Un documental que rompe estructuras

En una hora y media, «A la tolva» retrata la lucha de los trabajadores despedidos de la ex Terrabusi en 2009. Tras recibir una mención de honor en el Fecico, sus realizadores hablaron con AUNO sobre el desafío de combinar la protesta social con el arte.

Por MARINA PANDOLFI y DANIELA ROVINA

Lomas de Zamora, octubre 22(AUNO).- En julio de 2009, los trabajadores de la empresa norteamericana Kraft Foods se movilizaron adentro de la planta ubicada en General Pacheco en reclamo de mayores medidas de higiene por la epidemia de la Gripe A. Un mes y medio más tarde, 158 telegramas de despido dejaron en la calle a varios, incluidos cinco de la comisión interna. El “despido por causa justificada por actos de indisciplina” fue el puntapié inicial de una de las luchas obrero-industrial más persistente de la última década. El grupo de documentalistas “Mate Amargo” registró los noventa días del conflicto en “A la tolva”, una producción que retrata la cotidianeidad de la protesta sin caer en el partidismo político.

Ezequiel Odone y Daniel Waisberg son dos de los integrantes del grupo surgido en 2007 entre estudiantes de la carrera de Diseño de Imagen y Sonido de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa). El año de la protesta, Daniel era presidente del centro de estudiantes del Partido Comunista Revolucionario (PCR) y cuenta que un día recibió un llamado pidiendo la adhesión de los estudiantes al reclamo de los despedidos de Kraft. Entonces, se puso en contacto con Ezequiel y otros compañeros, con quienes emprendió una hazaña algo azarosa: “El primer día no conocíamos nada. No teníamos pensado grabar. Hubo una parte que fue buscada y la otra no. Sabíamos que esto iba a ser grande y (encima) en esa época hubo despidos en todos lados”, relataron a AUNO los realizadores.

En los trayectos de los barrios sureños hasta Pacheco hubo planteos entre los miembros de “Mate Amargo” sobre si seguir o no con el proyecto. “Recuerdo que en esa época renuncié a mi trabajo para poder ir todos los días. Después de eso, estuve ocho meses sin laburo. Fue duro para todos. Daniel también, vivía con dos mangos por día”, contó Ezequiel.

A pesar de los contratiempos técnicos y económicos, este documental de una hora y media de duración consiguió una mención honorífica en el Festival de Cine del Conurbano (Fecico), además de proyectarse en universidades, festivales y centros culturales de Latinoamérica.

-¿Cómo fue el primer acercamiento con los trabajadores?
Daniel: El primer día fuimos a ver qué estaba pasando. Los trabajadores nos pidieron que subamos material, con eso ganamos su confianza. Fuimos como una especie de cronistas sobre lo que estaba pasando: íbamos, filmábamos, volvíamos, editábamos y lo subíamos a Internet. Los videos filmados con celulares en el interior de la fábrica nos los dieron ellos.
Ezequiel: La gente que estaba afuera de la fábrica nos contaba historias de despidos de otros lados. Fue un año donde hubo muchos despidos masivos. Había muchos representantes de otras plantas que se acercaban y te contaban sus historias. Al principio estaban muy a la defensiva. Pensaron que éramos “canas” y nos preguntaban qué estábamos haciendo y para qué. Entonces nos preguntaban: “¿Quién les paga?” Nadie. “¿Y porqué lo hacen?” Por amor al arte. “O son muy hippies o son muy pelotudos”.
-¿Por qué eligieron que el documental no se convirtiera en un panfleto político y a la vez les sirviera a sus intereses y a los de los trabajadores?
E: Ahí hubo un acuerdo desde el principio: dijimos que no íbamos a hacer una película para militantes. Fue difícil de sostener pero se pudo lograr.
D: Nosotros teníamos claras dos cosas. Primero, mostrar una película que sea bastante amplia, y segundo que se vea una cuestión más humana. En las luchas, generalmente, hay de todo: en las películas muestran que los tipos son súper combativos. Después boludean. Eso es lo que sucede en la realidad: la gente hace chistes, hay risas, no solamente hablan de política todo el tiempo.
-Entonces intentaron mostrar el costado cotidiano de una protesta…
D: Hacés arte para conmover y funciona cuando terminás de ver algo y te cambió. Nosotros queríamos mostrar que eran personas comunes y, si hay algo que ellos reconocen del documental, es que se ven como personas. De hecho es lo que les decíamos cuando los entrevistábamos. Que no hablen como si fueran punteros políticos, sino como personas porque llegan mucho más. Mantuvimos el discurso del entrevistado, aún cuando no estuviéramos de acuerdo.
-¿Cómo evitaron lo panfletario si toda expresión artística es política?
D: En eso estoy de acuerdo. Nosotros entendimos que lo principal de la película es que no tenga una estructura orgánica. Tiene que haber cosas que no lo sean.
E: Es muy difícil hacer arte con más de una persona a la vez porque cada uno tiene su visión y su forma de hacer y decir las cosas. Intentamos ser objetivos en decir que contamos lo que vimos. También hay un tema de capacidad: somos dos personas con una cámara.
– ¿Con qué recursos técnicos contaron?
E: Muchas cosas se dieron por decisión. Hay gente que se queda en la fábrica y gente que sale a cortar la ruta. Entonces, ¿a quién seguís? Hay que empezar a charlar y decidir.
D: Teníamos un solo equipo de filmación y la verdad que fue una odisea. En general, Ezequiel filmaba y yo hacía las entrevistas. Una vez le pedimos a una trabajadora que nos sostuviera el micrófono mientras hacíamos las entrevistas. Eso nos sirvió para experimentar qué podía pasar. Nos dimos cuenta de que a ella le contaban más cosas que a nosotros. Si comparás las primeras entrevistas con las últimas hay una calidez totalmente distinta. Una parte de hacer un documental social es ser parte del conflicto. Es ir y estar ahí.
-Fue todo un desafío contar noventa días de lucha en una hora y media de documental.
D: Fue muy difícil definir qué cortar. Nos llevó un montón de tiempo. El conflicto es muy complejo. Hay cosas que nos quedaron afuera, como la versión de la empresa o las internas de los trabajadores. Es la historia contada por ellos mismos. No hay voces en off, nosotros no intervenimos.
E: Era un problema porque teníamos la idea de no violar el discurso del resto y por eso no cortamos muchas cosas. Elegimos una forma particular de contar las cosas. El hecho de que no hubiera narrador fue una forma muy especial de hacerlo. A nivel técnico fue complicado. Si hubiésemos optado por narrar, probablemente el documental hubiese durado menos y podríamos haber ahorrado semanas de laburo.
-¿Qué repercusiones tuvo el documental? Es difícil complacer a todos…
E: Tuvimos peleas con pibes del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) que se metieron a romper charlas nuestras en la UBA y no sabían ni quienes éramos. Les habían dicho que éramos del PCR. En ningún momento analizaron lo que estaban mirando, simplemente fueron a romper.
D: Es re jodido. Hay peleas. Hay una parte de los militantes que son bastante cuadrados: ven solamente las cuestiones que los rodea. No importaba la división entre el PTS y el PCR. La cuestión era con Kraft y con el Gobierno. En el video, uno de los trabajadores lo dijo: “Acá hay peronistas, radicales y kirchneristas, pero lo que importa es que somos todos despedidos”. Nunca vas a llegar a todos. La idea era tener el mayor impacto posible.
-¿Qué impacto tuvo en ustedes participar directamente en la protesta?
E: Como Daniel militaba, ya estaba acostumbrado a la figura del sindicalista que es “buena gente”. En cambio, yo tenía otra imagen, el del “Gordo” que vive en una quinta. En el documental se ve la casa de Jorge Penayo (uno de los dirigentes de la protesta) y es un tipo que vive en un terreno compartido en una casa hecha por él mismo. Quieras o no, te tira un poco a la mierda la estructura que vos tenias del sindicalista argentino. Eso es lo que quisimos lograr: romper estructuras.

DR-MP-AFD
AUNO-23-10-12

Un comentario en «Un documental que rompe estructuras»

  • Vi el documental en Entre Ríos, en la facultad de comunicación, cuando se organizó una jornada de comunicación, creo que en 2011; fue muy emocionante para los estudiantes de imagen visual ver el documental, nos emocionó a varios…qué bueno es saber que se hacen este tipo de documentales, desde ya que conseguí el documental y lo tengo bien guardado para mantenerlo sano y salvo. espero que sigan cosechando exitos!!! saludos, desde Paraná,

    Juan…

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