Protocolo de Kioto: una oportunidad para el desarrollo de energías limpias en el país

El comienzo de la vigencia del Protocolo de Kioto constituye «una oportunidad» para el desarrollo de energías limpias en el país ya que cuenta con «muchas ventajas comparativas». Así surge del análisis realizado por el subsecretario de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Javier de Urquiza, quien destacó que Argentina podía destacarse a partir del canje de los «créditos de carbono» que comenzarán a utilizarse.

(AUNO*) Los “créditos de carbono” son una suerte de moneda de cambio por medio de los cuales los países más industrializados que necesiten reducir sus emisiones contaminantes podrán cumplir con sus compromisos. Es decir, en lugar de reducir sus emisiones a los niveles fijados en el Protocolo de Kioto, pueden apoyar iniciativas favorables para el medio ambiente en otros países, cumpliendo determinadas normas.
Para De Urquiza, la “gran oportunidad” a partir de Kioto surge de analizar “el reemplazo de los combustibles fósiles por biocombustibles, donde la Argentina posee muchas ventajas comparativas”.
“Si se analiza específicamente el caso del biodiesel, un combustible renovable que se obtiene a partir de aceites vegetales y/o grasas animales, la Argentina se destaca por poseer grandes extensiones de tierra aptas para el desarrollo de cultivos oleaginosos tradicionales soja y girasol y no tradicionales tung, cártamo, colza, etc., siendo el producto de éstos “#8220;aceites- el principal insumo para la producción del biocombustible”, resaltó el funcionario, al realizar una evaluación de la puesta en marcha del acuerdo internacional.

“La generación de los créditos de carbono a partir de proyectos de biodiesel en la Argentina podría ayudar a cubrir parte de la demanda internacional de dichos créditos por parte de aquellos países que los necesitan para cumplir con sus compromisos de reducción de emisiones bajo el tratado”, resaltó De Urquiza, al referirse a un aspecto por el que distintas entidades ambientalistas y del campo vienen insistiendo desde hace tiempo.
Además, destacó que “de esta forma, los proyectos destinados a la producción de biodiesel pueden tener acceso a una fuente adicional de financiamiento, de manera de hacer más rentable los emprendimientos y ayudar a producir biodiesel en forma más competitiva, tanto en el mercado local como en el internacional”.
Actualmente, el país cuenta con un proyecto que tiene media sanción del Senado para apoyar este tipo de iniciativas, y que aún no fue tratado por la Cámara de Diputados. En caso de convertirse en ley, para el funcionario, se “apuntalará definitivamente su desarrollo sustentable en el país y se posicionará a la Argentina como uno de los principales países productores de esta fuente alternativa de energía”.
De Urquiza también detalló que Argentina cuenta con diversos ecosistemas que le permiten tener “un portfolio de cultivos que le dan una gran flexibilidad a la hora de transformar estos cultivos en energía renovable”. Sobre este punto, explicó que “la combustión de gasoil de petróleo, fuente de energía no renovable, libera dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera. En el caso del biodiesel, el CO2 liberado es reciclado continuamente a través de la fotosíntesis cada vez que se implanta un cultivo. Debido a esto, el empleo de biodiesel en reemplazo de gasoil reduce las emisiones de CO2 liberadas a la atmósfera”.
Según su análisis, “la combustión de una tonelada de gasoil de petróleo libera aproximadamente 3 toneladas de CO2, lo mismo que la combustión de una tonelada de biodiesel. Sin embargo, dado que el proceso de biodiesel recicla el CO2, el reemplazo de gasoil por el biodiesel reduce la emisión neta de CO2 en un 70 por ciento. Es decir, que una planta de biodiesel con una capacidad de producción de 40.000 toneladas de combustible por año reducirá la emisión de CO2 en alrededor de 80.000 toneladas anuales. Esto último hace que los proyectos de biodiesel sean elegibles para obtener créditos de carbono según el Protocolo de Kioto”.
AUNO 24-2-05

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