(AUNO/Ciencia) Un proyecto de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA propone la construcción de una planta para aprovechar los desechos orgánicos y producir biogás a partir del estiércol de los animales, lo cual permitiría generar energía a la vez que se reduce la contaminación del medio ambiente.
El biogás es una mezcla de gases producidos por las bacterias que actúan sobre los desechos, compuesta por entre un 60 y 70 por ciento de metano y entre un 30 y un 40 por ciento de dióxido de carbono, que tiene un alto poder energético.
El proyecto, presentado por el titular del Area de Física Biológica de la Facultad, Humberto Cisale, propone la construcción de biodigestores, equipos capaces de procesar el material orgánico.
El funcionamiento de los biodigestores se basa en depositar el material orgánico (en este caso el estiércol) en un medio anaeróbico (sin presencia de oxígeno) dentro del cual las bacterias comienzan el proceso de digestión de los residuos, uno de cuyos subproductos es el biogás.
De acuerdo con sus fundamentos, la iniciativa tendría una doble ventaja: por un lado, eliminar en forma no contaminante los desechos producidos por la actividad en el predio de la facultad, y por otro, la posibilidad de utilizar el biogás para generar calor o producir energía eléctrica, dice el trabajo, publicado en la revista Infovet, de esa casa de estudios.
“Para tener una idea de las posibilidades de este emprendimiento, el estiércol de una vaca puede generar en 24 horas la cantidad de metros cúbicos de biogás necesaria para que una familia tipo cocine los alimentos de un día”, afirmó Cisale en esa publicación.
La Facultad, ubicada en un predio del barrio de Agronomía, realiza actividades de cría de ganado tanto para el dictado de clases como para la investigación
Un beneficio adicional de la propuesta es la reducción de las emisiones de metano, un gas más nocivo que el dióxido de carbono que contribuye al calentamiento del planeta.
Además, el mismo proceso permite la obtención de otros derivado, “un abono líquido que podría usarse en el predio de la Facultad para el mejoramientod e la calidad del suelo, o en los parques y jardines dependientes del Gobierno de la Ciudad, o en el programa Pro Huera del INTA”, explicó Cisale.
En cuanto al tamaño que debe tener el biodigestor, precisó que “para abastecer de gas a una vivienda solo se necesita un equipo con capacidad para dos metros cúbicos”, mientras que “para hacer funcionar un grupo electrógeno sería necesario un biodigestor de 70 a100 metros cúbicos”.
El proyecto recibió el segundo premio del concurso Ciudad y Tecnología 2007, organizado por la Dirección de Tecnología del Ministerio de Producción de la Ciudad de Buenos Aires.
El biogás es un producto que se genera además en los rellenos sanitarios, a partir de la descomposición de la basura orgánica, que por lo general no es aprovechado.
En la ciudad bonaerense de Olavaria, la municipalidad local y la Universidad nacional del Centro llevaron adelante en 2006 una experiencia que consistió en la quema (o venteo) del gas producido por un relleno sanitario. De esa manera, se logró resolver algunos problemas ambientales como la contaminación del aire y de las anpas freáticas.
La ingeniera Estela Santalla, responsable del proyecto junto a Gabriel Blanco, opinó que “la producción de combustibles renovables necesita de políticas específicas, planeamiento y concientización de la población”.
En relación con el papel de las universidades en este proceso, Santalla remarcó que “nuestro rol es fortalecer la capacitación de técnicos para la operación y manejo de los equipos que permiten la conversión de energía”. Dadas estas premisas “sólo faltaría un flujo de inversiones que por estos días no existe”, agregó.
GRB EV