Advierten que hay bares que funcionan como locales bailables

Inspectores municipales controlan semanalmente los boliches y bares nocturnos del centro lomense. No obstante, hay quienes admiten asistir a bares que no funcionan como tales. Durante una recorrida de Auno por bares nocturnos, varios jóvenes advirtieron fallas de seguridad en algunos locales.

En Lomas de Zamora hay habilitadas 15 confiterías bailables que, según las inspecciones, cumplen las normativas provinciales y municipales. Sin embargo, en una recorrida que Auno hizo en la zona céntrica del distrito, varios jóvenes reconocieron que hay “fallas” en las medidas de seguridad de bares y que también existen comercios de este tipo “que funcionan como locales bailables”. Un funcionario municipal, admitió ese tipo de “problemas”.
Sobre la calle Alem, Aime Navarro, de 20 años, salía de un local para dirigirse a otro cercano, y en el camino contó a Auno acerca de “un bar en el que cuando pusieron música para bailar, se llenó de gente y no se podía andar”. Según la experiencia de la joven, “en la mayoría de esos lugares, el personal de seguridad está para pedir documentos y las salidas no tienen puertas que abren hacia afuera”.
Al ser consultado sobre bares que no funcionan como tales, el director de la Inspección de Espectáculos Públicos lomense, Fabián Chena, explicó que algunos de esos casos son “comercios a los que no se les puede exigir el certificado final de obra de bomberos (que permite evaluar el factor ocupacional) porque están habilitados por la Municipalidad con otra categoría de comercio”.
Para estar habilitados, los locales necesitan un permiso municipal, cumplir con las normativas de seguridad que establecen el decreto 12/05 del gobierno bonaerense y la ordenanza municipal 11025 sobre seguros, personal de seguridad privada (ley 12.297), edificación con materiales impermeables e incombustibles, mobiliario tratado con pintura ignífuga y certificado final de obra de bomberos.
Los bomberos controlan las medidas de seguridad según la categoría del local, e inspeccionan la certificación de matafuegos, luces y puertas de emergencia (que deben tener un ancho mínimo 1,5 metros) y el factor ocupacional (la cantidad de gente que puede ingresar al lugar tomando el criterio un metro cuadrado por persona).
Mientras caminaba por Carlos Pellegrini en búsqueda de un sitio donde parar, Nahuel Altamirano, de 18 años, dio su visión a esta agencia sobre la situación en que funcionan los boliches y bares de Lomas a los que al menos él asiste : “La entrada se restringe cuando las puertas ya no cierran. Ningún bar es gigante y todos tienen una sola salida. Tampoco hay indicaciones que digan dónde están las salidas o los matafuegos”.
Según Chena, “un bolichero no toma conciencia (del problema que significa exceder la cantidad de gente dentro del local) sino recién cuando el inspector va y lo reta; continuamente es así”, lamentó a la vez que apuntó responsabilidades al ámbito familiar: “Los padres tienen que tomar conciencia de dónde están los menores; en la calle está el alcohol, la droga, los robos. Nosotros no podemos cuidar a los chicos menores como si fuera un gran jardín de infantes esa es la tarea de los padres”.
“Hay inspectores en todos lados, toda la noche controlando la seguridad, capacidad (de los locales), la bebidas alcohólicas, los menores (de 18 años). Hoy, en Lomas de Zamora, no se esconde nada”, aseguró Chena.
Ya del lado en que Pellegrini se convierte en Meeks, Ezequiel Vila, de 19 años, recordó que “muchos boliches cerraron desde Cromañón”, pero destacó que “los que siguen abiertos no me parecen mucho más seguros; casi ninguno tiene una verdadera salida de emergencia, no hay doble circulación. Me parece bastante hipócrita pensar que uno está más seguro”.
Los 15 inspectores que Chena tiene a su cargo “controlan los boliches que están habilitados, inclusive, en recorridas diurnas y semanales porque durante la noche no se ven ciertas cosas”, reveló. No obstante, dejó en claro que durante esas inspecciones “se filma, se graba y tenemos todo” porque “hoy, en Lomas de Zamora, no se juega con nada”.
La recorrida de Auno llegó hasta Banfield y, sobre la calle Alsina, se encontró con Nicólas Goldemberg, de 21 años, que volvía a su casa. “Estuve en un bar chiquitito –describió-. La salida de emergencia no supe dónde estaba. No había matafuegos a la vista. Pero la seguridad es buena, el lugar es re tranquilo, no hay peleas.”

NL-AFD

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