Jonathan Monzón, un joven de 20 años de Villa Fiorito, viajará a mediados de este año a Colombia para representar a la provincia de Buenos Aires en el Parlamento Juvenil del Mercosur. Allí los estudiantes simularán la actividad legislativa, al tiempo que debatirán y defenderán los proyectos presentados en instancias anteriores.
Las problemáticas del barrio y las políticas públicas implementadas por el Gobierno nacional serán discutidas sobre tablas para saber cómo integrarlos. “La idea es escuchar las dificultades que tienen en otros países y en otras provincias, para aprender a solucionarlos”, sostuvo Monzón en diálogo con la* Agencia Universitaria de Noticias y Opinión*.
La iniciativa de Monzón promueve la apertura e integración de la escuela con el barrio a través de la creación de centros de estudiantes que interactúen a nivel nacional, junto con docentes, directivos y otras instituciones. “No a la trata de personas”. “Acá no queremos gatillo fácil”. Las frases escritas en los carteles colgados en un poste que se erige en una de las esquina de la escuela desafían a la coyuntura. Queda claro que el barrio no mira para otro lado y que la institución no luce desinteresada ante los problemas que afectan a sus alumnos, dado que ellos mismos fueron los que escribieron las premisas.
Desde el primer instante del encuentro con Jonathan se puede percibir su orgullo y emoción. “Estoy contento, es un orgullo, porque sino acá, en Fiorito, a parte del ‘Diez’ no tenemos nada”, ironizó en referencia a Diego Armando Maradona y a la estigmatización de los medios de comunicación del barrio mientras recorría los pasillos da escuela Nº 49.
El joven, en algún punto, rompe con el estereotipo de alumno ejemplar que cualquiera es capaz de imaginar. Su vida transita por otra realidad. Este año finalizará sus estudios secundarios. Es el mayor de cinco hermanos y, cuando la economía familiar se ajustó, sintió la responsabilidad salir a trabajar. Entonces, abandonó los estudios y la ilusión de convertirse en futbolista profesional, en la cancha de Lugano.
“Un día me di cuenta del esfuerzo que hacían mis viejos para que pudiera terminar la secundaria, así que decidí volver a la escuela que me vio crecer”. Allí fue donde encontró la herramienta para comenzar a cambiar la realidad de su barrio: el centro de estudiantes, un espacio que fue creado en 2010.
El disparador fue apenas había retomado la escuela. En la película “Paco”, proyectada en una asignatura, reconoció la realidad de su barrio. Entonces, escribió su propuesta en un examen: crear un centro de estudiantes para dar charlas sobre este mal que pisa fuerte en los barrios pobres del conurbano.
Y Monzón no se quedó allí, ya que propuso la conformación de un espacio para que los estudiantes participen y opinen sobre el modelo educativo que quieren y las actividades extracurriculares que pueden ofrecer y están contempladas en la normativa vigente.
En la región de Cuartel IX, la Escuela N° 49 es un caso a seguir. “Me dijeron que eso se podía hacer y empezamos a asesorarnos con personas que estaban en el tema. Por ejemplo, nos llevaron a la Universidad Nacional de Lanús (UNLa) a una charla que dio la familia de Martín Castellucci”, relató.
El incentivo fue tal que a partir de ese momento el trabajo no cesó. Participaron de las reuniones del centro de estudiantes de esa casa de estudios y se sumaron a colaborar estudiantes de la Facultad de Derecho de Lomas de Zamora (UNLZ). “Empezamos a tener charlas con personas que saben de política, que nos cuentan para qué sirve esa herramienta”.
Poco a poco, fue como activaron los lazos sociales con instituciones como la iglesia y las universidades. Junto con los profesores, salieron a golpear las puertas de las casas. Así, establecieron contacto con referentes sociales, desde el delegado municipal hasta militantes, que los asesoraron en las actividades que debían realizar y de qué manera se podían organizar.
Ya con un andamiaje de conocimientos fortalecido, Monzón llevó a las tablas del Parlamento su plan que además, contempla recorrer las 25 regiones educativas para capacitar a través de charlas con propuestas de trabajo concreta– a alumnos, profesores, directivos e inspectores (ver recuadro).
Pese al poco tiempo que lleva en la actividad, Monzón tiene las ideas claras: sabe que la política puede llegar a ser usada como arma, justamente, de doble filo. “Para mí el que ayuda hace política, pero el que habla y no hace, no”, definió.
En ese camino, gracias a su sobresaliente participación en la institución, obtuvo una beca del Ministerio de Desarrollo Social bonaerense, que le da la oportunidad de continuar sus estudios a él y a otros siete compañeros.
Jonathan sabe qué es lo que quiere para su futuro y para su lugar. Terminar la escuela es su plan a corto plazo. Pero cuando finalice no bajará los brazos: “Voy a seguir viniendo y trabajando acá cuando termine de cursar”.
AUNO 28-03-12
CP-MFV