adquirió.
Lo que más le gusta al banfileño de sus autos restaurados es lo que genera en la gente. Relató que cuando va por la calle suelen sacarle fotos a su auto, levantan el pulgar y ese gesto es lo que le “da ganas de seguir para adelante con estas locuras”.
“Algunos me dicen que tuvieron o su pariente andaba en un auto igual. Son personas que no conozco, pero que parece que me conocen de toda la vida a través de los autos. Me cuentan sus historias y está bueno porque siempre le sacas una sonrisa”, remarcó.
Ezequiel es hijo de Emilio, tiene 17 y es estudiante de una escuela industrial donde, entre otras cosas, aprende ingeniería automotriz. Al igual que su padre, tiene un proyecto con fierros: está armando desde cero su propio auto, un Ford 1928.
Paoli padre explicó que si bien guía a su hijo en todo lo que necesite, «el auto está hecho a su gusto”. Es el primer proyecto del chico, con piezas de algunos autos que armó Emilio y otras que soldaron y cortaron en el taller familiar.
El vehículo ya funciona por completo con un motor 2.3, aseguró el banfileño. Lo probaron y no sólo arranca, también dobla, acelera y frena. Están trabajando en la cabina y la colocación de las butacas.
Paoli explicó que si bien tienen gustos diferentes con su hijo -él se define como “la vieja escuela” y el chico tiene preferencia por los vehículos japoneses- «sienten la misma pasión por los autos». «Es un orgullo enorme», expresó Paoli padre.
AUNO-19-09-2023
ANV-MB