La sanción de la Ley de Educación Sexual, de alcance nacional, que se aplicará a partir del ciclo lectivo que comienza en unos días, generó debates sobre su aplicación, sus alcances y los potenciales efectos sobre las tasas de fecundidad adolescente. Los resultados de una investigación del Instituto Gino Germani, de la UBA, le dan la razón a la necesidad de esa norma: si bien el porcentaje global de madres adolescentes no crece desde 1980, es preocupante el aumento en la franja de niñas entre 15 y 16 años.
La mayoría de las madres adolescentes son jóvenes de 18 a 19 años, en situación de pobreza, con un precario acceso a cobertura de salud y a formación educativa, explicó a AUNO la socióloga Elsa López, del Instituto de Investigaciones Gino Germani, que depende de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
El 9.5 por ciento de las madres adolescentes son chicas que se engloban en lo que se llama “fecundidad adolescente precoz”, que va de los 15 a los 16 años. El resto tienen entre 17 y 19, y casi la mitad (47.1 por ciento) tiene 19 años, según se desprende de los datos que arroja la Encuesta de Condiciones de Vida del Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales (SIEMPRO) del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales de la Argentina, del 2001.
López asegura que es fundamental distinguir entre la fecundidad adolescente precoz y la tardía (17 a 19 años). Explicó que la precoz es la que llama más la atención mediáticamente ya que si bien “su magnitud es muy pequeña, es la que ha crecido proporcionalmente en los últimos años”. Advirtió además que hay que considerar los casos de jóvenes de 12, 13 o 14 años embarazadas, ya que a su juicio eso habla de “chicas que han sido violadas, con una coacción social de personas mucho mayores que ellas, o de familiares”.
Al respecto, la socióloga del Instituto Gino Germani comenta que “se habla de que la fecundidad adolescente esta creciendo y en realidad creció desde 1960 hasta 1980, pero ahí comenzó a descender”. Sin embargo, explicó que no disminuyó en la misma proporción en que disminuyo la fecundidad en otros grupos de edades y la que más disminuyó fue la tardía, en cambio “la precoz en cambio sí aumentó y eso llama más la atención”.
El estudio del SIEMPRO arroja otros datos, como por ejemplo, que las chicas que son madres tienen bajísimo nivel educativo. Del total, sólo un 5 por ciento terminó los estudios secundarios, mientras que un 12 por ciento ni siquiera finalizó la primaria (la encuesta se realizó en un momento donde la Reforma Educativa que impuso el E.G.B. aún no se había implementado por completo en todo el país).
Otra muestra de la desprotección social en que se encuentran estas jóvenes mujeres es la que da la distribución de estas según sus ingresos: el 84.6 por ciento de las madres adolescentes pertenecen a los dos quintiles (dos quintas partes) de ingresos más bajos. En el más alto la encuesta no registró adolescentes con hijos y en el segundo más alto, apenas un 3.2 por ciento.
Paralelamente sólo 5.4 de las chicas de 15 años con hijos tienen acceso a cobertura de salud. Hacia los 19 años, este porcentaje trepa al 23.6 por ciento. Por el contrario, entre las adolescentes sin hijos, la protección de salud supera el 50 por ciento, independientemente de la edad.
Por estos motivos, aunque López considera correctas las últimas medidas del Estado al respecto, considera que deben desarrollarse de modo inclusivo y que apunten a disminuir las inequidades entre los dos grandes grupos de población que se destacan en estos estudios: las madres adolescentes en situación de pobreza, con precaria cobertura de salud y acceso a ingresos y educación, que engloban a la mayoría de las madres adolescentes, y las jóvenes que se ubican en los quintiles de ingresos más altos, con mejor cobertura sanitaria y con mayores posibilidades de acceder a mejor educación y puestos de trabajo.
Embarazos no deseados
López desmitifica la idea generalizada de que todas las jóvenes adolescentes que han sido madres están solas. Aunque señaló que el porcentaje crece cuando se trata de chicas mayores, la socióloga se apoyó en los números del estudio de SIEMPRO para afirmar que el 56.1 por ciento de las jóvenes con hijos mantienen una unión de hecho con sus parejas, están casadas o lo han estado.
Además, destacó que en las mujeres de bajos ingresos, la maternidad es una opción deseable desde corta edad. Tener hijos, asegura, “significa ganar espacio social, aumentar la estima, el respeto y el prestigio dentro de su familia y su comunidad”. Esto no desconoce, sin embargo, otros factores como “las relaciones de poder y sumisión entre varones y mujeres, el acceso a la información y a los métodos de control de embarazos”, pero López explica que en un medio social “con consumo de bienes escasos, seguridad económica limitada y bajo desarrollo profesional e intelectual, los hijos representan el acceso a una situación de mayor reconocimiento y prestigio social”.
La tasa de fecundidad adolescente de nuestro país es de 62.2 nacimientos por cada mil mujeres de 15 a 19 años. Ese promedio nacional oculta importantes diferencias regionales, explica López. Esas diferencias coinciden con la distribución económica y la concentración de la riqueza en nuestro país. Así, en la Ciudad Autónoma Buenos Aires la tasa es de 23.9 por mil, mientras que provincias como Chaco o Misiones superan el cien por mil (101.1 y 100.4, respectivamente).
La magnitud de la fecundidad adolescente en Argentina es menor que en los países con los que limita, explica López, con excepción de Chile. En el resto del mundo, los índices de fecundidad adolescente también son reflejo de diferencias de desarrollo económico, acceso a servicios de salud y distintas idiosincrasias culturales.
En algunos países de África, como Niger, esta tasa supera el 200 por cada mil mujeres de entre 15 y 19 años. En Europa, en cambio, es tan bajo como 20 por cada mil. En Asia, de 35 por cada mil, y Japón presenta una tasa asombrosamente baja, de entre el 3 y el 6 por cada mil mujeres adolescentes
hucrex dice:
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