La Casa Carlos Fuentealba, en la localidad bonaerense de Llavallol, afronta cada mes el desafío de seguir con las puertas abiertas, ya que no pueden pagar el alquiler ni los servicios. «La gente no llega a fin de mes, entonces no sale, no va al teatro y le cuesta mucho consumir arte«, explicó una de las referentas del lugar, Emilia Romero, en diálogo con AUNO.
Desde hace 18 años, este espacio -ubicado en Antártida Argentina 1755- fue escenario de ferias de artesanos, obras de teatro, musicales y talleres. Sin embargo, con el tiempo sumaron otros ingresos para garantizar su subsistencia, como la elaboración y la venta de su propia cerveza; y la creación de una cuenta en Cafecito, una aplicación para que las personas puedan colaborar.
«La cultura está totalmente bastardeada y todos los espacios atraviesan una terrible emergencia como consecuencia de la crisis económica y social que vivimos«, explicó a este medio Jazmín Spanarelli, una de las feriantes que participa en los eventos en Fuentealba con su proyecto de totebags pintadas a mano.
Al no llegar a fin de mes, lo primero que suele ajustarse es el consumo de cultura. «Tiene que ver con el derecho de una persona a disfrutar: asistir a un espectáculo, pasar una tarde en una feria, comprarse algo. En estos tiempos, es importante poder encontrarse con otros. Los espacios independientes funcionan como un refugio y por eso, es fundamental que puedan sostenerse«, sostuvo Spanarelli.
Otra de las feriantes es Johanna Ansiporovich, que participó ese día de un evento en Fuentealba con su emprendimiento de remeras pintadas a mano. Ella reconoció a este medio que el proyecto «está bastante estancado». «Además, hago fotografía de manera independiente y cuesta porque tenés que trabajar muchas horas al día», detalló.

Además de las ferias de artesanías, los espectáculos y los talleres, Fuentealba tenía el proyecto de abrir su biblioteca Hugo Montero para que las y los vecinos puedan «venir a buscar un libro, llevárselo a su casa y poder leer sin tener que comprar», explicó Sabrina González, otra de las referentes del lugar. Sin embargo, esa iniciativa todavía no pudo materializarse en su espacio de Llavallol.

De Temperley a Llavallol: el largo camino de la Casa Fuentealba
La organización surgió en 2007 en la localidad de Temperley, donde alquilaron un lugar durante cinco años, pero esa primera etapa terminó de manera abrupta. «Tuvimos problemas con un vecino de ideas bastante reaccionarias. Como este espacio siempre fue abierto a la comunidad, con propuestas basadas en la solidaridad y el cambio social, esas iniciativas no le gustaban«, recordó Romero.
Poco después, decidieron mudarse a Llavallol en un nuevo espacio, donde funcionaron durante una década, pero tuvieron que desalojar por el deterioro del edificio: «El lugar estaba abandonado y nunca se hicieron refacciones. Al derrumbarse, la inmobiliaria intentó demoler lo que quedaba sin los cuidados necesarios y terminó dañando todo«.

El colectivo empezó una búsqueda desesperada para encontrar un nuevo lugar. «No somos propietarios, siempre tuvimos que alquilar», explicó Romero. Hace poco más de un año, lograron establecerse en la calle Antártida Argentina al 1755, en la misma localidad.
«La situación económica de la gente es muy difícil: por eso no salen, no van al teatro y les cuesta mucho acercarse a los espacios donde se consume arte. A eso se suma un sentimiento de desmoralización. No es solo la falta de dinero, también hay un clima social triste, una sensación general de que todo cuesta«, cerró Romero.
AUNO-14-08-2025
CA-MB


