Lomas de Zamora, noviembre 14 (AUNO).- “Justicia por Mell” es un mensaje que se lee desde hace dos años en marchas y festivales artísticos. Y, durante las últimas tres semanas, en los Tribunales de Lomas de Zamora. Al fin el mensaje se hizo realidad: el asesino de Melisa Tuffner, Oscar “el Buey” Sosa, fue condenado hoy a 24 años de prisión por homicidio simple.
Melisa fue apuñalada en la cabeza el 19 de julio de 2015 mientras caminaba hacia el centro cultural Gringo Viejo, en Glew, partido de Almirante Brown. Entró al Hospital Sirio Libanés, del barrio porteño de Villa Devoto, con muerte cerebral; a los tres días perdió todos sus signos vitales. Tenía 22 años.
Dos años después, su familia festejó, como pudo, la condena al asesino de Melisa, con un dolor infinito que este mediodía por fin encontró respiro. Hubo aplausos, lágrimas, y sobre todo muchos abrazos desgarradores. “Yo hubiese preferido no pasar por todo esto y tener a mi hija al lado, pero lamentablemente pasó”, expresó a AUNO Marcelo Tuffner, el papá de Melisa. “Ella nos va a guiar para ser mejores. Ojalá no lo larguen, que sepa que hizo algo malo y que se tiene que quedar los 24 años en la cárcel”.
La familia no sólo estaba emocionada: estaba sorprendida. No se esperaban que la condena fuera de tantos años. La semana pasada, el fiscal Pablo Pando pidió 25 años de cárcel para Sosa, la pena máxima para homicidio simple. El abogado defensor del asesino, Pablo Nessi, pidió que se lo absuelva alegando falta de pruebas. “Teníamos un miedo terrible”, confesó Marcelo, que pensó que la sentencia iba a ser mucho menor.
El asesino pidió no estar hoy durante la lectura de su sentencia. Se entregó por voluntad propia el 17 de agosto de 2015, un mes después de asesinar a Melisa. El día anterior le había dado su pésame a Marcelo, quien le advirtió que lo estaban buscando porque lo vieron acechando a Melisa en un video de seguridad de un comercio del barrio.
“Soy inocente”, fue lo único que declaró al respecto en estos dos años, cuando el Tribunal Oral en lo Criminal n°8, encargado de la causa, le dio la última palabra al finalizar los alegatos de las partes el martes pasado. Pero las pruebas demostraron lo contrario: a pesar de que no había registro fílmico ni testigos del crimen, quedó demostrado que ninguna otra persona pudo haber matado a Melisa ese día. No había nadie más en esas cuadras además de ellos dos.
Sosa conocía muy bien a la familia. Era conocido del barrio, vecino, cliente habitual del almacén de los Tuffner. Ellos sabían que consumía drogas y alcohol, incluso se daban cuenta de que tenía una personalidad acosadora y que hacía comentarios desagradables y fuera de lugar a las mujeres, incluso a las Tuffner. Lo que no sabían era que tenía una denuncia por violencia de género de su exesposa y otra por abuso de su sobrina, por haberla manoseado hace 13 años, cuando la nena tenía 9.
A pesar de su prontuario de crímenes relacionados a la violencia de género —que quedaron impunes—, y de que la familia Tuffner sostiene que Sosa atacó a Melisa para abusar de ella y la mató cuando lo reconoció, la condena no pasó más allá de la carátula de homicidio simple. Por femicidio, el crimen que los padres, hermanos y amigos de la chica aseguran que Sosa cometió, el asesino podría haber recibido hasta cadena perpetua.
“Te queda ese ‘lo que podría haber sido’, y eso lo vamos a llevar hasta el último día de vida. Porque el dolor lo llevas acá adentro siempre”, se lamentó Marcelo. Los Tuffner tratan de seguir con sus vidas como pueden, sin perder la costumbre de juntarse los domingos a comer un asado, al igual que lo habían hecho aquel domingo 19 de julio, cuando Melisa fue asesinada.
Almendra, la ahijada de Melisa e hija de su hermana Daniela, tiene cinco años y no estuvo en la lectura de la sentencia. “No la trajimos porque ya entiende y te pregunta ‘qué pasó con la madrina’”, contó Marcelo. Hace poco, la nena le dijo a su mamá que “a la madrina la mató un hombre”. La familia todavía no sabe de dónde sacó eso, en dónde lo vio.
La nena se acuerda muy bien de Melisa, y a veces, incluso, la ve. “Se da cuenta y te dice ‘me pareció ver que estaba la madrina’”, relató el abuelo de Almendra, Marcelo. Para él, son señales de su hija. “Yo me acostumbré ahora a que cada cosa que veo volando, una mariposa, ya para mí es una señal. Un rayo de sol es una señal. Y bueno, tendré que vivir así”.
AUNO-14-11-2017
MIJ-MDY