Había pasado poco más de una hora desde que el candidato a Presidente de Unión por la Patria, Sergio Massa, reconoció la derrota ante Javier Milei en las elecciones 2023. Alrededores del C Complejo Art Media, donde el oficialismo había montado un escenario, las banderas altas se marchaban.
Una mujer, con la carga de la derrota palpable en el aire, avanza en sentido contrario a la multitud que se congrega y, mientras habla por teléfono con otra persona, trata de resumir la escena en dos palabras: “Un velorio”, dice, y en cada paso parece resonar con la solemnidad de una pérdida irremediable.
Las miradas de mujeres, hombres y jóvenes se cruzan en un trasfondo de desencanto: la derrota, ahora oficial, deja a su paso una sensación de devastación.
En el bullicioso cordón de la avenida Dorrego, a escasos metros de la Plaza de los Andes, descansa un grupo de mujeres y la energía que antes fluía en las alturas de las banderas ahora reposa en el suelo. “Ahora hay que poner la cabeza”, reflexiona una de ellas, mientras mira hacia la intersección. Mira hacia ahí, hacia la mítica Avenida Corrientes, esa que, de no haber sido por la derrota, hubiese estado destellante.
Sin embargo, en ese rincón de la ciudad la atmósfera experimentaba una metamorfosis. A lo largo de la calle, el suelo se convertía en el reposo de una multitud de boletas de Sergio Massa y Agustín Rossi. No eran más que boletas, pero su presencia llevaba consigo el peso de una jornada electoral intensa.
Las papeletas no estaban solas, sino acompañadas de una multitud que se congregaba, se abrazaba y saltaba al canto de:
“¡No nos han vencido!
Somos de la gloriosa Juventud Peronista
Somos los herederos de Perón y Evita
A pesar de las bombas
de los fusilamientos
los compañeros muertos
los desaparecidos…
¡No nos han vencido!”
La imagen de una bandera de color verde y blanca se erige en el centro de la gente, y se destacan las sonrisas de la vicepresidenta Cristina Fernández y del ex presidente Néstor Kirchner. El logo prominente de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) en el corazón de la bandera.
Dos mujeres, Chavela y Melisa observan sentadas a un costado, con una lata de birra en mano cada una. “En shock”, responde Chavela ante la consulta sobre qué sensación le quedó tras el resultado. Y continúa: “Como no sintiendo qué es lo que pasa en mi cuerpo en este momento, pero con la seguridad de que estamos juntes, de que estos van a ser cuatro años de resistencia absoluta, que le vamos a dar pelea a todo lo que tengamos en este momento”.
Ella es egresada de periodismo, pero no ejerce. Vive en Capital Federal, pero trabaja en la Municipalidad de Morón, localidad del oeste del Conurbano y llegó a Chacarita tras fiscalizar todo el día en una jornada que destacó como “bastante tranquila”.
Melisa coincide con las palabras de su compañera y asegura que, tras la elección, se encuentra “con la certeza de que esto recién empieza”. “Estamos más fuertes que nunca y si pensaban que esto se terminaba acá, están equivocados”, remarca.
“Creo que va a ser muy duro y de la única forma que se sale de ésta es luchando”, advierte la joven de 27 años, quien estudia el profesorado de Inglés. Asimismo, enfatiza en que “los ideales no murieron” y, pese a la tristeza, siente que “no hay que bajar los brazos”. “Nos tenemos. Entre compañeros hay que bancarnos”, completa.
A las 21:43, el sonido de una murga rompe el prolongado silencio que había dominado la calle durante varios minutos. Trombón, trompeta y bombos: comienza a sonar la marcha peronista y nuevamente empiezan los saltos; dedos en “V” y un grito del corazón: “Viva Perón”.
Minutos después, la multitud pronuncia al unísono: “Milei, basura, vos sos la dictadura”, y las camisetas y banderas de Argentina se hacen presentes. A un costado de la bulliciosa Corrientes, se destaca una bandera colgada y firmada por “los jóvenes” que reza: “La esperanza es una memoria que despierta”.
Frente a la presencia de la bandera, un joven envuelve en un abrazo a una chica, quien quizás sea su pareja. Su mano reposa sobre su cabeza mientras ella, con lágrimas que dicen más que mil palabras, se refugia en su hombro. Un lamento que, quizás, encontraría eco en todos los presentes si no fuera por la música que llena el espacio.
Un escenario que no se usó y fue desapareciendo cuando habló Milei
En el trasfondo de la derrota, los militantes buscan consuelo entre sí y mientras algunos optan por retirarse, otros prefieren la compañía de las y los amigos. Forman círculos en el suelo y entre abrazos y gestos de complicidad comparten la bebida en vasos de plástico improvisados.
Mientras el escenario que no se usó iba desapareciendo, en paralelo el presidente electo se dirigía a sus dirigentes, electores y al pueblo argentino, marcando así el inicio de un nuevo capítulo en la vida política del país. El desarme físico del escenario se entrelazaba simbólicamente con la ascendencia de un nuevo líder: el “outsider”.
Parada debajo del escenario que a cada minuto que pasaba era menos escenario, estaba Jose Amore, joven periodista y estudiante de Ciencia Política.
“La gente no se esperaba esta derrota tan contundente por una amplia diferencia. Muchos estaban esperando hasta último minuto y la sorpresa terminó de caer cuando Massa salió a hablar. Ahí empezaron a aparecer los llantos, los gritos, pero también, se siente ya el germen de una resiliencia”, destaca la columnista de Nacional Rock.
“Estoy segura, que no toda la gente que votó a Milei está a favor de que no haya más educación y salud pública. Creo que en este país históricamente pesa mucho la idea del anti peronismo, que siendo un peronismo oficialista con 140 por ciento de inflación anual era una elección prácticamente imposible y la campaña fue tan sólida y tan contundente y el candidato estuvo tan a la altura que efectivamente se construyó un escenario de posibilidad real de ganar las elecciones”, remarca Amore.
AUNO-20-11-23
MC-SAM