“Si bien hace casi cinco años que tengo la posibilidad de conocer distintas villas y asentamientos de nuestro país y de otros países de Latinoamérica, en esta oportunidad sentí algo totalmente distinto”, expuso el director social de Un Techo para mí País Argentina, Agustín Algorta, sobre la experiencia que tuvo junto a 600 voluntarios, que distribuidos por Buenos Aires y Córdoba relevaron gran parte de los asentamientos y villas involucrados.
“Muchas de las familias de los barrios humildes de nuestro país no sólo luchan contra la falta de trabajo, el poder tener una vivienda digna, una buena educación, un adecuado acceso a la salud o el tener algo tan básico como los servicios esenciales, sino que viven encarceladas en sus mismos barrios por el manejo impune de la droga”, aseveró Algorta.
En su relato explicó que le tocó vivir y conocer algunas villas de la localidad bonaerense de San Martín y señaló que no sólo vio “la impunidad con que se maneja a plena luz del día la gente que vende droga”, sino que comprendió también “el infierno en que viven las familias de estos barrios, donde la droga está muy presente y nada tienen que ver con eso; sin embargo, son presos o esclavos de esa realidad”.
Asimismo, Algorta conversó con una vecina que nació y creció en un barrio humilde de San Martín. La mujer le aseguró que “ahora quería huir de ese lugar con su hija de 9 años para que no pase la adolescencia en aquel infierno, ya que tiene miedo de las amistades que su hija podría tener en los próximos años y adónde eso la llevaría”. Sin embargo, esta mujer “no tiene la posibilidad de conseguir algún terreno en otro lado, porque no le alcanza el dinero para poder alquilar”.
Una pequeña historia entre muchas otras que no se conocen, que aporta la labor que Algorta y un grupo de voluntarios de Un Techo para mi País realizan todo el año.
El director social nacional aseguró que “cada uno debe asumir la responsabilidad que le tocó”. Asimismo, afirmó que “sin duda los funcionarios públicos son grandes responsables de lo que ocurre, pero la sociedad nos se puede lavar las manos al respecto”.