Lomas de Zamora, septiembre 23 (AUNO).- El escenario queda vacío. Las 200 personas que estaban debajo se mezclan y desdibujan entre les integrantes de La Arrolladora, que avanzan hacia la salida de El Barrio Cultural, de Remedios de Escalada. La fiesta del tercer aniversario de la conga de comparsa cubana termina con un profundo latido de tambores que asemejan a un corazón al que le corre rápido la sangre, aún después de una hora a puro toque.
En una noche de primavera floreciente, La Arrolladora aportó la fiesta con sonidos de La Habana. Antes, les asistentes entraron en calor con los tambores afrolatinos de El Alboroto, que cerró su presentación con una cumbia. Entre medio de las bandas, un poeta invitado leyó una de sus obras y un video explicativo
sobre lo que significa la conga cubana abrió el espectáculo. Contenía, además, la carga emotiva de las presentaciones del grupo principal a lo largo de estos tres años en diferentes puntos del Conurbano.
La gente es uno de los ingredientes principales del espectáculo, ya que la conga de comparsa es un ritmo popular por excelencia: mientras más nutrida es la marcha, más intensa y alegre es. El grupo define su propio nombre en la práctica. Sus integrantes se desplazan de sus lugares sobre el público, y llevan la música por todos los rincones.
En la Argentina no hay otras agrupaciones de este estilo; por eso es importante la celebración de los tres años de La Arrolladora. Desde su inicio en 2015, la formación nunca fue fija ya que muches fueron les que dejaron de participar en el proyecto por distintas razones. Sin embargo es inevitable no ver su cumpleaños de manera familiar: varies de sus ex integrantes saludan, abrazan a sus compañeres y les desean una noche llena de fiesta y baile.
Energía es lo que desborda desde el primer momento en que suenan los instrumentos y comienza la marcha desde la entrada del Barrio. Un estandarte enorme anuncia a les 33 integrantes de toda la conga. Son 22 les que están encargades de la música y esta noche una de las sorpresas es el cuerpo de bailarines y bailarinas que danzan con pies descalzos. El público no puede evitar mover sus pies en una procesión lenta llena de sonrisas y gritos que acompañan el ritmo de los tambores.
Cuando se acomodan en el galpón, todas las personas se ubican alrededor de la percusión. Les vientos son les úniques que suben al escenario donde se los escucha potentes. El calor de la fiesta se encuentra en el piso, donde la percusión desata los pasos no sólo de les bailarines, sino de todo espectador.
La característica principal de las congas cubanas es que, al tener más de 100 años de historia, todas hacen cantos y toques tradicionales. La Arrolladora no escapa a esta lógica, abordando clásicos como “Manicero” o “Cuba libre”. Todes les integrantes de la conga —vestidos de verde y violeta— están atentes a las señas de Alejandro Gómez, su director. Gómez es bajito y se mueve histérico, atento a todos los movimientos de la comparsa.
De los seis vientos que están sobre el escenario el que más destaca es Mike Aquino: un tipo que no pareciera pertenecer al mundo de la música cubana; sin embargo se mueve alegre con cada melodía que desprende su saxo soprano. Hay pasitos ensayados. Se nota cuando Leonardo Beorda se mueve a los costados, al ritmo del sonido que sale de su trompeta.
Una figura que sin dudas resalta es la de Ina Schwemer: su energía va a la par de la de Gómez y controla que cada toque sea prolijo y a tiempo. Grita feliz y se ríe a medida que avanza el espectáculo. Su esfuerzo es reconocido cuando llega el final y es ella quien dirige los últimos toques que arrollan al público hacía la entrada del Barrio una vez más. A pesar de que fue una noche intensa, la fuerza con la que se tocan los tambores no cesa. La conga santiaguera suena como el latido de un corazón, uno enorme que se comparte con todes les presentes bailando encendides por la llama cubana de La arrolladora.
Fotografías gentileza Amanda Ferro
AUNO-23-09-2018
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