A los 60 años, Ramón Cabrero demostró su infinita felicidad con interminables lágrimas al consagrarse campeón como entrenador de su fenomenal Lanús del Torneo Apertura 2007, nada menos que en la mítica ‘Bombonera’.
“Esto es para todos, para los que estuvieron acá, para la gente que fue a la cancha de Lanús porque no consiguió entrada y para muchos que están en el cielo. El título sirve para devolver una parte de todo lo que el club me dio”, enfatizó con emoción el director técnico de Lanús.
Y siguió: “Para mí, es muy fuerte, porque Lanús es mi barrio, y sé que le di una alegría muy grande a gente a la que me voy a encontrar a la vuelta de mi casa… Ahora me puedo retirar tranquilo, no es lo mismo salir campeón acá que con otro equipo”.
Es que Cabrero, nacido en Santander, España, vino a los cuatro años a Argentina. Con apenas una década de vida, llego a Lanús, el barrio de toda su vida. Y también al club, donde comenzó a transitar por las divisiones inferiores. Luego, ‘Ramonín’ se convertiría en uno de los protagonistas del gran equipo de ‘Los Albañiles’ y más tarde viajaría a Europa para dejar su sello de calidad como un incansable mediocampista derecho.
Ya en su etapa como director técnico alternó buenas y malas. Volvió a su casa ‘granate’ en un par de oportunidades. Y también llevó a Deportivo Italiano a Primera División. Luego de aquella gesta con el ‘Acia’, transitó por varios clubes del fútbol de ascenso hasta que, cansado del ambiente, largó todo e instaló un local de ropa. Sí, siempre en Lanús.
La política neoliberal de la última década del siglo XX también puso contra las cuerdas al Cabrero comerciante. En ese momento crítico, la dirigencia del ‘Granate’ lo rescató y lo incorporó para trabajar en las divisiones inferiores. Cuando parecía que jamás volvería a conducir un plantel profesional, el club le dio la chance de tomar las riendas del equipo tras la renuncia de Néstor Gorosito, en noviembre de 2005. Entonces, no imaginaba que sería el artífice de la primera coronación de la entidad en el fútbol local.
“Me costó mucho dormir en estos 15 días. Fue como un juego mental que tuve conmigo mismo, trataba de no pensar en lo que implicaría salir campeones, porque me ponía mal en serio, mal en el sentido de que me emocionaba, por el amor que le tengo a este club” sostuvo en declaraciones a la prensa.
Ahora los desafíos serán otros. Sin embargo, Ramón nunca olvidará la tarde en que el pueblo de Lanús, su barrio, gritó campeón tras casi 93 años de historia. El, un hincha más, se convirtió en el héroe que logró que un club humilde del Sur del Gran Buenos Aires le arrebatara la corona a los grandes del fútbol argentino.
AUNO
03-12-2007 MDR-MFV