Un argentino investigador del INTA fue becado por la NASA para estudiar los suelos

Pablo Mércuri, un ingeniero en producción agropecuaria argentino que trabaja en el Instituto de Clima y Agua del INTA Castelar, fue becado por la NASA para investigar el comportamiento hidrológico de los suelos. Para acceder al beneficio, que contempla el financiamiento de 24 mil dólares anuales para financiar sus estudios en la sede de la Universidad de Purdue, del estado norteamericano de Indiana, Mércuri tuvo que competir con 219 postulantes-científicos de todo el mundo.

(AUNO*) En tiempos en que los ojos del mundo están fijados en el cielo por los estudios de la NASA en Marte, Mércuri, en cambio, avanzará en un proyecto que está a los pies. Técnicamente representa el “análisis de variaciones en el relieve a campo con modelos hidrológicos, utilizando resolución digital global topográfica”.
Para eso, convenció a la oficina de Ciencias de la Tierra de la NASA, entidad dedicada a entender y proteger el planeta, de la importancia de su proyecto por sobre los demás presentados.
“El aditamento sustancial de las investigaciones permitirá avanzar de manera cuantitativa y analizar los valores con gráficos a campo y tridimensionales”, explicó Mércuri, graduado en la UCA y con un Máster en Teledetección en la Universidad de Perdue.
Según destacó, el desarrollo que estudia “es aplicable a los campos de todo el mundo, y afianza lo que se hace hasta ahora. Esto es zonificación de áreas anegables, mapeos de campos con erosión, o terminaciones precisas de pendientes del terreno. El otro avance son los sensores desde avión y satélite para “mapear” la topografía con mucho más nivel de detalle que el actual, y aún sobre zonas planas, donde resultan muy importantes las variaciones topográficas para poder precisar el real movimiento del agua en épocas de excesos”.
Mércuri detalló que, de manera práctica, para las instituciones públicas como el INTA se abre la posibilidad de contar con herramientas y técnicas probadas para ampliar o actualizar la provisión de conocimientos al sector productivo de bases de datos y cartografías. Al mismo tiempo, a los productores les permitirá, por ejemplo, analizar distintas opciones para manejar un planteo productivo y conocer objetivamente los riesgos de un lugar, como el anegamiento por lluvias in situ o en la cuenca, la sensibilidad de los suelos, o una potencial erosión”.
Además, evaluó que en un futuro, los mapas de suelos como se los conoce actualmente serán “inteligentes”, con varias dimensiones, y se inteconectarán on-line con bases de datos accesibles por internet. También habrá opciones interactivas y se podrán realizar simulaciones de excesos hídricos, maleo de áreas con suelos sensibles ante determinadas rotaciones que se hayan realizado previamente y una modernización del movimiento de residuos de agroquímicos”.
“Los mapas del futuro no proveerán sólo datos, sino también información útil para la toma de decisiones”, aseguró el especialista, radicado desde hace cuatro años en Estados Unidos, donde realiza un doctorado en el Agricultural and Biological Enginnering Departament de la Universidad de Purdue.
AUNO MAR

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