Lomas de Zamora, julio 08 (AUN0).- Investigadores del Hospital Garrahan descubrieron un nuevo biomarcador molecular, el que permite detectar mínimas cantidades de células tumorales del retinoblastoma, el cáncer ocular más frecuente en la infancia.
Esta técnica, que fue implementada por el equipo médico del hospital, está usándose por otros centros de salud en el mundo y beneficia, sobre todo, a los países menos desarrollados en medicina oncológica.
El descubrimiento del biomarcador CRX, según se informó a través de un comunicado, “es el resultado de un trabajo de más de 7 años entre el Hospital Garrahan, la Universidad de Quilmes y el Conicet”.
Al respecto, el director del Instituto de Investigación del Hospital Garrahan y especialista en retinoblastoma, Guillermo Chantada, explicó que un biomarcador “es un indicador que permite detectar en forma muy precisa células tumorales en la sangre, médula ósea o líquido cefalorraquídeo a escala mínima: En este caso puede detectar 1 en 1.000.000; mientras que antes del descubrimiento la célula tumoral específica del ojo sólo podía detectarse en una proporción mucho menor, cuando el tumor estaba muy avanzado para lograr una cura”.
El especialista sostuvo que para su identificacción “el equipo trabajó con técnicas de biología molecular, específicamente con una herramienta denominada PCR que permite la amplificación de marcas moleculares como el ADN o RNA para detectar con alta precisión pequeñas cantidades de células”.
Además, Chantada, comentó que “este descubrimiento posibilita atacar con mayor precisión los casos de metástasis del tumor, que tiene uno de los índices más bajos de curación en el mundo”.
Asimismo, el directivo expresó que el mayor problema “es el diagnóstico tardío porque es una enfermedad altísimamente curable si se detecta tempranamente”. En Argentina se cura el 95 por ciento de los chicos pero en otros países menos desarrollados se cura el 30, ya que se detecta cuando la enfermedad no es curable”.
El contar con esta técnica, según detallallaron los médicos, “posibilita diseñar una nueva estrategia de cura al constatar tempranamente el avance del cáncer por fuera del globo ocular” y agregaron que esta consiste en “intensificar el tratamiento en el sistema nervioso mediante una novedosa combinación de quimioterapia por distintas vías de aplicación”.
La nueva técnica del Garrahan radica en aplicar quimioterapia por tres vías: una dosis muy alta por la arteria para tratar el nervio óptico; una dosis directa al cerebro y otra dosis por vena para combatir la diseminación en la médula ósea.
En este sentido, Ana Torbidoni, investigadora asistente del Conicet, relató que la gran diferencia con esta técnica es que “antes no llegábamos al sistema nervioso y el cáncer siempre volvía, por más que se limpiara la médula y se trasplantara aparecía de nuevo en el cerebro”, y agregó que “ahora nos estamos adelantando, anticipando a la gravedad de la enfermedad”.
Además, manifestó que el gran mérito del biomarcador se basa en la detección por parte de las investigadoras de una célula única del ojo, “en otra parte del cuerpo,eso quiere decir que algo va mal, como si encontraras en una cocina un elemento que sabés que va en el baño”.
Por su parte, Daniel Alonso, jefe del Laboratorio de Oncología Molecular de la Universidad de Quilmes destacó que “la idea era capitalizar estas técnicas moleculares que trabajamos en la Universidad para enfermedades pediátricas” y argumentó que “esto es un fenómeno de transferencia de recurso humano y de conocimiento. Estamos orgullosos de entrenar profesionales y desarrollar técnicas para que después se utilicen a favor de los pacientes”.
La incidencia del retinoblastoma es de 1 caso cada 17 mil nacidos vivos, lo que significa unos 8 mil casos nuevos al año en el mundo. Casi la mitad de estos niños muere por la enfermedad, hecho que sucede sobre todo en países en desarrollo. En Argentina, cada año se detectan entre 40 y 45 nuevos casos y el porcentaje de curación en el Hospital Garrahan alcanza el 95 por ciento, un porcentaje similar al de los mejores centros de salud del mundo.
En la investigación participaron los siguientes profesionales: Ana Torbidoni, Viviana Laurent, Daniela Ottaviani, Cristina Alonso, Jorge Rossi, Claudia Sampor, Valeria Vázquez, María TG de Dávila, Mariano Gabri, Adriana Fandiño, Daniel Alonso y Guillermo Chantada.
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