Isabel, de 52, estaba sola y probó varias veces sin éxito en diferentes sitios destinados a solos y solas. Un día fue a una charla debate en Adrogué donde se proyectaban películas. Vio El hijo de la novia y conoció a Carlos, de 60. Nunca más se sintió sola.
Es una paradoja que mientras por un lado se registra un gran desarrollo de las comunicaciones, como jamás se vio, la gente se relaciona cada vez menos.
Según datos del Indec, sólo en la Capital Federal hay casi 1,2 millones de hombres y mujeres que forman los llamados hogares unipersonales.
Para contactarse, algunos eligen formas impersonales, como el chat con un desconocido de la Quiaca o del otro lado del mundo, reduciendo la posibilidad de conocer a pares y crear espacios para socializar con un encuentro cara a cara. Según la antropóloga Isabel Laumonier, los ejes de socialización dejaron de pasar por el club o el barrio. La especialista explicó que la tecnología en la comunicación no es más que eso, un soporte más, y que las soluciones pasan por el fondo de la cuestión y no por los medios que empleemos.
Bailes, chats, Internet, programas de radio, charlas coordinadas, programas televisivos y sus versiones extranjeras, explotan en la pantalla chica. Estas son sólo algunas de las ofertas que reemplazan a los antiguos lugares de socialización y hacen furor. En la zona sur existen dos propuestas ya clásicas, distintas y al mismo tiempo parecidas dedicadas a esta temática: La Mansión de Nora y Recreativamente.
Desde hace unos años, comenzaron a surgir opciones para los denominados “solos y solas”. Son personas de más de 30 que buscan conformar una pareja, casarse o simplemente pasar un rato agradable y conocer gente. Pero las propuestas pensadas para mayores de 45, ahora se ampliaron a otras edades.
Ocurre que a los 30 a 50 hay personas que ya están divorciadas o que nunca encontraron su pareja, aunque los coordinadores de las actividades revelaron que han recibido llamados de gente de 20.
A ellos nos les gusta que los llamen “solos” o “solas”. Se sienten con un cartel colgado que llevan a todos lados, como una discriminación. Parece que la mayoría de los “solos” no está contenta con esta realidad, sino no habría tantos buscando conocer a otros, ni existiría tanta oferta dedicada a esa temática.
Daniel Rosemnberg, psicólogo, creó el cine temático. Todo empezó en su casa, donde convocaba una vez por mes a un grupo de diez personas. “Cine Living” reunió durante tres años a amigos y conocidos del psicólogo. Allí veían películas, tomaban alguna copa de vino y charlaban. Había gente casada, separada, solos, de todo. La experiencia le resultó interesante. Luego se fue extendiendo y comenzó con las charlas encuentros para dejar de estar “solos y solas”. ¿La razón? Porque le parecía que era buen anfitrión, disfrutaba de eso y porque ama su profesión, dice.
En un aviso clasificado en un diario, destinado a Lomas y Almirante Brown, figura un teléfono, una dirección y un nombre debajo de un texto: “solos y solas” en el rubro personas buscadas, que reúne a unas 30 personas por viernes. Rosenberg atiende directamente el teléfono y hace un filtro. Selecciona las personas con el fin de que el grupo tenga intereses comunes.
Se les pide que reflejen en grupo y de un modo humorístico algo que puede ser vivido por ellos como una tragedia. Otra, las charlas temáticas, tales como “pareja cama adentro o afuera”, “la amistad entre el hombre y la mujer”, en las cuales utiliza algún disparador para hacerlos participar y que los que hablen sean ellos y él solo coordine.
La vedette es la película que se proyecta los viernes en la salita preparada para ese fin, a partir de la que se desprenden todas las actividades mencionadas. Rosemberg prefiere llamarlos “sueltos y sueltas”. Es uno de esos a los que no les gusta caratular a la gente como “solos y solas”. Al fin y al cabo, todos estamos un poco solos.
El propósito no es sólo formar pareja. Si bien esa es la finalidad escondida de los encuentros y lo que la gente busca como fin último, las personas van para encontrar alguien con quien charlar, para conocer a otros y hacer amigos.
Cuenta una anécdota más que impactante de una primera vez de una mujer que se levantó sobre el final de la charla y definió cómo se había sentido con un “hoy no comí sola mirando tele”. Las actividades funcionan con un arancel de 10 pesos en una casona de la localidad de Adrogué, que pertenece a la Fundación Prasam (Prevención y Asistencia para la Salud Mental).
Algo parecido sucedió con Nora. Empezó hace siete años haciendo reuniones en su casa de Lomas, con una separación encima. Todo porque vio gente muy sola. Y así, con un grupo de 20 personas se lanzó a hacer fiestas. Las primeras contaban con juegos como el baile de la escoba, show y animaciones, entre otras cosas. Pero sintió que la gente prefería estar mirando al otro y no tanto que le indiquen qué hacer.
Hoy, su sitio aparece en cualquier buscador de solos y solas como un favorito. “La Mansión de Nora” presenta otra alternativa diferente. Se trata de una especie de boliche. Se la cataloga como una disco pub exclusivo. La exclusividad está dada tanto por el clima especial que genera como por la gente que concurre. Y tiene que ver con que, al igual que Rosemberg, filtra la gente que se acerca. En las publicidades no figura ninguna dirección, sólo un teléfono.
Según Nora, el 90 por ciento de los concurrentes son divorciados y abundan aquellos/as de 45. Aquí coincide con Rosemberg que, según sus datos, la mayoría de los solicitantes de estos servicios van de los 40 a los 60. Pero, reconoce que ha recibido llamados de gente de 25 y 30.
Nora recibe alrededor de cien personas por noche, que se dirigen a la mansión con la secreta esperanza de encontrar pareja y, en general, son más mujeres que hombres. Aquí hay otra coincidencia con el psicólogo. Nora dice que ya se han formado 72 parejas y cinco matrimonios. También señala que la gente una vez que encuentra pareja no vuelve más, a menos claro, en un aniversario. Aquí se diferencia de lo que ocurre en “Charlas debate”, ya que cuando se forman parejas vuelven porque formaron un grupo de amigos.
Según el Indec, dedicado a matrimonios y uniones acordadas “después de una separación, divorcio o viudez, los varones tenderían a conformar nuevas parejas más frecuentemente que las mujeres y con consortes más jóvenes”.
Hasta los 35 años, las mujeres conviven en pareja más que los hombres. Pero, superada esa edad, la soledad se convierte en un problema para ellas y “hay un porcentaje de población más elevado de hombres” que consiguen pareja. Los solos y solas están en todo el país. Y Lomas de Zamora no parece ser la excepción: casi dos millones de personas solas y solos en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires.
jm-hrc
Rafa dice:
Me parece muy interesante y original.
Cómo se participa?